Galde 32 udaberria/2021/primavera. Juanjo Álvarez.-
Vivimos en una época de transformación radical de nuestros marcos de referencia y el pacto verde europeo emerge como una sugerente iniciativa política ante la emergencia climática. ¿Cómo debemos actuar desde la dimensión de la gobernanza para transformar el actual modelo neoliberal en otro sostenible, justo y equitativo? el punto de partida pasa por asumir la interdependencia entre los diferentes poderes políticos, la soberanía compartida entre los mismos y los retos de las democracias en un mundo globalizado en el que los Estados se muestran impotentes para asumir por sí solos las respuestas a toda esa complejidad sobrevenida.
Entre los muchos interrogantes que cabe plantear cabe proponer estos: ¿Qué modelo de gobernanza, qué actores, con qué metodologías y en qué tipo de procesos para tomar qué decisiones? una transición del calado que propone el Green Deal requiere un nuevo modelo de gobernanza capaz de articular a todos los agentes políticos, sociales y económicos de todos los niveles. Teniendo en cuenta que hoy se dispone de tecnología, de conocimiento e instrumentos financieros suficientes para hacer la transición, el gran reto que se plantea es el de la gobernanza.
El Pacto Verde Europeo define una nueva estrategia de crecimiento sostenible que tiene como objetivo transformar el modelo socio económico de la UE en una economía moderna que sea a su vez eficiente en el uso de los recursos sin dejar de ser competitiva. Nace desde la voluntad de liderar la transición ecológica con arreglo a criterios de justicia social y representa una catártica oportunidad para incorporar las lecciones que la pandemia nos está dejando y plantearrespuestas estructurales, no meramente coyunturales, que contribuyan al cambio de modelo político, económico y social.
A la triple crisis (sanitaria, económica y social) que nos toca vivir se suma la dimensión climático-ambiental, algo opacada ahora ante el impacto de la pandemia pero que debe ser atendida sin dilación. Y todo ello debe ayudarnos a reflexionar: este reto exige grandes acuerdos, nuevos y reforzados consensos políticos y sociales. ¿Estamos preparados para ello, podemos de verdad encauzar mediante una radical transformación de las bases de la gobernanza un Pacto Verde tan ambicioso como necesario?
Una de las mejores reflexiones que nos dejó Jean Monnet, uno de los padres fundadores del proyecto europeo, merece la pena ser rescatada hoy: nada es posible sin las personas; nada subsiste sin las instituciones. Culminar con éxito este gran reto requiere una rebelión cívica anclada en la solidaridad, en la responsabilidad social; exige reforzar nuestra pujanza como sociedad civil cohesionada. No dejemos que las potentes inercias del pasado nos atrapen, seamos reactivos, innovemos, impulsemos iniciativas en las que podamos ser útiles. Conquistemos, civilicemos nuestro futuro. Está en nuestras manos.
Quizá los Estados son en ocasiones demasiado grandes para problemas pequeños, pero hoy resultan también demasiado pequeños para los grandes problemas como el que representa el cambio climático y la degradación medioambiental: el diseño institucional y las herramientas de que disponen los Estados devienen por sí solas insuficientes para hacer frente a dinámicas como las desencadenadas por esta crisis climática y son muestra evidente de la imposibilidad de afrontar tales retos globales solo desde la perspectiva y con el protagonismo de los Estados y de las Organizaciones gubernamentales.
La interdependencia e interacción recíproca de toda esa suma de factores hace que no puedan enfocarse ni mucho menos solventarse en clave de territorialidad estatal: son ámbitos en los que debe abrirse camino una nueva forma de actuación basada en la cooperación multinivel.
Cabe hablar de una geopolítica del cambio climático: asistimos a una efervescencia social en torno a la defensa del planeta, un gran reto que nos interpela a todos, sin duda. La humanidad se ha erigido en el eje geológico del mundo por nuestra capacidad para modificar el clima; nos hemos convertido en una potencia telúrica que interfiere en los grandes ciclos del planeta.
