(Galde 04, otoño/2013). El sector del libro quizás sea en estos momentos, dentro de la cultura, el que mejor refleja el refrán de ‘a río revuelto ganancia de pescadores’.
Los últimos datos que ha hecho públicos Eurostat en septiembre reflejan, en relación al 2007, un descenso general de los consumos culturales.
Los datos de mercado interno en relación al libro, tanto de los editores como de los libreros indican esa misma tendencia, pero agudizada; con descensos que se sitúan por encima del 10% interanual en los últimos años.
Curiosamente, en los últimos meses, octubre y noviembre parece existir un falso florecer de congresos y jornadas en torno al libro, la cultura y lo electrónico o digital.
Me llama poderosamente la atención el programa que, en general, ofrecen y que tiende más a hablar de la mediación, los aparatos para la lectura, que de los contenidos. Como si en tiempos pasados en un Congreso sobre el libro y la lectura se hablara más de imprentas, tipos de papel y modelos de impresión que de contenidos y espacios de mediación.
Alguno, incluso, ha sido patrocinado por Amazon. Curioso que después de las intervenciones de sus ‘popes’ no hubiera ninguna posibilidad de preguntas.
En el fondo ello supone con claridad un reflejo de lo que se está cociendo en el sector del libro y de cuál es la mano que quiere mecer la cuna sin que los demás nos enteremos.
En cualquier caso siempre hay, de fondo, un mantra interesado que grandes empresas tecnológicas y de venta y algunos consultores engañados repiten sin cesar: ‘hay que subirse a este carro porque si no te quedarás fuera del mercado y, además, hay que hacerlo ya’.
Cuando uno echa la vista atrás y ve las previsiones de penetración que algunas grandes consultoras hacían, por ejemplo, para el año 2006, donde se hablaba que el libro electrónico iba a suponer el 17% de las ganancias de los grupos editoriales solo le queda a uno la posibilidad de sonreír y de plantear, quizás otros mantras más modestos, pero más plurales.
1. El libro y la lectura no tienen un único futuro, sino ‘muchos futuros’. Los futuros unidimensionales son falsos e interesados.
2. Hablar de edición electrónica o digital es una gran mentira. Los autores siguen pensando en papel y linealidad y los editores no invierten con seriedad porque no quieren, no saben o no les interesa.
3. Los únicos interesados en este ‘ruido’ son las plataformas comerciales. Amazon para más señas. Su negocio no es crear y socializar. Es vender lo que sea, y a ser posible explotando 1.
4. Utilizar el DRM y los formatos y soportes propietarios es atentar contra una de las funciones claves de la lectura: la conversación compartida.
5. La lectura, incluso la hipertextual, es un proceso lento que cohabita mal con las prisas del mercado.
6. Conviene preguntarse, como ya lo hizo Eva Orúe si hay libreros, editores y autores que no sean físicos. Si las máquinas venden, editan y crean solas 2.
7. Bibliotecarios, seguid hablando y enredando porque sois los que ayudáis a poner la ciudadanía y sus derechos como centro del debate. Cuando hay personas que trabajan en bibliotecas en el debate, el discurso toma nuevas dimensiones y aparece la vida cotidiana.
Y dejo para el final una reflexión que nos acerca César Rendueles:
Google, App Store, Amazon o eBay. El secreto de estas empresas es el tamaño. Mediante la concentración extrema, estas compañías son capaces de extraer grandes cantidades de dinero a partir de la acumulación de beneficios infinitesimales. No hay, en principio, nada ilegítimo en ello. Pero las dimensiones de estas compañías les confieren una capacidad de influencia desproporcionada que altera la oferta y la demanda culturales. No son meros mediadores neutros sino que transforman nuestras expectativas y la de los productores. Por eso hay un intenso paralelismo entre estas prácticas y la especulación monetaria, en la que es crucial el enorme volumen de las masas de dinero invertidas 3.
Txetxu Barandiarán
Notes: