La guerra de Ucrania y el aumento de la inseguridad alimentaria mundial

 

Campo de cebada en la región de Odesa, Ucrania. (AFP via Getty Images)

Galde 44, Udaberria 2024 Primavera. Karlos Pérez de Armiño.-

Una de las múltiples consecuencias globales de la invasión de Ucrania, y no una menor, ha sido el incremento de los precios de los alimentos y del hambre en el mundo. De forma deliberada, Rusia ha puesto en el punto de mira la producción y las exportaciones agrícolas ucranianas, dañando el acceso a los alimentos y aumentando la inseguridad alimentaria entre las poblaciones más vulnerables del Sur Global altamente dependientes de sus importaciones. El fenómeno va más allá de un mero efecto colateral característico de cualquier guerra: constituye una táctica bélica y un medio para ahogar económicamente al país ocupado, pero también puede interpretarse como una baza de presión geopolítica internacional, una demostración de fuerza por parte de Moscú.

Agraciada por unas tierras muy fértiles, Ucrania es el ‘granero de Europa’, su principal productor de cereales y uno de los principales exportadores agrícolas del mundo: el primero de aceite de girasol (50% de las exportaciones mundiales), el tercero de cebada (18%), el cuarto de maíz (16%) y el quinto de trigo (12%). En 2021 exportó cereales por 11.500 millones de euros, abasteciendo a unos 600 millones de personas. A esto hay que añadir la importancia que igualmente tiene Rusia en la exportación de alimentos. En los años previos a la guerra, entre ambos países sumaban el 50% de las exportaciones mundiales de aceite de girasol, el 30% de las del trigo y 20% de maíz. En definitiva, son dos piezas clave del suministro alimentario mundial.

Ahora bien, las fuertes convulsiones provocadas por el inicio de la guerra, tales como los desplazamientos de población, las interrupciones del transporte, o el desabastecimiento de insumos agrícolas, acarrearon una caída del 29% de la producción cerealista de Ucrania. El comienzo de la guerra forzó a sus agricultores a sembrar un 22% menos de superficie, 2.8 millones de hectáreas, equivalentes casi al tamaño de Bélgica.

Pero no solo eso. La producción agrícola ucraniana ha sido además un objetivo militar deliberado para Moscú. Su ejército ha bombardeado la infraestructura agrícola, ha quemado campos dañando su capacidad productiva futura y ha destruido los silos donde se acumulaba la cosecha de 2021/22. Además, algunas evidencias demostrarían que Rusia ha robado reservas de grano en las zonas ocupadas para vendérselas a Siria. Como consecuencia, la guerra ha conllevado una notable disminución de la producción agrícola de Ucrania.

Ahora bien, más drástico ha sido aún el impacto que ha tenido sobre la disminución de sus exportaciones de alimentos. Si antes de la guerra exportaba más de 6 millones de toneladas de cereales al mes, al comienzo de la guerra esa cantidad se desplomó a entre 1.5 y 2 millones.La razón es el bloqueo que Rusia impuso a sus puertos en el Mar Negro, por donde habitualmente daba salida al 90% de sus exportaciones de grano.

Cabe añadir que las sanciones impuestas por Occidente a Rusia (que afectan a su sistema bancario, empresas logísticas y navieras extranjeras operativas en el país), también han podido afectar a las exportaciones de alimentos y de fertilizantes agrícolas de este país. La cuestión es objeto de controversia, pues Rusia denuncia ese impacto negativo mientras que la UE sostiene que sus sanciones no han afectado a los alimentos.

En este contexto, hay que mencionar dos importantes iniciativas políticas adoptadas para aliviar las dificultades de Ucrania para comercializar su producción. La primera consiste en los “corredores de solidaridad” establecidos por la UE, esto es, rutas alternativas de exportación, a través de otros países europeos por carretera, ferrocarril, vía fluvial, o desde los puertos polacos o el puerto rumano en el Mar Negro. Sin embargo, diversos problemas logísticos, como los diferentes anchos de vías, han dificultado transportar grandes volúmenes. Un problema añadido ha sido la reticencia de varios países del Este de Europa a que los productos ucranianos fluyeran por ellos, por la competencia que acarreaban para su propia producción, por lo que la UE autorizó que prohibieran su venta en sus territorios.

Más relevante aún fue la Iniciativa sobre la Exportación de Cereales por el Mar Negro, establecida en julio de 2022 entre Rusia y Ucrania con el respaldo de las Naciones Unidas y Turquía. El acuerdo permitió crear un corredor marítimo seguro desde varios puertos ucranianos, a cambio de que los barcos que llegaran a los mismos fueran inspeccionados para evitar la importación de armas. La iniciativa permitió exportar 33 millones de toneladas de alimentos (un 65% del trigo se orientó a países en desarrollo) y un descenso de los precios internacionales (del 17% en el trigo y del 26% en el maíz), lo cual contribuyó a aliviar la crisis alimentaria de millones de personas en países como Etiopía, Somalia y Yemen.Sin embargo, en julio de 2023 Rusia se retiró del acuerdo, aduciendo que no se cumplían las condiciones para su extensión.

En consecuencia, la guerra de Ucrania, combinada con el impacto derivado de la Covid-19, ha supuesto una crisis alimentaria global. La falta de abastecimiento provocó un fuerte aumento de los precios mundiales de los alimentos básicos. Así, en marzo de 2022 los del trigo habían aumentado un 58% y los de los cereales un 34% con respecto a marzo de 2021. A partir de mayo de 2022 disminuyeron gracias a las medidas antes citadas para facilitar las exportaciones, pero volvieron a subir en julio de 2023 al renunciar Rusia a los corredores seguros. Aunque las últimas cosechas mundiales han estabilizado los precios, el suministro mundial sigue siendo incierto por el conflicto.

Estas subidas de los precios han afectado sobre todo a regiones muy dependientes de la importación de alimentos ucranianos, como África y Oriente Medio.Entre 2016 y 2021, Ucrania destinó el 92% de su trigo a países asiáticos y africanos, principalmente al Norte de África (27%, destacando Egipto con el 14%), Asia-Pacífico (30%, incluyendo 13% para Indonesia), y Asia Meridional y Nororiental (14% cada una). En conjunto, el aumento de los precios básicos generó un incremento de la inseguridad alimentaria en 33 países africanos y en 9 países asiáticos, algunos con altos niveles de inseguridad alimentaria y muy dependientes de las importaciones tanto de Ucrania como de Rusia, como Sudán, Etiopía y Somalia.

Aunque el encarecimiento de los alimentos tiene alcance global, hay que subrayar que sus efectos son particularmente perniciosos sobre los países más pobres y, en ellos, sobre las familias con menos recursos. En efecto, estas llegan a destinar hasta el 70-80% de su presupuesto a la compra de alimentos, por lo que una subida de sus precios se traduce en una grave merma de su poder adquisitivo y en un aumento de la pobreza y la subnutrición.Como resultado, el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas estimó que unos 47 millones de personas podían sufrir inseguridad alimentaria aguda como resultado del conflicto de Ucrania.

Como vemos, la guerra de Ucrania constituye un motivo de tensión adicional a la cadena global de aprovisionamiento de alimentos y un factor adicional a los que vienen afectando a la inseguridad alimentaria mundial: impactos de la pandemia de la Covid-19, crisis económica, cambio climático, conflictos armados, etc.

Como decíamos al comienzo, Rusia ha utilizado el alimento como un arma de guerra en Ucrania y la inseguridad alimentaria global como un mecanismo de presión geopolítica en el contexto de su rivalidad con Occidente. Diferentes voces han acusado a Rusia de provocar una crisis alimentaria mundial, como el presidente ucraniano Zelensky, el Secretario de Estado de EEUU, Antony Blinken, y el Consejo Europeo del 23 y 24 de junio de 2022. Pero, más allá de estas declaraciones, es dudoso que tales prácticas tengan consecuencias punitivas para Moscú. La Resolución 2417 aprobada por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas en 2018 prohíbe el uso del hambre como arma de guerra; pero, si ya resulta difícil su aplicación efectiva en el caso de guerras civiles en países periféricos, mucho más lo es cuando su responsable es una potencia como Rusia.

Karlos Pérez de Armiño.
Profesor de Relaciones Internacionales.
Investigador de Hegoa, Instituto de Estudios sobre Desarrollo y Cooperación Internacional (UPV/EHU).

