Galde 27, negua/2020/invierno. Entrevista realizada por Peio Aierbe para Galde.-
Xabier Aierdi. Es licenciado en Sociología y Ciencia Política y en Ciencias de la Información. Doctor por la Universidad de Deusto. Director de Ikuspegi (Observatorio Vasco de Inmigración) durante 8 años. Referente imprescindible en las cuestiones relacionadas con la diversidad y las políticas interculturales. Asesor en múltiples estudios de las diversas instituciones vascas. Investigador sobre el bertsolarismo y sus transformaciones sociológicas. Colaborador de números movimientos sociales.
Galde. Acaba de firmarse el Pacto Social Vasco para la Migración y habría, al menos, dos planos desde los que valorar lo que dicho Pacto pudiera significar. Uno, el simbólico. Lo que aporta en cuanto a discurso a contracorriente que aborda las cuestiones migratorias desde un ángulo de igualdad de derechos y con un discurso inclusivo. Otro, las actuaciones prácticas que de él se puedan derivar. Y, claro, las interrogantes no son pocas. Porque, ¿no resulta contradictorio un discurso, hecho desde las instituciones, de igualdad de derechos, cuando la realidad es la contraria? esto es, que la legislación sitúa a unas personas como ciudadanas de segunda, a las que se niega el derecho al trabajo y a quienes se acosa y reprime por las instituciones policiales. El que las Administraciones firmantes del Pacto no tengan atribuciones en esas materias y no se plantee nada al respecto ¿no ofrece un flanco a las críticas de quienes piensan que puede acabar siendo más un discurso de maquillaje?
Xabier Aierdi. Es cierto lo que apuntas sobre el posible dilema o contradicción, pero eso ocurre con cualquier texto normativo y no normativo que se ponga sobre la mesa. Jorge Riechmann decía hace casi treinta años si merecía o no mantener el término de desarrollo sostenible, porque la gente, instituciones y gobiernos entendían por tal crecimiento sostenido. Al final del texto se planteaba que lo mismo ocurría con los términos de libertad, socialismo, o cualquier otro. Esa pulsión siempre va a estar presente. La parte simbólica es evidente y me parece que como punto de partida va a ser la más importante. El Pacto es un texto que viene del Gobierno Vasco y de cuando estaban al frente de la gestión de la migración el tándem Miguel González/Fernando Fantova. Es un texto sobre el que reflexionó un conjunto de gente muy plural, coordinado por Imanol Zubero y Daniel Innerarity, y en el que el papel destacado lo tuvo Imanol Zubero haciendo la síntesis de cuanto allí se dijo.
Ha tardado ocho años en ser suscrito por una gran mayoría de los partidos vascos. Creo que esto tiene su valor. El texto me parece muy actual y es básicamente perenne. Simbólicamente señala un punto de partida, es un posicionamiento, una declaración, y no un tratado. Yo lo simplifico diciendo que es el señalamiento de que en adelante no permitiremos ámbitos de impunidad o zonas de aquiescencia y es a lo que tienen que plegarse los distintos partidos firmantes en el futuro. A partir de ahora, tanto entre ellos como la sociedad civil tienen derecho a señalar y a afear la conducta al partido o partidos que se salgan de la declaración. Lo fundamental es su dimensión declarativa y su génesis performativa. Ahora toca estar atentos ante cualquier forma de xenofobia institucional.
La parte que mencionas de la legalidad es incuestionable, pero también a veces se pasan por alto cuestiones del texto sobre el hecho de que en Euskadi la inmigración es un fenómeno estructural, que requiere de una gestión basada en la interculturalidad. El carácter no coyuntural nos lleva a una toma de conciencia que supone un nuevo peldaño ante el negacionismo banal del hecho inmigratorio, que está muy extendido en el ámbito institucional, pero en mayor medida en la sociedad. Se habla de inmigración como si fuera un hecho prescindible o anulable.
