Galde 42, Udazkena 2023 Otoño. Antonio Fuentes, Angelines Alberto.-
La inteligencia artificial (IA) no es una disciplina recién creada, aunque su impacto mediático y su penetración en nuestras vidas se han hecho notar hace relativamente poco tiempo y esté presente en casi todos los aspectos de nuestro entorno.
Aunque en la década de los 50, Alan Turing escribió el artículo “Máquinas de computación e inteligencia”, lo que le convierte en una figura destacada en la historia de la inteligencia artificial, es importante señalar que el desarrollo de la IA tuvo raíces en la década de 1940, cuando brillantes matemáticos sentaron las bases para este campo. Entre ellos se encuentra John von Neumann, quien diseñó la arquitectura que lleva su nombre, un avance crucial en el desarrollo de las primeras computadoras de propósito general. Además, Norbert Wiener fue uno de los primeros en teorizar sobre cómo las máquinas podrían simular el comportamiento inteligente, argumentando que este era el resultado de mecanismos de retroalimentación. Las contribuciones de estos pioneros fueron fundamentales para el posterior desarrollo de la IA.
Pero si hay un hito que marcó el comienzo de la IA fue la Conferencia de Darthmouth, en 1956. En este evento, se discutió la posibilidad de crear máquinas capaces de imitar la inteligencia humana y realizar tareas intelectuales. Fue un punto de inflexión en la historia de la IA y marcó formalmente el comienzo de esta disciplina como campo científico. Cuatro científicos brillantes, John McCarthy, Nat Rochester, Claude Shannon y Marvin Minsky, a quienes se considera los padres de la IA, acuñaron el término Inteligencia Artificial en esta conferencia.
Muchos otros han seguido contribuyendo al desarrollo de la inteligencia artificial, disciplinaque ha tenido sus altibajos a lo largo de su historia. Sin embargo,la década de 2010 ha marcado un punto de inflexión indiscutible en el crecimiento exponencial de la inteligencia artificial hasta convertirse en un componente integral de nuestras vidas. Este crecimiento se ha debido principalmente al aumento de las capacidades de computación y, en general, de las tecnologías de la información y las comunicaciones. Además, la evolución tecnológica en la mayoría de los sectores industriales y su uso cotidiano por parte de la sociedad están generando vastas cantidades de datos que pueden procesarse de forma automática (Big Data).
Además, la mejora de los algoritmos de inteligencia artificial, destacando el aprendizaje profundo, y el procesamiento de la información, así como las inversiones tanto públicas como privadas en investigación y desarrollo de la IA, han dado lugar a aplicaciones prácticas que están suponiendo una nueva revolución. Su repercusión está siendo tan grande que, algunos países entre ellos España, han creado una estrategia nacional de inteligencia artificial para su aplicación en diferentes áreas y sectores tales como salud, industria, administración pública, agricultura, alimentación, ciberseguridad, transporte, automoción, compras online, domótica, motores de búsqueda, asistentes virtuales, traducción y compras online.
La inteligencia artificial (IA) es, por tanto, una herramienta muy sofisticada en continua evolución que ha transformado profundamente la forma en que interactuamos con la tecnología y el mundo que nos rodea. Desde asistentes virtuales que nos ayudan en nuestras tareas diarias hasta sistemas de diagnóstico médico de vanguardia, la IA ha demostrado su capacidad para automatizar procesos, mejorar la eficiencia y tomar decisiones sofisticadas. Como ejemplos de aplicaciones que usan inteligencia artificial podríamos citar aChatGPT, cuyo impacto mediático es indiscutible, o asistentes virtuales como SIRI, Cortana o Alexa, que son usadas a diario por millones de personas, u otras no tan conocidas como aplicaciones en el área de salud para, por ejemplo, ayudar a la detección temprana de tumores en imágenes médicas permitiendo diagnósticos más precisos y tratamientos más efectivos.
A pesar del impacto tan positivo que la inteligencia artificial ha tenido y continuará teniendo en la sociedad, es esencial abordar sus implicaciones éticas, sociales y de privacidad.
