Entrevista con Javier Barajas, codirector de “Una Esvástica sobre el Bidasoa”

Karlos Ordoñez. (Galde 04, otoño/203). Después de tres años de investigación, el equipo que co-dirigió Javier Barajas reunió la documentación necesaria para elaborar el guion de “Una Esvástica sobre el Bidasoa”, documental que con notable éxito se presentó en el Zinemaldia de Donostia y ya estrenado en las salas de cine. Antes de encender la grabadora para realizar la entrevista, Javier se lanza a hablar con un entusiasmo evidente:

J. B. No nos bastaba saber que se pasearon soldados nazis por aquí. Buscábamos algo más, un argumento, una historia. Una cosa es ver unas fotos, o que algún abuelo nos cuente que se acuerda de la presencia de los fascistas alemanes, y otra es que eso tenga un hilo del que tirar. Y de ahí surgió todo lo demás.

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Javier Barajas con Nicolás Brieger en el Zinemaldia de Donostia

Y disteis con un documental inédito

J. B. Efectivamente. Al poco de empezar a investigar tuvimos la suerte de dar con la película «Im lande Basken» encargada por el régimen de Hitler. Era un documental muy bien hecho. Lo primero que encontramos fue una reseña sobre un estudio que habían hecho dos historiadores, Santiago de Pablo y Teresa Sandoval, que fue la que descubrió la película que rodaron los alemanes. A partir de ahí, ellos analizan el contexto histórico. Ahí sí que se nos abrieron las ventanas. Ellos analizaban el contexto de la ocupación alemana y los movimientos nacionalistas en ese contexto de la ocupación alemana. Les llamamos y les invitamos a participar en el proyecto. Vimos el documental, y encontramos que había un trasfondo político además de cinematográfico. Y nuestra primera misión fue investigar a Herbert Brieger, el director del film.

Espera ¿un documental hecho por los nazis sobre el pueblo vasco en plena segunda guerra mundial?

J. B. Nos llamó la atención el por qué del interés del régimen en hacer esa película sobre el pueblo vasco. En aquella época, venir a rodar una película, aunque fuera un cortometraje suponía el desplazamiento de un equipo de profesionales, cámaras, técnicos de sonido, iluminación…. Y claro, que vinieran a rodar documentales sobre la vida de los vascos era extraño. Previamente habían venido otros cineastas del régimen. Es decir, había un interés de determinadas élites nazis por determinadas etnias, y sobre todo por los vascos. Por eso de que tenían una lengua no indoeuropea, una cultura milenaria. Todo eso les atraía. Estaba el tema de la pureza racial, etc. Vimos entonces claramente que había un filón ahí, porque nadie lo había contado. Y había poquísima bibliografía.

 

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Una Esvástica sobre el Bidasoa

En plena Segunda Guerra Mundial, mientras se sucedían las victorias del Tercer Reich, un cineasta alemán y su equipo se embarcaron en un insólito proyecto: el rodaje de una película sobre la vida de los vascos.

Acabado el conflicto bélico el film se perdió y su director cayó en el olvido… hasta que medio siglo más tarde fue descubierta la única copia existente de “Im lande der Basken” (En tierra de vascos); un enigmático documental que muestra a este pueblo desde la perspectiva racial de los nazis y que está ligado al plan para establecer una alianza con el movimiento nacionalista vasco y con los representantes de otras etnias con el fin de construir un nuevo orden territorial en Europa.

70 años después, estos oscuros hechos y sus protagonistas salen a la luz gracias al testimonio de sus hijos, al descubrimiento de documentos inéditos y a la memoria de los testigos supervivientes de una época en que el dominio de la esvástica se extendía del Volga al Bidasoa.

 

Volvamos a Herbert Brieger. Aunque en un principio da la sensación de que queréis indagar sobre quién es este personaje, conforme va pasando el documental se evidencia que no es eso lo importante, sino lo que hay detrás.

Exactamente. Hemos intentado contar todos los datos posibles sobre este personaje, pero al morir tan pronto al acabar la guerra y de esa forma tan trágica que se cuenta, la familia se cerró. Es como si no hubiera existido. Luego, en el Archivo Nacional Alemán descubrimos que había hecho otras películas que dan idea del talento que tenía Brieger. No era un cineasta cualquiera. Después, su hijo, Nicolás Brieger, nos comentó que junto a Leni Riefenstahl, que era la favorita de Hitler, su padre Herbert y pocos más fueron los que se repartieron la tarta de los documentales. Leni era la que mejor se llevaba con las altas instancias, además de ser una muy buena cineasta. Luego ella trató de defenderse, cuando de mayor le hicieron entrevistas, diciendo que ella era una profesional y que tenía que vivir. “Mi padre era del partido nazi –nos contaba Nicolás- y trabajaba para la cúpula del partido. A las órdenes directas de Goebbels”. Y ahí es donde surge la pregunta, ¿qué hacía este señor aquí rodando películas? Y ahí es donde viene esa trama que intentamos explicar. Efectivamente, había unos intereses geopolíticos y también raciales de los nazis con los vascos, bretones…

¿También estuvieron rodando en Bretaña?

