(Galde 25, uda/2019/verano). Belén González e Ignacio Gámiz (Coordinadores del Programa Por los Buenos Tratos en Acción en Red Andalucía).-
Este artículo describe someramente el Programa Por los Buenos Tratos (PLBT) con objeto de ilustrar una experiencia de intervención socioeducativa feminista pilotada por chicos y chicas jóvenes. Se trata de una iniciativa de la ONG Acción en Red de educación en valores, una propuesta para la acción colectiva que posibilite impulsar los cambios sociales necesarios para erradicar el sexismo y la violencia 1.
Tanto el contexto actual como la realidad sobre la que incide hacen hoy esta iniciativa especialmente pertinente. Un contexto de auge del feminismo, con un creciente apoyo por parte de los hombres 2, de expansión del movimiento a nivel global, con una fuerte iniciativa institucional y con la irrupción de sectores conservadores y populistas de derechas que cuestionan algunas ideas hegemónicas de dicho movimiento.
Por otro lado, tras más una década de intervención, nos reafirmamos en la necesidad de priorizar la labor preventiva y de educación en valores con personas jóvenes, particularmente en el ámbito de las relaciones afectivo-sexuales. Es en esa esfera de la pareja y/o ex-pareja heterosexual donde se están produciendo los mayores índices de violencia sexista contra las mujeres y es también ahí donde se reflejan singularidades, como las concepciones problemáticas sobre el amor y la pareja, que merecen una atención específica. Este ámbito relacional es el que se muestra más resistente a superar concepciones sexistas por parte de unas y otros, así como a eliminar comportamientos de abuso o violencia. Es relevante por tanto atender a la población joven pues pervive la violencia sexista en estas edades en las que además los programas de educación en valores son más eficaces que posteriormente. No obstante, cabe señalar que de lo expuesto no se desprende que la juventud sea más violenta que el resto de la población. Ningún estudio avala tal alarma social 3.
La cuestión es cómo se encara este grave problema social hoy y qué aprendizajes podemos extrapolar en relación al tema que nos ocupa en este dossier «hombres, masculinidades e igualdad».
En este sentido, la primera consideración en materia de prevención es que nos interesa intervenir desde una doble vertiente: individual y social. Hay que seguir trazando hojas de ruta que transiten por la necesaria autotransformación de las personas pero también por cambiar las mentalidades, las estructuras sociales, políticas y económicas que sustentan el sexismo. Y, obviamente, este nuevo escenario de irrupción feminista nos da impulso para seguir defendiendo y fortaleciendo las exigencias emancipatorias que entraña ensanchar los márgenes de libertad y de igualdad para todas las personas. Por un lado invitando a esa autorreflexión que afecta a la esfera personal, a los valores que nos guían en este ámbito, a desarrollar habilidades para el afrontamiento pacífico de los conflictos. Y por otro apostando por un compromiso personal y colectivo activo con los cambios sociales y de mentalidades necesarios para alcanzar una sociedad más justa, igualitaria y libre. Mitigar la violencia sexista requiere una fuerte implicación ciudadana, ya que nos enfrentamos no sólo con las conductas de unos pocos individuos sino también a la pervivencia de unas mentalidades y estructuras sociales que legitiman dichos comportamientos. La tarea educativa resulta imprescindible si queremos lograr los cambios culturales, socio-económicos y políticos necesarios.
De partida, para contribuir a la implicación de la juventud creemos básico tratarles en igualdad y no como un colectivo al que hay que aleccionar. Escuchando con atención sus preocupaciones, potenciando su autonomía, alentando sus iniciativas de compromiso, canalizando sus demandas en iniciativas que favorezcan su protagonismo en la gestación y desarrollo de éstas.