Galde. En el otro plano, el de las actuaciones prácticas que de él puedan derivarse ¿va a suponer cambios sustanciales en tantos ámbitos en los que sí tienen competencias estas Administraciones y que también afectan directamente a los objetivos que se proclaman? Porque desde las entidades y movimientos sociales que trabajan en esos ámbitos son muy grandes los desacuerdos con lo que hacen y lo que no hacen estas Administraciones. Por ej., en el funcionamiento de Lanbide, en la política de vivienda, en la política educativa, en la lucha contra la exclusión social, en la actuación de los cuerpos policiales…
Xabier Aierdi. Totalmente de acuerdo, pero el despliegue del Pacto ni va a ser lineal ni va a adquirir la misma intensidad en todos los ámbitos y sectores de la sociedad. Ya me he hecho muy mayor para pensar que los procesos se despliegan solos. Hay ámbitos muy porosos pero hay otros muy impermeables a los objetivos del Pacto, así en el ámbito institucional como en el social. Me parece interesante la idea de Sami Naïr cuando dice que el hecho migratorio bascula entre la contradictoria comprensión de que la inmigración es una necesidad objetiva a la vez que es socialmente recusada. Aquello de Needed, but not Wellcome!
Angela Merkel perdió un tercio de votos “suyos” por el hecho de afirmar que repetiría la política que adoptó en 2015 con respecto al desplazamiento forzado de la población siria. Creo que hay que mantener una pulsión denuncia/colaboración entre la Administración y entidades y movimientos sociales que señalas. No me cabe la menor duda que ante hechos tan escurridizos como el de la inmigración, o como diría Bauman de situaciones viscosas ante el sueño de la pureza, en las sociedades de acogida no cabe sino una política basada en la ética de responsabilidad weberiana entre instituciones y parte social, porque nos lo creamos o no hay poco espacio para la impecabilidad, al menos hasta que establezcamos o surja el cosmopolitismo metodológico por sorpresa, y creo que va para largo viendo el repliegue estatalista que se está operando a nivel mundial. Personalmente me muevo en esa posición y no creo que haya otro funambulismo que merezca la pena incluso en Europa. Como tantas otras veces lo decía magistralmente El Roto “O Europa sin fronteras o fronteras sin Europa”. Sobre todos los déficits que apuntas no me cabe duda alguna de que tienes razón, pero también pediría a veces un mayor conocimiento técnico de cuestiones sobre las que se habla en Euskadi (como por ejemplo la RGI) y en otros sociológico, como por ejemplo sobre los procesos de concentración/segregación, en vez de repetir permanentemente lugares comunes.
Galde. La configuración de la Red contra los rumores ZAS! (Zurrumurruen Aurkako Sarea) es, yo diría, que inédita. Agrupa a todos los niveles de la Administración (Gobierno Vasco, Diputaciones y los principales Ayuntamientos) junto al grueso del Tercer Sector que trabaja en este ámbito. Y lo hace a partir de una dinámica en la que el impulso real viene de ambos niveles. En el caso de la Administración son las y los técnicos implicados en estas políticas quienes trabajan, con el aval de los respectivos equipos de gobierno, en la construcción de la Red y de las iniciativas que impulsa. Y en el caso de las entidades ciudadanas, su participación en la Red se hace en pie de igualdad y con todas las posibilidades de influir en el rumbo a seguir. En lo que yo conozco, esta dinámica de trabajo conjunto no se da en ningún otro ámbito. Cuando hay una participación de estos agentes en un mismo Foro, la Administración nunca va más allá de ofrecer un lugar de escucha y punto. Por más que se hagan ampulosos discursos sobre la participación. ¿Podemos pensar que ZAS! es algo ya consolidado? ¿Qué retos tiene por delante? ¿Podría servir de modelo para otros ámbitos?
Xabier Aierdi. ZAS! es una gran idea, pero todavía está por hacer. Una vez más emerge el tema Administración/entidades ciudadanas, pero más allá de este aspecto creo que la pelota está ahora en el tejado de ZAS!, que tiene que demostrar que merece la pena como dinámica; es decir, capacidad, valía y eficacia. Creo que a día de hoy está un poco verde, es cierto que llevaba unos años en una fase de crecimiento y extensión desigual, pero acaba de tomar impulso con su transformación en asociación participada por organismos sociales y fortalecida por instituciones locales, forales y Gobierno Vasco.