No lo hemos contado en el documental, porque queríamos ser muy escrupulosos con eso. Pero este hombre estuvo también en Bretaña. Casualmente estuvo rodando en el Ródano, o sea, Occitania, País Vasco y Bretaña. Curiosamente, los tres lugares de Francia que los alemanes habían seleccionado como posibles candidatos a obtener cierto grado de soberanía por lo que ellos consideraban su «pureza racial». Efectivamente, Brieger estuvo a finales del 43, comienzos del 44 en Bretaña.

¿Podemos decir que el régimen nazi estaba tratando de hacerse con material cinematográfico de pueblos «racialmente aceptables» para alimentar su proyecto posterior?

Sí, y de propaganda, porque estamos hablando de propaganda en el cine, que  era muy importante en aquella época Era como la televisión hoy en día. Formaba parte del Ministerio de Propaganda realizar ese tipo de documentales. En la 2ª Guerra Mundial, los documentalistas tenían una labor muy clara: filmar la guerra. Eso era lo primero. Hemos encontrado muchísimo material alemán grabado de la guerra.

En vuestro documental dejáis caer, que la imagen que daban esos documentales de Herber Brieger, coincidía puntualmente en parte con planteamientos del nacionalismo vasco. Llegáis incluso a demostrar que algunos miembros del PNV tuvieron contactos con la dirección nazi alemana. Es más, podemos ver a un actual miembro del PNV, antiguo alcalde de Donostia, Ramón Labayen, no sólo confirmando esos contactos, sino defendiéndolos.

Lo dice él mismo.

¿Esto se ha sabido ahora? ¿No se sabía antes?

Sí se sabía. Lo que pasa es que cualquiera que tenga eso ahí en la trastienda, lógicamente le tiene que molestar. Y claro, estás hablando de un partido político con una tradición democrática intachable. Las cosas había que ponerlas en su sitio. Pero evidentemente existen esos testimonios y esas pruebas documentales.

Los nazis controlaban prácticamente todo el continente. Y los vascos exiliados al otro lado de la frontera se preguntaban ¿y ahora qué pasa con nosotros? ¿Nos van a mandar a campos de concentración? De hecho, los agentes franquistas estaban deteniendo en Francia, en aquella misma época a republicanos, nacionalistas… A Companys, por ejemplo, el presidente catalán le habían detenido. Iban detrás de Aguirre, el lehendakari vasco, que curiosamente se escondió en la boca del lobo, en Berlín, pero esa es otra historia. Los que están aquí están bajo la bota de Franco. La mayoría están en la clandestinidad o en la cárcel. Y en Iparralde, en el País Vasco francés, la situación es más confusa. Eso nos lo contaba Labayen.

Y por otro lado hay una serie de nazis como Werner Best, que tenía un alto cargo en París y que era un ideólogo que pretendía esa unión de etnias con el III Reich. Él es el que empieza a hacer movimientos para contactar con esos representantes del nacionalismo. Y efectivamente, manda un enviado al País Vasco, y se entrevista con gente. Pasó lo mismo con los bretones. Con el Consejo Nacional Bretón, se llegó incluso a una especie de acuerdo con los nazis. Dio el paso que no llegó a dar el nacionalismo vasco afortunadamente. Se quedó todo en algunos contactos de determinada gente con algunos elementos del PNV.

Pero algo que llama la atención, más allá de los contactos puntuales, es que éstos se dieran, no sólo porque “tuviéramos que sobrevivir”, como dice Ramón Labayen, sino porque además hubiera un punto de coincidencia en cuanto a la identidad por la raza.

Sí, eso no lo decimos en el documental. Pero se sobreentiende que algo de eso hay. De hecho, el nacionalismo, en aquella época tenía una corriente más esencialista, más racial, más sabiniana pudiéramos decir, que hablaba de esa pureza racial de los vascos, por el tema de su lengua, de su cultura e incluso de los rasgos genéticos o fisionómicos. Incluso hubo algún político ya retirado que habló en cierta ocasión del RH negativo. Por tanto, eso de la pureza racial siempre ha estado ahí. Eso sí que tiene un punto de contacto con lo que hablaban los nazis de la pureza racial. Lo que pasa es que los nazis lo llevaron hasta sus últimas consecuencias, hasta un punto de no retorno. Hasta un punto terrorífico de genocidio. Así que cuidado. Estamos hablando igual de un punto de contacto, pero no es lo mismo. Por otra parte, el Partido Nacionalista, también en aquella época tenía una corriente más moderna. Aunque propugnaba la soberanía del pueblo vasco, había superado ya esa etapa de la pureza racial. Porque hay que decir que en aquella época también había inmigración en el País vasco. Y quizás Aguirre representaba ese nacionalismo más moderno. De hecho había sido el lendakari de consenso, de todas las fuerzas políticas del País Vasco, y no sólo del PNV. Entre otras cosas porque el PNV tampoco tenía una mayoría política aplastante. Había una presencia del socialismo muy importante, el Partido Comunista, Anarquismo, etc.

