Amelia Barquín (blog Kinka).
(Galde 08, otoño 2014). En el día internacional contra la violencia machista, una concejala del PP en Vitoria reprochó a las feministas que no se pronunciaran con suficiente contundencia contra el uso del burka. Era un eco del episodio en el que un conductor de autobús local impidió la entrada a una pasajera vestida con un burka o velo integral (según versiones), conducta que recibió, cómo no, el apoyo del alcalde de la ciudad, que no desaprovecha ocasión, por excepcional que sea, de apuntar con el dedo al colectivo inmigrante.
Cierto es que el conductor del autobús adujo razones de seguridad. Sin embargo no ha llegado a la prensa que haya dejado antes sin servicio a otras personas con el rostro cubierto (carnaval, halloween, capuchas…). En cualquier caso, cuando algunos repentinos defensores de los derechos de las mujeres (lo que hay que ver, San Gallardón) apelan al pronunciamiento de las feministas, no es de seguridad de lo que están hablando.
Así que, tras conversar con otras feministas, yo diría que algunas de nosotras:
-Estamos a favor de la libertad individual de todas las personas a la hora de vestirse en todos los espacios y también en los espacios públicos.
–Apoyamos a las mujeres que sufren el patriarcado, o dicho de otro modo, que sufren opresión por razones de género. Si es así, nuestra opción no es añadir otra opresión a esas mujeres, expulsándolas del espacio público (impidiéndoles, por ejemplo, usar el transporte público o acudir a determinados servicios). Impedir su participación o su presencia dificulta aún más la vida de estas mujeres, sin incidir en la raíz del problema.
-Estamos en contra de la opresión de las mujeres por razones de género y creemos que es necesario actuar sobre quienes ejercen esa opresión.
-Creemos prioritario contribuir al empoderamiento de todas las mujeres. Las herramientas fundamentales son la formación, la participación y la visibilización, de modo que cada mujer pueda ampliar el espacio de libertad a la hora de tomar sus decisiones. Las que sean. Estamos a favor de incrementar los medios para que esas herramientas lleguen a manos de las mujeres.
-Indumentarias como el velo integral merecen ser objeto de análisis desde el feminismo. También merecen análisis otros modos de vestir y tratar el cuerpo de las mujeres (y los hombres) que no se relacionan con el Islam. Prohibir esas indumentarias y modos (depilación, cirugía estética, velo…) no contribuye a disminuir las opresiones.
-Hay que escuchar la voz de las mujeres cuya indumentaria es cuestionada y la de otras que culturalmente se ven identificadas con ellas. ¿Cómo están? ¿Qué piensan? ¿Qué sienten? ¿Qué desean comunicar?
-Queremos buscar solidaridades entre personas y colectivos de origen local y personas y colectivos de origen extranjero, de cultura y/o religión musulmanas, etc. para co-construir alianzas en contra del patriarcado y abrir espacios de libertad para las mujeres. No como un activismo de unos colectivos contra otros, sino de unos con otros.
Todavía un comentario
Dicho esto, impedir a una mujer subir a un autobús porque se juzga que su indumentaria es machista, es como impedírselo a una mujer extremadamente delgada porque se considera que su presunta anorexia es producto de la sociedad patriarcal en la que vivimos. Añadir otra opresión, otra violencia a las que se presume que sufren estas mujeres no puede ser la forma de tratarlas.
Dejar en la parada a esas mujeres es más bien convertir el cuerpo de estas en el campo de batalla entre quien se considera defensor de la democracia y ese enemigo imaginado como todo lo contrario. En ese tira y afloja la perdedora es de nuevo la mujer. Pero ese defensor sólo actúa así con la que lleva velo integral, no, por ejemplo, con la que lleva escasa ropa cuando hace frío. A esa última, puede que algunos de esos defensores incluso la “agasajen” con un piropo. La islamofobia de la sociedad local, tan naturalizada que ni nos damos cuenta de ella, es el factor que sesga la mirada.
Ver más sobre el tema en página 60: Marjane Satrapi