Categorized | Dossier, Política

Un mundo en cambio, Iñaki Gabilondo. STM | Galde

UCRANIA

Protagonistas

Juan Gutiérrez
Cristina Monge
Pedro Arrojo Agudo
Iñaki Gabilondo
Ana Valdivia
Dora María Téllez
Pedro Miguel Etxenike
Marta Cabezas
Tomás Arrieta
Maixabel Lasa
Carlos Berzosa
Esteban Beltrán
Lurdes Imaz
Garbiñe Biurrun
Javier Moreno Luzón
Koldo Martinez
Tomás García Azcárate
Lourdes Oñederra
Mikel Reparaz
Virginijus Sinkevicius
Laia Serra
Gerardo Pisarello
Daniel Raventos
Daniel Innerarity
Yayo Herrero
María Eugenia Rodríguez Palop
Carlos Juárez
Helena Taberna
Pablo J. Martínez Osés
Koldo Unceta
Xabier Aierdi
Aitzpea Goenaga
Javier de Lucas
Ander Bergara
Garbiñe Biurrun
Pedro Santisteve
Marina Garcés
Carod Rovira
María Silvestre
Joao Pedro Stédile
Enrique Villareal "El Drogas"
José Luis Rodríguez García
Adela Asúa
Xabier Rubert de Ventós
Catarina Martins
Iñaki Gabilondo
Alberto Acosta
Victoria Camps
Lluís Torrens
Mario Rodríguez Vargas
Mikel Aizpuru
Marta Macho Stadler
Ramón Sáez Valcárcel
Frédéric Lordon
Xabier Vence
Carmen Gisasola
Paco Etxeberria
Cristina Narbona
Juan Calparsoro
Joaquim Bosch
Idoia Estornés
Iñigo Lamarca
Tarana Karim
Txema Urkijo
Dolores Juliano
Yayo Herrero
José Ignacio Lacasta
Gurutz Jáuregui
Silvia Gil
Ramón Barea
Daniel Cohn-Benditt
Ada Colau
José Manuel Naredo
Anna Freixas
Carlos Beristain
Carlos Berzosa
Manuela Carmena
Gloria Flórez Schneider
Paco Etxeberria
Cristina Narbona
Juan Calparsoro
Idoia Estornés
Iñigo Lamarca
Tarana Karim
Txema Urkijo
Dolores Juliano
Yayo Herrero
José Ignacio Lacasta
Gurutz Jáuregui
Silvia Gil
Ramón Barea
Daniel Cohn-Benditt
Ada Colau
José Manuel Naredo
Anna Freixas
Carlos Beristain
Carlos Berzosa
Manuela Carmena
Gloria Flórez Schneider
Sebastião Salgado
Eugenia Nobati, Argentina
“LIKE”. Eduardo Nave
Txema García
Sebastião Salgado
Canción de París
Jose Horna.
Alfredo Sabat, Argentina
"Homenage a Marcel Proust" Marisa Gutierrez Cabriada
Sebastião Salgado
"Lemoniz", Mikel Alonso
Metro de París
Jose Horna.
Encaramado a la valla de Ceuta
Antonio Sempere
"El mal del país" José Blanco
Txema García
Txema García
"El origen del mundo" José Blanco
"El instante decisivo" Iñaki Andrés
Refugiados sirios: Mujer cocinando
"Mujeres del Karakorum", Mikel Alonso
Sebastião Salgado
Txema García
“JAZZ for TWO”, José Horna
Txema García
“LIKE”. Eduardo Nave
Porteadoras
La larga espera
Shushi (República del Alto Karabakh —Artsakh—, 08/10/2020)
"Homenaje a Federico García Lorca" Marisa Gutierrez Cabriada
Fotografía de José Horna
Irene Singer, Argentina
Fotografía de José Horna
Sueños Rotos
República del Alto Karabakh —Artsakh—, 06/10/2020
Debekatutako armak
Shushi (Karabakh Garaiko errepublika —Artsakh—, 2020/19/08).
"Mujeres del Karakorum", Mikel Alonso
Abrazo. Luna a Abdou
Playa del Tarajal, Ceuta
Bonill, Ecuador
“JAZZ for TWO”, José Horna
Zutik dirauena
Shushi (Karabakh Garaiko errepublika —Artsakh—, 2020/10/08)
Inmigrantes rescatados por salvamento marítimo
"El instante decisivo" Iñaki Andrés
Cientificos-Volcán
La Palma 2021

Autores