La estrategia antirumor se ha visto asimismo fortalecida, aunque a veces confundida, con todas las iniciativas que han surgido alrededor de los malditos bulos y similares y las ya tan renombradas fake news… Ahora bien, creo que hay un gran camino teórico para distinguir entre lo que puede ser las fake news y estrategias similares ante las que poco puede hacer una estrategia tan humilde como la de los antirrumores. Juegan en ligas diferentes tanto por medios como por mecanismos y argumentación. Toda la desinformación inducida que hoy se propala por organismos especializados nos queda muy grande, y además no se puede combatir socialmente sino por otros medios en sentido contrario emanada de instituciones parecidas. Es una lucha de gigantes de la desinformación. Creo asimismo que desmontar bulos solo sirve, y solo en una pequeña medida, para un público tan informado que tiene una escasísima incidencia. Es en parte un brindis al sol. Antes y todavía se suele decir aquel argumento de autoridad de que “el periódico ha dicho…”, ahora creemos desmontar discursos porque hacemos un chiste o una contraréplica ocurrente en algún “twit”, olvidándonos o con ausencia de discurso de contexto. Ahora bien, como buen pragmático que soy, todo lo que se haga en este sentido, o sirva para sumar, me parece bien…
La estrategia antirumor tiene que ser antirracismo de baja intensidad, de perfil bajo y que sobrevuela a la altura del nivel de aquel conjunto de estereotipos y estructuras de credulidad/credibilidad que las poblaciones receptoras de inmigración asumen como concepción natural del mundo y mantienen sin discutirlo, porque su carácter autoevidente se impone. El “así son las cosas” es una estructura de pensamiento tan normalmente asumida que debe ser combatida en forma de sirimiri permanente, en un plano razonablemente racional, pero en el que conviene sembrar empatía por un lado y duda por el otro, porque los rumores que a veces tienen su dimensión real y los estereotipos son los mismos ante el fenómeno inmigratorio en todas las partes del mundo. Aunque la marca comercial es antirumores, nosotros combatimos estereotipos, basados en la traducción a pie de calle de la tesis de la preferencia de los nacionales con el sólido y a veces indestructible argumento de que “primero, los de casa, ¿no?”. Además, romper estereotipos está bien, siempre que tengamos otros de sustitución y capacidad de imponerlos. El ser humano es antropológicamente un “ser estereotipus”. Como dice Lakoff rompamos marcos, pero para sustituirlos por otros. “La verdad nos hará liebres” que decía Forges en un chiste, pero la verdad, el pensamiento científico destruye pocos estereotipos. La verdad científica y la creencia social están en diferentes planos de la realidad.
Esta estrategia de baja intensidad tiene que ser compatible con la de los movimientos abiertamente antirracistas, pero en la estrategia antirumor se trataría de crear cantera.
Galde. Fuiste una pieza clave en la creación de Ikuspegi (Observatorio Vasco de Inmigración) y su director durante ocho años. Su labor en la elaboración de estudios, diagnósticos y propuestas es impagable y una herramienta de gran utilidad tanto para las entidades e instituciones como para legitimar los discursos inclusivos en la opinión pública. ¿Qué destacarías, a partir de los análisis periódicos que elabora Ikuspegi, sobre la evolución de las percepciones de la sociedad vasca sobre las cuestiones migratorias y de integración?
