Que tipo de transición hace falta en España

 
 
Galde 32 udaberria/2021/primavera. Luis González Reyes.- 

El European Green Deal (EGD) se enmarca en las propuestas de Green New Deal (GND). Estas apuestas parten de una serie de asunciones que considero que hacen que el modelo no sea posible:

  • Con las energías renovables es posible mantener una sociedad industrial como la actual o incluso más tecnificada. Esto no sería posible fruto del descenso de la tasa de retorno energético que suponen las renovables, que conllevaría muchas dificultades para sostener sociedades complejas, como se muestra aquí. Un punto especialmente débil es el transporte, como señala este estudio.
  • Hay elementos en la corteza terrestre suficientes para realizar una transición hacia las renovables que nos proporcione una energía equivalente a la que se está consumiendo en la actualidad. Esto lo desmienten estudios como este y este.
  • La transición a las renovables de alta tecnología va a solventar el cambio climático y no va a generar problemas ambientales añadidos. Entre los problemas que profundiza destaca la pérdida de biodiversidad, como muestra este estudio. Entre los que no resuelve emerge el propio cambio climático, como se muestra aquí. La idea de la reducción del impacto ambiental se basa fundamentalmente en que la economía va a ser capaz de crecer consumiendo cada vez menos materia y energía, algo que no se sostiene, como recoge este estudio.

En esta corta pieza no voy a desarrollar estos aspectos, pero se puede profundizar aquí y aquí, sino que voy a argumentar cuáles serían las transformaciones que la economía española necesita para afrontar la crisis múltiple actual.

Antes de hacerlo, conviene aclarar que el EGD no es nada transformador. Tiene como principal herramienta los fondos Next Generation EU. Estos fondos están dentro del marco normativo del Pacto de Estabilidad y Crecimiento (es decir, del corsé de control social neoliberal). El total de fondos para 2021-2027 asciende a 1.824.000 millones de euros. Lo que entraría nominalmente en el paquete de acción climática sería aproximadamente un 30%. Puede parecer mucho y ambicioso (o poco si se considera la emergencia climática realmente), pero cuando se entra en el detalle de quienes son los actores que se están posicionando para recibir estos fondos descubrimos a las grandes transnacionales, entre las que destacan las principales responsables de la emergencia climática, como las energéticas. En la práctica, como se argumenta aquí, no hay condicionantes ambientales ni sociales reales detrás de la adjudicación de los fondos. Además, los materiales necesarios para la transición energética tendrán que venir necesariamente del exterior en una reedición de la relación colonial de Europa con las Periferias.

En este trabajo, hemos modelado qué tipo de mutaciones habría que llevar a cabo en la década 2020-2030 en el mundo del trabajo (no solo del empleo), y por ende en la economía, española para afrontar la emergencia climática. Para ello, hemos creado varios escenarios. Uno de ellos es el escenario Green New Deal (GND). Incluye los componentes habituales de las propuestas de capitalismo verde, con un fuerte incremento de las renovables de alta tecnología, las TIC y el estado social. Pero, a la vez, es un GND decrecentista, pues también modela una importante reducción de la movilidad o de la climatización de los espacios públicos y privados, y una reconversión hacia la agricultura ecológica. Este escenario no contempla que en la próxima década vaya a existir ningún límite en la disponibilidad material y energética.

El escenario GND reduce de forma considerable las emisiones (-45%), pero se queda lejos de hacerlo de manera suficiente (-65%), incluso sin considerar la justicia climática (-58%), en base a lo que sostiene Naciones Unidas aquí. Va a una velocidad insuficiente. Y la velocidad es fundamental en el escenario de emergencia climática pues, cuanto más tiempo tardemos en conseguir que la concentración de CO2 se sitúe por debajo de las 350 ppm (actualmente supera ampliamente las 400), más posibilidades habrá de que se supere el umbral de seguridad de los 1,5ºC y que se activen toda una serie de bucles de realimentación positiva que hagan que el cambio climático ya no pueda ser determinado por los seres humanos.