Merece la pena analizar algunos datos para la reflexión, centrados en la compleja geopolítica mundial que contextualiza el debate climático y en otros de gran relevancia para nuestro futuro social. La idea clave o central de todo el pensamiento y de la teoría económica de Adam Smith, padre de la ideología clásica del capitalismo (liberalismo económico) decae ante problemas tan globales como el de la sostenibilidad de nuestro plantea: afirmaba Smith que el egoísmo del ser humano es la clave del bienestar de la sociedad en su conjunto. Frente a esa tesis, y ante un reto global o mundial como el climático, solo la solidaridad responsable y compartida podrá permitir avanzar para gestionarlo con éxito.
Pero la ambición ambiental del Pacto Verde no se hará realidad si Europa actúa en solitario. Los factores que impulsan el cambio climático y la pérdida de biodiversidad son de alcance mundial y no se ven limitados por las fronteras nacionales. La UE puede y debe utilizar su influencia, sus conocimientos técnicos y sus recursos financieros para movilizar a sus vecinos y socios con el fin de que se unan a ella en una senda sostenible.
El Pacto Verde fomentará un uso coherente de todos los instrumentos de actuación: la regulación y la normalización, la inversión y la innovación, las reformas nacionales, el diálogo con los interlocutores sociales y la cooperación internacional. El pilar europeo de derechos sociales guiará la acción velando por que nadie se quede atrás.Conceptualmente uno de los aspectos más interesantes del plan es la constatación de la interconexión entre objetivos económicos, sociales y ambientales.
De ahí que el Pacto verde apueste por actuar en todos los niveles políticos mediante herramientas diferentes que incorporan la regulación, la estandarización, la inversión, la innovación, reformas en los Estados miembros, diálogo con los agentes sociales y cooperación internacional, entre otros.
La complejidad del proceso de transformación que tiene que abordar Europa, con multitud de agentes y sectores involucrados y con un amplio abanico de herramientas de actuación con impactos muy distintos otorga a la gobernanzauna relevancia estratégica. El marco institucional será clave. Si esto no funciona se podría perder el apoyo ciudadano.Europa no tiene otra alternativa. No tenemos energía, la sociedad está concienciada, los otros bloques no están actuando. Hay que europeizar el proceso y profundizar en la integración.
El plan y el objetivo de acelerar la transición energética europeano será realmente efectivo sin una actualización más profunda de la gobernanza de la UE: Europa debe dirigirse hacia un modelo decisivamente más federal. En efecto, para llevar a cabo esos ambiciosos objetivos no será suficiente la buena voluntad de la Comisión Europea. Hay que empezar con una revisión minuciosa del derecho europeo en el ámbito del sector energético y conferir a las instituciones europeas con poderes más fuertes para asegurar que todos los Estados europeos respeten los objetivos y las obligaciones del Pacto Verde.
La innovación debe ser radical: hay que atreverse a innovar apostando por nuevas formas de colaboración público-privada para aprovechar todo el potencial creativo y la experiencia acumulada. Reconstruir económica y socialmente nuestras sociedades requiere nuevas fórmulas y coaliciones aprendiendo de las experiencias de las viejas fórmulas jurídicas; es necesario articular nuevas fórmulas de colaboración con la participación de la sociedad civil en su diseño y control para que las hagan suyas.
Necesitamos que las instituciones europeas asuman un nuevo liderazgo para relanzar la economía, pero esa dimensión público-institucional requiere además una conexión y una coordinación con la gestión empresarial. Y a todo ello debe añadirse la dimensión social. Se trata de dar nueva coherencia y sentido a la colaboración público-social-privada para lo que igualmente necesitamos una delicada estrategia de comunicación y pedagogía.
El reto merece la pena, hay que dejar atrás el escepticismo y el pesimismo, que siempre frenan la laboriosidad, y avanzar coordinados hacia el objetivo de este Pacto Verde Europeo. Solo así podremos civilizar y conquistar de forma colectiva nuestro futuro.
Juanjo Álvarez. Catedrático de Derecho Internacional Privado. UPV/EHU.
Secretario Globernance.