Xabier Aierdi. Estoy encantado por la parte que me toca que Ikuspegi, que ahora comienza su tercera etapa bajo la dirección de Julia Shershneva, sea una institución asentada, reconocida y de gran prestigio. Resumidamente, Ikuspegi ha dicho varias cosas: que la sociedad vasca bascula hacia la tolerancia ante el fenómeno migratorio y ha perfilado los sectores sociales que secundan más intensamente esta posición con diferentes instrumentos como el Índice de Tolerancia y sus árboles de segmentación: sectores económicamente bien posicionados, ideológicamente progresistas, implícitamente vasquistas y euskaldunes y con epicentro más en Gipuzkoa que en el resto del territorio. En el polo opuesto ha señalado dos públicos o colectivos: uno minoritario, pero que ideológicamente es contrario a todas las diversidades y también a la inmigración, y otro que puede ser xenófobo por coyuntura, que al igual que en otras partes del mundo está compuesto por sectores social y económicamente vulnerables o por los perdedores de la globalización en sentido amplio o por los procesos económicos locales derivados de aquélla y a los que hay que tratar con mucho mimo. Ha señalado también que frente a la idea de bidireccionalidad, el modelo de integración implícitamente sostenido en Euskadi es el del asimilacionismo suave sin rechazo explícito de la población inmigrante y con alta aceptación de la diversidad. Hay en Euskadi una textura social que sostiene esta posición. Finalmente, es partidaria de una inmigración laboralizada, o en la que la ligazón con el empleo esté muy presente. En el apartado contrario, al igual que en otras zonas del Estado, late un rechazo muy acusado de la población norteafricana.
Galde. Son habituales los discursos que meten en un mismo cajón a todos los nacionalismos y les acusan de xenofobia, defensa de la prioridad nacional, etc. Y, sin embargo, en el caso vasco la población que se identifica con los postulados nacionalistas se muestra más partidaria del reconocimiento de ciertos derechos a las personas migrantes, de favorecer su inclusión, etc. que quienes tienen opciones no nacionalistas ¿Podrías explicarnos la dimensión de este fenómeno y sus posibles causas?
Xabier Aierdi. Edward Tiriakyan, gran analista del nacionalismo, sostenía que éste estaba siempre aderezado de una leyenda negra, superponiéndole por definición todos los males posibles de la humanidad. Me sorprende por ejemplo con qué facilidad hoy se habla de supremacismo. Hay cuestiones que me sorprenden e inquietan a la vez. En un libro que vuestra editorial editó hace tiempo con sus artículos sobre federalismo, Charles Taylor proponía la genial idea de la “alianza de los neuróticos” a la que Imanol Zubero le sacó chispas durante una época. Es sorprendente que cuando los sueños de cada parte son las pesadillas de la otra y viceversa, haya tan poca gente que se vea a sí misma como nacionalista y que crea que nacionalistas son siempre los otros. Sería un asunto menor si no fuera por las consecuencias que tiene y que se pueden observar con el asunto del procés. En Francia los nacionalistas franceses se autodefinen como republicanos y en España se autodenominan constitucionalistas. Es una cuestión de definir y de capacidad de imponer definiciones. Me sorprendo de la cantidad de ciudadanos no nacionalistas que conozco, y es que lo proclaman en serio.
Desde este efecto, ¿qué ocurre en Euskadi? Pues que con todo el sincretismo ideológico que queramos reconocer o no, los sectores euskaldunes y nacionalistas son los que mayor grado de tolerancia presentan ante la inmigración, estando incluso preocupados estos mismos sectores por el euskara. La izquierda abertzale, es probablemente primero abertzale o nacionalista radical, pero a lo largo de la historia ha ido asumiendo y codificando un discurso partidario de la diversidad y del mestizaje y luego eso se demuestra en los valores de tolerancia más altos que se pueden observar en Gipuzkoa. Son postmaterialistas muy a su pesar. Eso lo hemos podido demostrar el equipo de investigación que hemos analizado el transcurrir del bertsolarismo y sus transformaciones sociológicas. Euskadi es en su globalidad un país moderno, hipermoderno, líquido incluso, incluso aunque el “nacionalismo/abertzalismo vasco” reintroduzca en el potaje dosis de solidez en términos baumanianos. Estos posicionamientos también se reflejan en los posicionamientos ante la inmigración.
Galde. Por cierto, y hablando de idiomas, ¿qué puede significar el que hoy en día, además del euskera y el castellano, haya poblaciones significativas que tienen, además, otros idiomas maternos? ¿Son una riqueza? ¿Un problema? ¿Tienen el tratamiento adecuado en ámbitos clave como, por ejemplo, el educativo?
Xabier Aierdi. Hoy hay personas en Euskadi que al menos conocen alrededor de 150 idiomas diferentes. Ahora bien, la mitad de la población inmigrante asentada en Euskadi proviene de países centro y sudamericanos que conocen el castellano y probablemente algunas otras lenguas, que en gran medida ocultan por el proceso de minorización previamente experimentado en sus países de origen.
Hay otros idiomas que pueden ser relevantes en número y que se deberían tener en cuenta para posibles reclamaciones que lleguen desde esos colectivos e incluso se debería promover la formulación de demandas lingüísticas. Ahora bien, su gestión sí parece que exige que puedan tener una cierta relevancia numérica o que adquiera un cierto grado de concentración local, porque en caso contrario es difícil atender esas demandas. Ahora bien, estaría bien que se diera a conocer ese patrimonio lingüístico entre la población vasca, porque es una forma de reconocimiento del hecho inmigratorio, de su diversidad, de su aportación, y no parece que este conjunto de idiomas sea problema bajo ningún parámetro. No sé si el lugar adecuado para atender la concurrencia de los idiomas es el escolar o el extraescolar. En cambio, la idea de que estamos en una espacio social y cultural de lenguas minorizadas debería facilitar el mutuo reforzamiento, de modo que la diversidad local –euskara y castellano- se vería reforzada en este síndrome de matrioskha con la presencia de más lenguas y las demandas serían legítimamente planteadas y aceptables y allí donde se pueda materialmente atendidas. En estas respuestas, la cuestión del número de demandantes o de demanda agregada me parece esencial.
Galde. No son pocas las voces satisfechas que se escuchan por la muy escasa aceptación electoral de VOX en el País Vasco. Salimos muy bien en la foto. ¿Puedes apuntarnos algunas de las razones más relevantes para que esto sea así? ¿No hay peligro de que nos pase como en otros lugares del Estado, que se despertaron y de la noche a la mañana se encontraron con que tenían la bestia en la puerta de casa?
Xabier Aierdi. El fenómeno VOX no es fácil de entender y una cuestión es si la bestia está o estaba, pero otra es cuánto va a bestializar la situación. Creo que sin el procés VOX no hubiera emergido, estaría oculto, pero desde siempre hemos pensado que el PP había ejercido la labor de tapaporos y había sumergido todas las derechas en una. El procés ha hecho saltar todo esto por los aires. Según datos del CIS, de su encuesta inicial sobre inmigración, desde hace más de una década había una media de alrededor de un 17% que declaraba que un partido xenófobo podría tener bastante aceptación en España. Un 70% estimaba que no y alrededor de un 15% no se decantaba. El sector que anteriormente he citado del xenófobo ideológico estaba ahí, pero no tenía canal de expresión y sobre todo no tenía una espoleta que hiciera de mecanismo de decantamiento.
Yo creo que en Euskadi los márgenes son menores porque el españolismo de fondo que está en su éxito no existe, salvo que todo el voto más españolista del PP se pase a VOX, lo que es harto improbable. En las elecciones andaluzas un 32% de los votantes de VOX dijo que lo hacía por cuestiones de xenofobia o de inmigración. Quedaba un margen muy amplio para otras razones.
Como decía Steve Bannon con toda crudeza en una entrevista en El País en marzo de este año, “la victoria de Vox es que ya ha trasladado su conversación al resto de la derecha: partidos como Ciudadanos y PP ya hablan como ellos. A eso lo llamo colocar el producto. Ahora los otros tendrán que convencer a la gente de que no son solo una copia”. Quince años antes, José María Ridao, sobre lo sucedido en la elección Chirac-Le Pen dijo en el mismo sentido “se trata, en verdad, de un fenómeno singular, en virtud del cual una ultraderecha incapaz de ganar en las urnas, una ultraderecha siempre minoritaria, acaba imponiendo paradójicamente sus soluciones porque, en el fondo, lo que ha logrado es imponer su análisis, su lectura de la realidad”. A mí me preocupa esta segunda parte, cómo este tipo de fuerzas dejan la playa, porque entran desde un resquicio pero dejan perdido el escenario, donde colocan su programa máximo e imponen el marco a debatir.
