‘El proyecto de integración europea, revisado, por supuesto, es irrenunciable en este momento’
La pandemia del COVID19, además de componente sanitario, tiene también una dimensión política muy evidente. El papel de la Unión Europea en la gestión de las consecuencias de la crisis, las tentaciones de reforzar las soluciones estatales y el impacto sobre el futuro de la Unión son parte de esa dimensión política. Para reflexionar sobre esto y otras cuestiones relacionadas nos hemos acercado a María Eugenia Rodríguez Palop, eurodiputada de Podemos y profesora titular de Filosofía del Derecho en la Universidad Carlos III.
Galde 29, uda/2020/verano. Inaki Irazabalbeitia entrevista a María Eugenia Rodríguez Palop, eurodiputada de Podemos.
1) ¿Se ha evidenciado, una vez más, la ausencia de bases para un proyecto de convivencia europeo?
El proceso de construcción europeo nunca ha estado libre de conflictos y ha basado su éxito en su capacidad para lograr ir acomodando intereses muchas veces contrapuestos. El problemaes que en Europa el proyecto de convivencia ha sido siempre la parte más débil de un proceso de construcción en el que lo que ha primado ha sido el mercado único y la unión monetaria. En cualquier caso, parece que la situación es ahora mucho más grave porque estamos tensionados por las divisiones norte/sur y este/oeste; el norte austeritario y el este autoritario. Los intereses de los países frugales pasan por evitar la unión fiscal (a fin de seguir beneficiándose de la eurozona) y el eje de visegrado vulnera los principios del Estado de Derecho (principalmente, el de la división de poderes) y recorta derechos civiles, con especial incidencia en los derechos de las mujeres y del colectivo LGTBIQ.
2) ¿Puede la magnitud de esta crisis impulsar cambios en la política económica de la UE imposibles hasta el momento?
Podría ser y lo estamos viendo. Con todas las limitaciones que tiene, la nueva propuesta de MFP supone el embrión de un presupuesto comunitario real, aunque habrá que ver hasta dónde se llevan esos pasos y si al final la propuesta no queda totalmente aguada.
También hemos visto que se suspendía el sacrosanto Pacto de Estabilidad y Crecimiento que no se tocó incluso en los momentos más duros de la crisis de deuda soberana, y a pesar de la emergencia social que se generó en Grecia. Con todo, sabemos que su actual suspensión no supone ninguna garantía. Los miembros más ortodoxos de la Comisión insistenen que tan pronto como se afiance la recuperación volverá a aplicarse tanto el Pacto como las exigencias convencionales de estabilidad financiera.
En fin, se están produciendo algunos cambios, e incluso avances, pero los Tratados siguen marcados por una orientación neoliberal y “constitucionalizando” pautas para salir de la crisis que están en la órbita del 2008.
3) ¿Qué piensas de las medidas de ayuda diseñadas por la Comisión?
La propuesta de la Comisión todavía tiene que pasar por el Consejo Europeo del 19 de junio y después tendremos que ver qué pasa en cada uno de los Estados. Como la aplicación de los fondos se hará através del semestre europeo, los Estadostendrán bastante capacidad para decidir sobre su aplicación, aunque tendrán que cumplir en todo momento con las directrices que reciben de la Comisión (eso sí, insisto,habrá que ver si se introducen modificaciones en el semestre y se aumenta con ello, aún más, la condicionalidad).
Paso a detallar un poco más el análisis de la propuesta.
Aspectos positivos:
- Se trata de una respuesta europea, de un instrumento comunitario: a diferencia de otros instrumentos, como el MEDE, que seguían respondiendo a una lógica de cooperación interestatal, este es un instrumento que se ancla en el propio presupuesto comunitario y por tanto en las políticas comunitarias. Ese es su verdadero mensaje político.
- Supone un paso en la dirección de una política presupuestaria real a nivel de la UE, incluyendo una forma incipiente de mutualización de la deuda, pero también la apuesta por los recursos propios para la financiación del plan que reclamaba el Parlamento (no se aumenta la deuda de los EMs, sino que el dinero del Fondo se va a financiar con esos recursos propios).
