(Galde 02, primavera/2013). ¿De qué hablamos cuando hablamos de “crisis de la política”?
Cuando en las reuniones preparatorias del primer número de Galde hablábamos del tema del dossier, la crisis económica y la crisis política aparecían como un gran tema, con innumerables ramificaciones y conexiones. Ciertamente pueden verse como dos dimensiones específicas de una crisis que, al menos desde una perspectiva progresista y solidaria, es en el fondo la crisis del binomio capitalismo-democracia. La necesidad de un análisis en profundidad de los diversos temas implicados y el interés de poder contar con voces diversas que reflexionaran y opinaran sobre los mismos, implicaba ya conceder un espacio notable a cada problema por separado. Pensamos que el balance relativo al primer dossier es plenamente satisfactorio y esperamos haber conseguido un resultado similar con este segundo.
En cierta medida, nos proponíamos hablar ahora en torno a tres grandes bloques de problemas. En primer lugar, sobre la crisis de la política entendida como crisis de la polis, esto es una crisis básica de la democracia en cuanto sistema de participación activa. Una crisis particularmente aguda en el caso español, donde el sistema político presenta unas anomalías particulares, como la corrupción o un sistema de partidos políticos altamente burocratizado e incontrolado, pero una crisis en última instancia patente en todo Occidente. Es evidente que superada la euforia revolucionaria de los años 60 y 70, que aspiraba a superar la democracia con otro tipo de alternativas radicales en el fondo bastante cuestionables a la vista de las experiencias históricas, hoy se coincide más o menos universalmente en un horizonte reformista, de mayor o menos radicalidad, pero que no cuestiona el entramado democrático básico. ¿Pero es la democracia un ideal que en realidad nunca ha llegado a realizarse o hay esperanza de poder plasmar ese ideal en algún momento y lugar?
En segundo lugar, queríamos abordar los elementos estructurales que dificultan una transformación (o regeneración) profunda del sistema político y su posible reforma y, más en concreto, el problema de los partidos políticos. ¿Son la solución o son el problema?, ¿es inevitable la clase política en los sistemas parlamentarios institucionalizados, en sociedades complejas y grandes?, ¿asistimos al agotamiento de un determinado modelo político-institucional: partidos, sindicatos, ONGs, etc.?
En tercer lugar, resultaba obligado abordar el fenómeno de los nuevos movimientos y plataformas sociales de protesta, que han certificado, sin posibilidad de velos ni disimulos, el desprestigio de una política y unos políticos crecientemente alejados de la sociedad civil. Un fenómeno reciente, síntoma de irritación y desafección, pero también de compromiso y participación activa, que está marcando la actualidad política y social en los últimos años. Es posible que este fenómeno, con sus limitaciones y ambigüedades, ayude a conformar unas alternativas, una recuperación de la acción política que, forzosamente, ya no podrá limitarse al sistema institucional tradicional.
Para hablar de todos estos temas hemos pedido su opinión a una serie de personas, del mundo académico y político, que han respondido, en nuestra opinión de forma magnífica, dando lugar a un dossier que si, como es lógico, no agota el tema, sí contribuye a profundizar en todos una serie de problemas de inexcusable actualidad. A todos ellos, a todas ellas (I. Zubero, D. Innerarity, A. Fernández Savater, V. Urrutia, S. Forti, B. Altuna, O. Rodríguez Vaz, M. Rubio, F. Ovejero, P. Ibarra. E. Del Río) nuestro agradecimiento en nombre de Galde.
A.D.