Espero que en Euskadi no haga falta nada parecido y tenemos un precedente modélico, el de Miren Larrión apartándose de su legítima aspiración a la alcaldía de Gasteiz frente a Maroto en 2015 y cediéndole el puesto a Gorka Urtaran. Maroto terminó empadronándose irregularmente en un municipio de Segovia. Ironías de la vida. Ese es uno de los caminos, en el del cordón sanitario, del que soy firme partidario. En su ausencia, en lugar de optar ideológicamente pasamos a un plebiscito de o democracia o autoritarismo. Creo, en fin, que en Euskadi la fuerza de Vox, aunque entre en el Parlamento Vasco, no es plausible. Como decía Ridao, no se debe dejar que se extienda la zona gris. En España, la normalización de VOX que han permitido Ciudadanos y el PP es de juzgado de guardia. En Euskadi, si se repitieran los datos de las últimas generales en las autonómicas obtendría un Diputado por Álava.
Galde. Es recurrente escuchar que quienes defendemos la igualdad de derechos de todas las personas, en este caso de las personas migrantes, somos “buenistas”. Que no queremos reconocer los problemas relacionados con las migraciones. Que proponemos soluciones utópicas… Y esto se puede escuchar también en “nuestro campo”. En personas que no lo dicen en plan acusatorio sino que, desde posiciones progresistas, creen que hay parte de verdad en ello. ¿Cómo lo ves? ¿Hay parte de verdad en ello? ¿Cabe atribuirlo a que no sabemos elaborar un relato que disipe esas dudas? ¿O es algo real en ciertos colectivos y planteamientos?
Xabier Aierdi. Pues que tienen razón, pero hay que optar entre buenismo y malismo. El finado y gran historiador Tony Judt (Pensar el siglo XX) resume el dilema al que nos enfrentamos de la siguiente manera: «… la elección a la que nos enfrentamos en la siguiente generación no es entre capitalismo y el comunismo, o el final de la historia y el retorno de la historia, sino entre la política de la cohesión basada en unos propósitos colectivos y la erosión de la sociedad mediante la política del miedo“. Yo opto por el buenismo y soy partidario de las grandes coaliciones, sin las cuales no espero que pueda suceder nada positivo. ¿A modo de ejemplo, era alguien inconsciente, por ejemplo, de que presentándose en Bizkaia el partido de Errejón iba a perjudicar a Podemos? Es un ejemplo, hay miles, de que ya no sirve tener razón, sino que hay que saber perderla e incluso negociarla con gente con la que coincidamos en un 40%. No veo otra alternativa. Los propósitos colectivos son los que hay que definir. Es más, no veo que hay de malo en ser buenista. Me parece una gran banalidad cuando el político o el representante “sincero” dice aquello de que yo hablo como habla el pueblo, de lo que habla el pueblo”. Ese pensamiento es la antesala de la facilitación de discriminaciones.
Galde. Últimamente tiene una cierta relevancia una serie de propuestas, bastante variadas también, a partir de lo que se conoce como planteamientos “decoloniales”. Su irrupción es particularmente significativa en el campo del feminismo y del antirracismo. Sin entrar directamente en ello, que daría para muchas horas, y tiempo habrá, y sabiendo que son también planteamientos bastante diversos y que irán, poco a poco, decantándose ¿cabe, a día de hoy, alguna reflexión sobre cómo puede afectar a la consolidación del espacio antirracista?
Xabier Aierdi. Creo que tomado en su faceta más esencialista, que es a la que se tiende inconsciente y lógicamente, el espacio se cierra. Hay en todo este conjunto de propuestas una tendencia ontologista, de tal forma que parece haber más radicalidad allí donde más esencialista se es, lo cual no deja de ser un obstáculo para las coaliciones que he apuntado anteriormente. Hay una tendencia a hacer tabla rasa, distinguiendo y generando bloques donde hay matices y durante un periodo al menos el espacio antirracista que ya es de por sí difícil se verá postergado porque se impide el logro de los consensos internos en su interior. Son los aires de la época, ahora toca esta posición del péndulo. Ahora bien, si se afirma que no hay un acceso privilegiado a la realidad, ello no debe recalar en un repunte relativista, que es un tema que me interesa poco, sino que estamos diciendo que no lo tiene nadie. Ni antes, pero tampoco ahora. Como siempre se trata de acercarse al descubrimiento del mejor mapa de lo real material Aquí, no viene mal recordar el comienzo de El 18 de Brumario de Luis Bonaparte, sobre las repeticiones de la historia y las condiciones preliminares de lo construible. Pero a un nivel más general, a cincuenta años de la revolución de mayo y con lo que se denominó como ruptura lingüística pienso que de aquellos polvos nos llegan algunos lodos, sin que sepa a día de hoy distinguir cuál es la posición más correcta.