Dos ideas sobre recursos propios:
a) Se prevé una elevación (bien que temporal) del techo de recursos propios hasta el 2% de la renta nacional bruta de la UE (eso significa no sólo un aumento de esos recursos sino también una mayor capacidad de endeudamiento del presupuesto).
b) Se prevé la creación de nuevos recursos mediante cinco impuestos. Los cuatro tributos principales consistirían en dos gravámenes al dióxido de carbono (la tasa al carbono en frontera, que permitirá luchar contra el dumping ambiental, y los derechos de emisión -o sistema de comercio de emisiones, ETS en inglés-), una tasa digitaly un impuesto a las grandes corporaciones. Además, la Comisión parece que no descarta un impuesto al plástico. Dependiendo de su alcance, la recaudación anual de todos ellos iría de 29.300 a 44.300 millones.
Problemas y dudas:
- El problema no es el Plan de Recuperación en sí, sino la arquitectura de gobernanza económica de la UE a la que se encuentra vinculado y que ahora mismo sólo está suspendida. En una reunión conjunta que mantuvimos las comisiones EMPL y ECON del Parlamento con Dombrovskis, Gentiloni y Smith, los dos primeros nos recordaron que la estabilidad macroeconómica sigue siendo una prioridad nuclear para la Comisión. Y no puede ser de otra forma porque esa gobernanza económica y los principios ordoliberales que la nutren se encuentran “constitucionalizados” en el ordenamiento jurídico comunitario mediante su incorporación a los tratados fundacionales.
- Nuestros miedos son fundamentalmente dos:
1) La posible insuficiencia de un fondo que, no lo olvidemos, no llega ni a la mitad de lo que pedía el Parlamento en su resolución del pasado 14 de mayo y que, además todavía tiene que pasar por la negociación del Consejo, donde hace falta alcanzar la unanimidad. Y ahí es de esperar que, aunque la propuesta no sea desnaturalizada durante la negociación (cuenta al fin y al cabo con un sólido apoyo de las instituciones europeas, el eje franco-alemán y los países del sur), incluso en el mejor de los escenarios, es probable que el plan quede algo más diluido y que la ratio transferencias/préstamos se vea alterada en favor de estos últimos.
2) Pero, sobre todo, preocupa qué va a pasar cuando se levante la suspensión del Pacto de estabilidad y crecimiento (algo, que el Vicepresidente Dombrovskis ha asegurado que tendrá lugar tan pronto como se asiente la recuperación), porque el Plan mantiene una condicionalidad ligada a los planes nacionales de reforma. Las reglas de la UE, no han cambiado, simplemente están suspendidas… ¿qué pasará cuando vuelvan a activarse?
No se trata de rechazar que las inversiones asociadas al Plan sustenten reformas estructurales, la pregunta está en qué van a consistir esas reformas estructurales, qué va a entender la UE por resiliencia, porque en el pasado esa calificación se le ha otorgado a la reforma de las pensiones o a la reforma laboral, y no hay nada que nos permita asegurar que esa estabilidad presupuestaria no va a volver a cebarse con nuestros sistemas de bienestar. Y esto es importante porque, a pesar de las transferencias del Plan, la erosión de las cuentas públicas y el aumento de la deuda nacional que ha generado la pandemia podrán ser utilizadas de nuevo como elemento de disciplina ejercido por parte de las instituciones comunitarias.
4) ¿Cómo puede influir todo ello en el futuro de la política europea?
Es difícil de saber. Una quiere esperar que esta crisis, que ha servido para ablandar la rigidez de ciertas normas comunitarias y debilitar su componente “ideológico”, sirva como momento fundacional de un proceso de integración con un componente social y democrático real. La impresión, de hecho, es que estamos ante un momento crucial. Los retos que enfrentaba el proyecto europeo ya eran de primera magnitud (Brexit, debilitamiento del eje franco-alemán, divisiones geográficas norte/sur y este/oeste) y la emergencia sanitaria no ha hecho sino agigantar los desafíos.
Lamentablemente, estamos acostumbradas a ver cómo los supuestos grandes cambios se diluyen hasta acabar en un nuevo episodio de gatopardismo. Eso quizás sea lo que más me preocupa. Oyes a las instituciones europeas y parece que se han ganado batallas, que hemos comprendido la insensatez de determinadas prácticas y posicionamientos ideológicos, pero no sabemos si esto se debe a que la lógica neoliberal no puede mostrar su cara más cruel ante la realidad de la pandemia.
5) ¿Existen liderazgos capaces de impulsar o reformular un proyecto Europeo Comunitario a la medida de los nuevos retos?