Un ejemplo es como el mundo del arte se está viendo impactado por la inteligencia artificial. La creación de arte ya sea música, pintura, literatura u otra disciplina, se basa en aspectos no tangibles como la creatividad, imaginación, intuición, emociones, etc, cualidades que actualmente no dispone y difícilmente podrá llegar a tener un algoritmo de inteligencia artificial, pero sí existen desafíos para que estos algoritmos se aproximen a estas cualidades pudiendollegar a cuestionarnuestra definición de creatividad y originalidad. La capacidad de la IA para generar obras de arte y música, por ejemplo, plantea adicionalmente dudas sobre la propiedad intelectual y el reconocimiento de la autoría. A medida que nos adentramos en un mundo donde las obras creativas pueden ser generadas por algoritmos, surge la interrogante de quién es el creador legítimo de tales obras.Este desafío se traduce en un dilema tanto legal como filosófico. En términos legales, los sistemas de IA no pueden ser considerados autores en el sentido tradicional, lo que plantea la necesidad de revisar y adaptar las leyes de propiedad intelectual. El reconocimiento de derechos de autor y autoría es un nuevo desafío que nos plantea la Inteligencia Artificial y sobre el que actualmente hay un profundo debate. La necesidad de abordar estos desafíos legales y filosóficos se vuelve aún más apremiante. La adaptación de las leyes de propiedad intelectual y la reflexión sobre el significado de la creatividad en la era de la IA son pasos cruciales para garantizar un equilibrio adecuado entre la innovación tecnológica y la protección de los derechos de autor en el mundo de la creación artística.
En sí misma, la IA no es una amenaza para nuestra sociedad, pero su aplicación puede dar lugar a resultados no deseados cuando se utiliza de manera irresponsable o éticamente cuestionable. El hecho de poder moldear el pensamiento de nuestra sociedad, al ser capaz de analizar, procesar y personalizar información según intereses específicos, podría usarse para conducir la toma de dediciones. En este sentido, un campo que en la actualidad ha tenido un auge muy importante dentro de la inteligencia artificial es el de los algoritmos de recomendación de contenido. A través de estos algoritmos, se pueden llegar a recomendar o reforzar creencias con objetivo de manipular el pensamiento, este sería el caso de las llamadas “Fake News”, donde se utiliza la tecnología de inteligencia artificial para producir artículos persuasivos y convincentes que pueden ser difíciles de distinguir de contenido legítimo, generando desinformación con la introducción de notificas falsas y contenido engañoso.
Aunque las “Face News” son un ejemplo conocido por todos, se podría pensar en otros ejemplos de aplicación como podría ser la selección de personal para que favorezca a determinados tipos de grupos demográficos. Por tanto, la aplicación de estas técnicas podría impactar directamente en la propia democracia, y en concreto, en la toma de decisiones democráticas por parte de los ciudadanos (caso “Cambridge Analytica”).
Como se puede ver, la inteligencia artificial es una tecnología poderosa que está transformando nuestra sociedad, en la mayoría de los casos, de forma imperceptible. Es por todo esto, por lo que se hace necesario abordar cuidadosamente la aplicación de la tecnología desde un punto de vista de ético, social, y de privacidad, donde la transparencia y la regulación deben ser el pilar básico para evitar socavar los principios democráticos.
Por ello, garantizar que la IA beneficie a la humanidad en lugar de perjudicarla necesita un enfoque multidisciplinar que involucre a científicos, tecnólogos, éticos, legisladores y a la sociedad en su conjunto. La regulación efectiva, la transparencia y la educación son elementos clave para aprovechar al máximo el potencial de la IA mientras se controlan sus riesgos.
La inteligencia artificial es una herramienta muy potente que va a mejorar nuestra calidad de vida y resolver problemas complejos, pero su uso debe ser guiado por principios éticos sólidos, y por ello, debe ser regulada con objeto de garantizar su beneficio a toda la sociedad. El futuro de la IA dependerá en gran medida de cómo abordemos estos desafíos en constante evolución.
Angelines Alberto Morillas.- (RedIris) Subdirector de Sistemas de Seguridad de RedIRIS.
Antonio Fuentes Bermejo.- (CIEMAT) Doctora en Ciencias de la Computación. Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas, CIEMAT.