Elo Mayo y Clara Murguialday. (Galde 05, invierno/2014, Dossier Feminismo -s-). Vivimos tiempos de activismo feminista. La verdad es que el gobierno del PP, con su empeño en recortarnos empleos, prestaciones, servicios colectivos, derechos y libertades, nos lo está poniendo fácil. Las mujeres tomamos las calles y decimos a Gallardón que su proyecto de reforma a la ley de aborto no pasará. Inundamos de consignas feministas los noticieros y los discursos parlamentarios. Las redes sociales están que arden, no dan abasto a difundir tanta convocatoria de marchas, ocupaciones, flashmobs, trenes y performances contra los que nos limitan derechos y aumentan nuestra precariedad. Las asambleas se llenan de jóvenes ansiosas de emprender su propia lucha, con sus modos y maneras particulares, de jornadas feministas «Se va a armar la gorda”, de quincenas “A por todas” y de campañas “Gure askatasuna borrokatuz”. «El derecho a decidir es nuestro” para celebrar un 8 de Marzo menos cooptado por instituciones y partidos y más lleno de batucadas peleonas…
El activismo ha regresado con fuerza a las filas del movimiento feminista. Más que charlas y debates, impera un accionar renovado e innovador, capaz de aunar visiones feministas y transfeministas para dar como resultado “acción feminista directa” en los barrios, en las plazas, ante las iglesias o los registros de propiedad mobiliaria… Transcendiendo, como dicen algunas de sus voceras, “debates sobre quién es el sujeto del feminismo y plantando cara al neoliberalismo patriarcal que quiere controlar nuestros cuerpos, limitar nuestros derechos y recortar nuestras vidas”.
Como si nos hubiéramos planteado expresamente ir contra la corriente, este dossier no trata sobre el activismo feminista desplegado en los últimos meses. Nos propusimos, por el contrario, dar cuenta de la diversidad de enfoques teóricos e ideológicos feministas que hoy conviven en el movimiento feminista en el Estado español -algunos con más presencia que otros en las diferentes Comunidades Autónomas- y de sus planteamientos distintivos, así como de sus análisis sobre las dinámicas actuales del movimiento feminista y sus retos más urgentes.
Aparecen en el dossier artículos representativos de los feminismos “clásicos”, los transfeminismos y los feminismos indignados, sin obviar las opiniones de algunos hombres igualitarios sobre el feminismo. No están todos los que son (dos ausencias son más que notables: el ecofeminismo crítico y el feminismo institucional) y reconocerlo nos permite hacer mención de lo difícil que nos ha resultado conseguir algunas colaboraciones.
¿Quizás es que tanto activismo no nos deja tiempo para la reflexión sosegada que exige la escritura? ¿Quizás es que este no es un tiempo para debatir entre nosotras sino para dirigirnos al conjunto de las mujeres, si queremos ganar mayorías defensoras de libertades en peligro? ¿Quizás es que es más fácil el activismo reactivo que la elaboración de pensamiento? Quizás, simplemente, estamos disfrutando del placer de sentirnos cercanas, unidas en una lucha común que no elimina nuestra diversidad sino que, por el contrario, convierte nuestras diferencias en fortalezas. Quizás…