Menos recursos para sanidad y educación. Más desigualdad. Los ricos más ricos. Los pobres más pobres. Derechos laborales cada vez más restringidos. Precariedad, explotación, miedo a ser despedido. Frenazo a la igualdad entre mujeres y hombres. Falta de acción decidida ante el maltrato. Dependientes más abandonados. Políticas anti personas. Exclusión social. Estudiantes que no pueden continuar sus estudios universitarios. Mordazas varias en las calles y en los medios de comunicación. Televisión pública manipulada hasta la nausea. Uniformidad frente a diversidad. Inmovilismo. Jóvenes y no tan jóvenes obligados a emigrar. Democracia de baja intensidad. Corrupción. Escasa transparencia. Cuatro años para completar la avanzada tarea de destrucción de lo público. Se desvanecieron los efectos de las masivas movilizaciones de los primeros años de la legislatura, las
huelgas contra la reforma laboral, las distintas y novedosas mareas. Cientos de miles de votos progresistas irán a la papelera por la falta de unidad. Mientras las izquierdas se acusan, insultan, desprecian y destrozan, la derecha espera, pacientemente, su triunfo en las urnas. No aprenderemos. Es cierto que en algunas comunidades varios partidos progresistas establecieron acuerdos, entre ellas Canarias, Galicia o Comunidad de Valencia. Pero fueron la excepción, no la norma. Lamentaremos la oportunidad perdida. No haber sido capaces de…
Poner, una vez más, por delante lo que separa, no lo que une. Considerarse “los únicos que”… No lograr plasmar en las urnas el país de centro izquierda que muestran los estudios sociológicos. Privilegiar el yo al nosotros/as. La suerte ya está echada. O no. Vaya usted a saber.
Enrique Bethencourt