La segunda sugerencia es que lo hagamos en positivo. Desde el programa PLBT lo hacemos lanzando un mensaje que contiene una orientación singular más allá del nombre y que, pensamos, ha sido uno de los puntos fuertes de nuestra intervención. «Frente a los malos tratos proponemos buenos tratos». Que sean los valores sociales de igualdad, autonomía personal, libertad, resolución pacífica de conflictos, entre otros, los que guíen nuestras conductas y que la prevención implique la asunción de dichos valores y un aprendizaje de las habilidades necesarias para afrontar los inevitables conflictos interpersonales. Esto no responde a una simple estrategia comunicativa ni a un eslogan ocurrente. Por los Buenos Tratos expresa un contenido y una posición: reforzar lo mejor de cada persona para inhibir lo peor que también todos tenemos y reforzar lo mejor de la sociedad.
En este sentido instamos a perseguir una intervención integral, que entronque con la educación en valores y la defensa de los derechos humanos, dentro de los cuales se inscribe el derecho a vivir sin violencia.
Con este enfoque positivo trata de destacar la capacidad que tenemos las personas para dirigir nuestras propias vidas. Actuando sobre los factores de riesgo y promocionando los factores protectores. La políticas educativas han de alentar esa capacidad de autonomía. Desterrando «soy así y no puedo evitarlo», «así son las cosas y han sido siempre», «así son los hombres…». Si queremos estimular cambios en nuestras vidas y en nuestra comunidad podemos hacerlo: con conciencia, responsabilidad, apoyo y compromiso… De cada quien depende elegir una u otra opción. La violencia es una opción, elegida frente a otras formas posibles de enfrentarse al conflicto. Visibilizarlo es fundamental. Las personas tenemos capacidad de elección y somos responsables de nuestros actos y decisiones. Para ello es necesario hacer una reflexión consciente de lo que queremos y no queremos en nuestras vidas y en nuestras relaciones. La hoja de ruta creemos que ha de estar guiada por potenciar esos factores protectores y no sólo en alertar sobre los riesgos. Apostar por aumentar la capacidad crítica y desprendernos de esos condicionantes sociales como el sexismo o la violencia, permite ampliar los márgenes de libertad y elección de todas las personas. En definitiva se trata de ganar en autonomía y construir nuestras relaciones responsablemente sobre valores sociales como la igualdad, el respeto, la solidaridad y la gestión pacífica de conflictos.
Estas propuestas que venimos formulando difieren del aprendizaje basado en los miedos, y en las imposiciones de cómo tenemos que ser/ actuar (normativizar). Consecuentemente con esto ponemos el acento en las conductas y no en la maldad o bondad de las personas. Rechazamos conductas reprobables que dañan a las personas, pero no a las personas en sí, que si quieren y se facilitan medios, tienen la posibilidad de cambiar.
Tampoco nos vale sustituir el razonamiento por la etiqueta: «eres un maltratador» o «eres una maltratada». «Acusación» que se fundamenta en que cualquier comportamiento agresivo es maltrato y aunque sea ocasional es el inicio de una relación de maltrato. A nuestro modo de ver colocar la etiqueta es nocivo. De entrada porque un insulto puede ser el inicio de unas relaciones de malos tratos, pero puede no pasar nunca de ser eso. Pero además puede contribuir a la profecía autocumplida, a que el muchacho, la muchacha y su entorno se comporten acordes con la etiqueta que se les haya asignado reforzando dichos comportamientos.
Al contrario, creemos que la tarea educativa debe basarse en el razonamiento demostrando las ventajas de interiorizar mejores valores y también ofreciendo herramientas que permitan gestionar mejor los conflictos interpersonales. Por ejemplo, razonar que el insulto, la imposición o la amenaza son nocivos en sí mismos; producen dolor, inseguridad, malestar y por eso deben ser desterrados de las relaciones interpersonales aunque no se llegue a una relación de malos tratos. Razonar que el control en la relación de pareja es igualmente dañino aunque sea mutuo.