El eje franco-alemán, que ha sido el motor tradicional del proceso de construcción europeo,parece que está algo gripado, aunque, como hemos visto con la propuesta de la Comisión, sigue teniendo mucho que decir.
En cualquier caso, no creo que se trate de una cuestión de liderazgos. Me parece que si algo puede relanzar el proyecto europeo no será un liderazgo mesiánico, sino un auténtico impulso democrático e integrador, y eso se consigue conquistando derechos con participación ciudadana. Tenemos que ser conscientes de la necesidad de instancias supranacionales con las que enfrentarnos a los retos a los que nos enfrentamos, pero hay que conseguir democratizar esas instancias.
6) ¿Cómo puede la ciudadanía europea impulsar a sus líderes a dar los pasos necesarios para construir el sueño europeo?
Reclamando derechos y exigiendo responsabilidades. Eso del sueño europeo, de todas formas, no sé muy bien a qué se refiere. Aquí lo que había era la ficción de un modelo original, la Europa social, la economía social de mercado, y es evidente que eso no es sino una ficción. Hablar de sueño a la vista de las imágenes del pasado marzo en la frontera de Grecia con Turquía parece una broma.
Eso sí, el proyecto de integración europea, revisado, por supuesto, es irrenunciable en este momento,y hay que forzar las cosas para que se oriente a la conquista de derechos y al avance hacia sociedades materialmente más justas, no en favor de proyectos antidemocráticos y reaccionarios que, por desgracia, también están en marcha.
7) ¿La era post-Covid 19 supondrá la vuelta a posiciones nacionalistas estatales?
Sin duda existe esa tensión y resulta paradójico. Precisamente cuando se materializa uno de esos riesgos supranacionales tan propios de la globalización, es cuando nos encontramos con que los Estados-nación son los únicos instrumentos con capacidad real para adoptar medidas y para capitanear el repliegue. Faltan mecanismos reales y efectivos de actuación a nivel supranacional. El problema es que eso demuestra que también faltan mecanismos de solidaridad, y lo hemos visto en la UE cuando se vetaba la exportación de productos de primera necesidad.
Advertir en cualquier caso frente al riesgo de esas posiciones nacionalistas-excluyentes y de que el malestar que está generando la incertidumbre y la crisis se traduzca, finalmente, en posiciones reaccionarias de repliegue estatal. Lo he dicho muchas veces. El Estado no tiene la medida de los problemas… no ha de ser suprimido, por supuesto, pero debe ser superado. De hecho, ha sido ya superado, y no por razones ideológicas, o no solo, sino por su propia ineficiencia.
8) ¿Qué cambios propondrías en la gobernanza de la UE para afrontar el post-Covid19?
En primer lugar, profundizar el principio democrático en la UE, lo que se traduce en el refuerzodel papel del Parlamento, ampliar las competencias que exigen la aplicación del principio de codecisión y limitar lo máximo posible la aplicación del criterio de unanimidad en el Consejo Europeo.
En segundo lugar, equilibrar la arquitectura institucional para corregir, por ejemplo, las disfuncionalidades de una unión económica y monetaria que genera la inexistencia de una política presupuestaria.
En tercer lugar, fortalecer el componente federal del modelo europeo.
Finalmente, solidificar los aspectos sociales de la UE, que aún son embrionarios, a través del Pilar social europeo. En momentos como el actual la cohesión social tiene que ser un valor central en el proceso de construcción.
9) ¿Y el papel de Parlamento, que más bien parece un convidado de piedra? ¿Cuáles serían los pilares de la nueva Europa?
Durante los primeros meses de esta crisis hemos visto como el Parlamento era ninguneado con lo que ello significa en términos de erosión del principio democrático y de legitimidad de todo el sistema.En todo caso, el Parlamento cumple un papel importante, en términos progresistas, dentro de la UE. Su capacidad de influencia depende mucho también del modo en que se empodere como institución y del grado en que use las competencias (bien es cierto que limitadas) que se le han adjudicado.
Europa tiene que construirse sobre el principio de solidaridad y corresponsabilidad, si es que queremos que exista un proyecto europeo. Los valores comunes existen y se recogen en el artículo 2 del TUE (dignidad humana, democracia, igualdad, solidaridad, pluralismo, justicia, igualdad de género), pero es necesario potenciarlos en la arquitectura institucional para garantizar su efectividad.