Galde. Con la actuación de la práctica totalidad de los gobiernos europeos y de la UE como tal, con sus políticas de cierre de fronteras, de responsabilidad directa en la tragedia que está ocurriendo en el Mediterráneo, de chantaje a los países emisores de emigración para que actúen de policía de fronteras, de vaciamiento del derecho de asilo… ¿Podemos decir que se ha perdido definitivamente la posibilidad de que la UE se construya sobre sus bases fundamentales?
Xabier Aierdi. Es difícil saberlo, esperemos que no. No sé qué saldrá del Brexit o en un tiempo más próximo de las elecciones inglesas de diciembre. Lo sabremos dentro de pocas semanas. En los últimos meses un dato positivo ha sido el descabalgamiento de Salvini. En primer lugar, porque su deposición significa que puede hacerse, que no estamos ante determinismos inevitables. En segundo lugar, porque el repliegue intraestatista es un movimiento sin futuro. De la misma forma que las nubes tóxicas nucleares no se paran ante las fronteras físicas de los países, la globalización tampoco lo hace ante sus puertas.
El gran problema que se le plantea a Europa es qué papel desea jugar o si puede jugar alguno en esta nueva fase global. A modo de ejemplo, su incapacidad fáctica ante el órdago turco tras su ataque a las posiciones kurdas. A este respecto, no se insiste mucho en que la economía genera hoy tsunamis globales que las políticas locales no pueden afrontar ni de lejos. Si a esto le sumamos los muchos dilemas que plantea el trilema de Rodrik (cuando afirma que no son compatibles simultáneamente la democracia, la globalización y la soberanía nacional) tenemos un grave síntoma de la incapacidad de Europa. En tercer lugar, y por puro optimismo, hay que pensar que siempre nos quedará París/Berlín y esperemos que, aunque solo sea por buscar un lugar en el mundo, Europa se vea obligada a reimpulsar sus principios fundacionales, sean estos los que sean hoy en día. Ojalá tenga razón Bauman cuando sostenía que Europa era una aventura inacabada.
Los datos inducen al pesimismo y nos indican que Europa no responderá y que durante un largo período nos dedicaremos a salvar los muebles, pensando que desposeyéndoselos a otros o guardando los propios al menos se salvarán los “nuestros”, pero no es vía adecuada. A problemas globales solo sirven las respuestas globales, y las locales en todo caso como su aplicación particularizada. Ahora bien, hoy por hoy las fronteras físicas funcionan como fronteras morales y la solidaridad sólo se aplica a la población que reside en su interior. Solo una perspectiva potencialmente cosmopolita nos podría servir, pero de momento no se avista nada en ese sentido en el horizonte.
Galde. Javier de Lucas, citando a Honneth, decía hace un par de números en Galde que se imponía el imperativo moral del optimismo ¿opinas igual?
Xabier Aierdi. Sí, estoy absolutamente de acuerdo. Soy un optimista antropológico y un buenista militante. Y si por un lado como dijo Ignacio de Loyola de que en tiempo de tribulación no había que hacer mudanza, lo que no deja de ser una buena recomendación para darse un tiempo para pensar, por otro, Gramsci ya añadió que ante el pesimismo de la inteligencia se debía anteponer el optimismo de la voluntad. Estoy de acuerdo con Javier de Lucas, porque en un tiempo que va a ser tan distinto de lo conocido con biografías poslineales y en los que el individuo, siendo libre, se encuentra sin asideros colectivos, no queda sino indagar el inédito viable. Este último término, que es de Humberto Maturana, como muchas otras, se lo he robado impunemente a Imanol Zubero. Me declaro culpable y sin ninguna mala conciencia.