Por ejemplo, mucha gente se ha sorprendido de la visión de la «Europa de los pueblos» que tenía el régimen nazi. Incluso, en el Festival de Cine de Donostia, el día del estreno, alguna persona afín al nacionalismo, nos dijo «da que pensar esto, da que pensar».

Hace un momento has recordado que un dirigente ya retirado mencionó  lo del RH negativo. Te referías a Xabier Arzallus ¿Eso quiere decir que esas dos corrientes de las que hablas se han mantenido hasta la fecha en el interior del PNV?

Hay reminiscencias quizá. Yo quiero creer que hoy en día, los nacionalismos tienen perfecto derecho a reivindicar cualquier objetivo político, pero nunca,  nunca se deben de basar en cuestiones raciales. Porque en ese caso podríamos conectar con cosas como las que propugnaba el nazismo. O podemos llegar a lo que pasó en Yugoslavia. No hace falta irse a lo que pasó hace setenta años. Hace 20 años murieron miles de personas por la intolerancia racial o étnica. Pero me parece absurdo hablar de razas. Existe el género humano. No hay razas. Hay diferentes culturas y diferentes etnias.

En estos momentos se está sufriendo en Europa un auge de organizaciones de la extrema derecha. Las encuestas en torno a las elecciones europeas de mayo parecen confirmar el aumento del apoyo de ciertos sectores. Salvando los años de distancia, hay cuestiones en común. La identidad y la defensa de la Nación frente al «Otro». Tú que has estado tres años zambullido en la investigación que os ha llevado a este documental, ¿ves cosas que te suenan cuando abres hoy el periódico?

La historia no es lineal, es un bucle, una espiral. Y aunque afortunadamente el nacional-socialismo alemán y el terror del Hitler y del III Rich acabaron hace setenta años, hoy a pequeña escala se repiten situaciones que quizá podrían convertirse en algo a gran escala. Tenemos el ejemplo griego. Un país destrozado y que lo está ahogando la Comunidad Europea y en concreto Alemania, que ya no es un III Reich, pero igual es un poder económico que está haciendo mucho daño a muchos países. Tenemos el  ejemplo francés, cómo está subiendo el movimiento ultra. La historia se puede repetir. Estamos en un escenario de crisis. No olvidemos que el nacional-socialismo surgió a raíz de la crisis del 29. Ya estaban antes, pero fue el empujón definitivo. En Alemania había 5 ó 6 millones de parados. ¿Nos suena eso, no?  Fueron esos tres o cuatro años que necesitó el nazismo para llegar al poder. Por lo tanto, ¿quién nos dice que el descrédito que tienen ahora los políticos profesionales en todos los países europeos no acabe en un populismo con un líder como Mussolini? Normalmente, la coartada que utiliza la extrema derecha es el nacionalismo. Es decir, no queremos a estos inmigrantes, no queremos a estos marroquís. No queremos… Por ahí empieza todo. Se trata de una reafirmación del «nosotros» frente a los “otros” para conseguir el poder. Los demás no valen nada y los que valemos somos nosotros. Tenemos el caso de Lampedusa. Lo de Ceuta y Melilla. No podemos tener este espíritu de frontera.

También se da la circunstancia que los partidos conservadores se están derechizando. Incluso, en el Estado español, muchos analistas aseguran que aquí la extrema derecha no encuentra su espacio porque el partido en el poder lo ocupa. ¿Aunque la extrema derecha no acabe tomando el poder influye en las políticas?

Eso es. Influye en los más moderados de la derecha. De hecho hay un lobby. Una especie de Tea Party dentro del Partido Popular de los radicales o los duros,  que evidentemente serían favorables a endurecer aún más las leyes de inmigración. Y por otra parte hay una izquierda que no tiene la suficiente firmeza ética de exigir una línea roja, un “esto no se puede tocar”. Lo mismo que puede haber en educación o en otros temas, en inmigración también. España ha sido un país de emigrantes y lo está volviendo a ser. El mundo ahora es un cruce de caminos. Y nos encontramos en cada cruce. No puedes ya decir “este es mi camino, este es el tuyo, el tuyo es una carreterita y el mío es una autopista”. Transitamos todos por todas partes. Hay que marcar esas líneas rojas, porque si no nos enfrentamos a esos fantasmas del pasado que pueden volver a resurgir. La historia se repite, y los errores se repiten constantemente.

Y vuestro trabajo puede ser un antídoto contra la desmemoria

Yo creo que el documental y la actualidad tienen cosas en común. Aunque hablemos de cosas de hace setenta años, tienen una vigencia. A los personajes que salen en el documental les afecta personalmente. Sus padres han participado. Nicolás nos dijo algo muy importante. Se emocionó cuando vio el documental en el Festival de Cine. No lo había visto antes. Teníamos cierto temor de que se pudiera molestar. Decimos que su padre era un nazi. Pero él había asumido que era así. Nos dijo «En estos momento que parece que Europa se está resquebrajando, es importante este tipo de documentales. Para que la gente no repita errores, para no volver a aquel pasado terrible».

 

Categorized | Cultura, Entrevista, Miradas

Protagonistas

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