La tercera consideración es que nos guíe un acercamiento multicausal al fenómeno de la violencia sexista. Se trata de aprehender los factores causales más decisivos: el sexismo, las concepciones problemáticas sobre el amor y las relaciones afectivo sexuales y la tolerancia a comportamientos agresivos y violentos 4.
A nuestro modo de ver es en la interacción entre los factores causales ilustrados y las características individuales de quienes agreden lo que explica los actuales niveles de violencia en la pareja.
Queremos contrarrestar un heterosexismo que sostiene o legitima la desigualdad de género, merma las libertades y es fuente de discriminación hacia las mujeres, hacia la diversidad sexual y hacia las diferentes identidades y expresiones de género.
Alentamos una educación crítica con la problemática visión dicotómica mujer-hombre: una masculinidad, una feminidad y la heterosexualidad como únicos y «naturales» destinos. No se nace mujer, ni tampoco se nace hombre. Tenemos la capacidad de autodeterminarnos y autotransformarnos. Por ello, potenciamos la capacidad autónoma de las mujeres, distanciándonos de su victimización y oponiéndonos a medidas en nombre de una supuesta protección limitan su libertad y sus derechos. Tampoco culpabilizamos al colectivo masculino en su conjunto de esa desigualdad social sino que apelamos a su corresponsabilidad para lograr los necesarios cambios individuales y estructurales. Esta es una manera inclusiva de entender el feminismo que interpela a la implicación de todas las personas.
Queremos erradicar la violencia de nuestras vidas. Que la convivencia y el afrontamiento de los conflictos interpersonales descanse en una cultura pacifista. Que se aleje de judicializar todo tipo de conflicto y potencie herramientas individuales y sociales para abordarlos. Una cultura que promocione el diálogo, el aprendizaje de la negociación y del consenso, la mediación y los buenos tratos. La prevención inspirada en este enfoque evidencia que es un reto de toda la sociedad.
Notes:
- Sus ejes de acción desde 2005 son la formación de voluntariado, la intervención socioeducativa con jóvenes en enseñanzas medias y superiores y en el tejido asociativo, la formación de diversos agentes sociales, el estudio y promoción de propuestas dirigidas a las administraciones públicas para mejorar la intervención y la implicación ciudadana en la lucha contra la violencia sexista, la creación de recursos didácticos de sensibilización (cortometrajes, unidades didácticas, etc.) y de campañas de movilización, sensibilización y concienciación social. ↩
- El 27,6% de los jóvenes de 18 a 24 años se consideraba feminista hace cinco años. Ahora lo hace un 49,5%. Sondeo realizado por 40dB entre el 24 y el 31 de enero de 2019 para El País. Por otro lado, un 77% de hombres reconocen que la Huelga feminista está justificada según el «Sondeo especial Día Internacional de la Mujer» de Metroscopia en febrero de 2019. ↩
- Para profundizar en esta cuestión puede consultarse el artículo «Jóvenes y violencia sexista: alarmas, profecías y realidades», de Belén González y Antonia Caro publicado en 2017 en el nº 250 de la revista Página Abierta y en la revista digital Pikara Magazine. ↩
- -Para profundizar en factores de riesgo ver: «Buenos Tratos: prevención de la violencia sexista», CARO, M.A. y FERNÁNDEZ-LLEBRÉZ, F. (2010: 60-102).
-Para intervenir en el terreno de la sensibilización: GONZÁLEZ PAREDES B., HABAS LUQUE P., PARRA ABAÚNZA N., VAQUERO NARROS C., CARO HERNÁNDEZ A., MIÑÁN NOBS, N. (2008).
-Prevención de violencia interpersonal, en la pareja y… mucho más. Material didáctico para el cortometraje HECHOS SON AMORES. Editorial Talasa. Madrid.
-Propuesta didáctica «Zona libre de control». Producida por Acción en Red Andalucía.
-Web «Placeres fílmicos: el amor y la sexualidad en el cine desde los buenos tratos».
-Campañas de sensibilización diversas alojadas en www.porlosbuenostratos.org ↩