El escenario Decrecimiento (D) construye una economía más pequeña, local e integrada en los ecosistemas (es decir, más agroecológica y menos industrial). Para visualizar el nivel de actividad económica, en 2030 esta sería algo inferior a la que ha existido en abril de 2020 en España, durante la parte más dura del confinamiento, como se argumenta aquí. Una forma de expresar la localización de la economía es que el modelo plantea un recorte de un 80% del tráfico marítimo (principal fuente de entrada de mercancías en España). Además, el escenario D también apuesta por la desalarización y por la construcción de autonomía política y material, que son elementos centrales para romper con el capitalismo, como se explica aquí, que, a su vez, es el vector central de destrucción ambiental.

Si analizamos los distintos sectores productivos, las horas de trabajo dedicadas a construcción, transporte, finanzas, turismo, industria y TIC tendrían que descender ostensiblemente. En el caso del turismo, las horas no se desplomarían porque el sector de la restauración tendría solo un leve descenso, no así el del hospedaje. En el caso de la industria, aunque hay una reducción neta de horas de trabajo, lo más significativo es la reconfiguración del sector, con una diversidad mucho mayor del tejido productivo para poder hacer frente a una economía menos globalizada. Esto se muestra en la revitalización del procesado de alimentos, la fabricación de muebles o el textil. Además, se apostaría por un sector industrial de bajo impacto ambiental.

En contraposición, el sector de la energía y, sobre todo, de la silvicultura y la alimentación experimentarían fuertes subidas. Además, se reconfigurarían de manera apreciable. La energía evolucionaría desde un mix basado en los combustibles fósiles, hacia otro renovable en el que estas no solo produzcan electricidad, sino también trabajo directo. En el caso de la alimentación se desarrollaría con fuerza la agroecología.

El resultado final es que el sector alimentario pasaría a ser el tercero con más horas dedicadas, solo por detrás del de cuidados remunerados (sanidad, educación, etc.) y comercio, y a un nivel similar que el de servicios. En cambio, el transporte y la construcción, que en 2019 tenían un número de empleos similar a la alimentación, el turismo, la industria y la administración del estado, dejarían de estar al nivel de todos esos sectores y quedarían en un tercer escalafón de importancia en términos de empleos.

En el plano personal, las emisiones de la climatización de los espacios públicos y privados se reducirían un 50%. Esto implicaría, más allá de medidas de aumento de la eficiencia, cambiar aires acondicionados por ventiladores, o pasar de calentar las casas a calentar determinadas estancias. También hay una fortísima reducción de la movilidad en avión y en automóvil.

El escenario D alcanzaría las reducciones necesarias de GEI (-68%) acordes a criterios de justicia ambiental. Pero, a diferencia del escenario GND, que crearía empleo neto, destruiría 2.000.000 de puestos de trabajo. En lo que respecta al trabajo no remunerado, en el escenario D modelamos un incremento de esos trabajos para autogestionar a nivel familiar parte de los cuidados que deja de proveer el mercado, lo que tiene el riesgo de un posible refuerzo de las relaciones patriarcales que ya existen en los hogares.

Una conclusión importante de que el escenario D sea el único que consigue realizar las reducciones necesarias para encarar la emergencia climática es que las políticas que contempla tienen que acompañarse de un reparto del trabajo (no solo del empleo). Por ejemplo, con una jornada de 30 horas semanales en el escenario D se generarían 1.300.000 empleos. Pero son también imprescindibles mecanismos de reparto de la riqueza, como la renta básica de las iguales o expropiaciones.

No podemos enfrentar la crisis ambiental, la crisis de la vida, sin cambios muy importantes en la economía y la organización social. Estos cambios no solo son muy complicados y urgentes, sino que no van a estar exentos de dolor social. Pero no nos engañemos pensando que podemos no llevarlos a cabo: un decrecimiento, localización y primarización de la economía es inevitable como consecuencia de los límites ambientales. Lo que está en juego es cómo de justa sea la transición.

Finalmente, si se pusiesen en marcha las medidas planteadas en el escenario D, trabajaríamos menos horas en total, dedicaríamos más a los cuidados no remunerados, menos al empleo (tanto público como privado) y aparecería un campo de trabajo autogestionado no capitalista enmarcado en la economía social y solidaria. Para mí, una vida que merece más ser vivida.

Luis González Reyes. Miembro de Ecologistas en Acción.

 

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