Gloria Inés Flórez Schneider es una santandereana defensora de los derechos humanos desde la década de los ochenta. Realizó por primera vez en su vida una campaña electoral para el Parlamento Andino como candidata del Polo democrático, bajo el lema de Paz e Integración para América Latina. Las semillas sembradas en 30 años de trabajo comprometido con las víctimas del conflicto armado, con los indígenas, campesinos, mujeres, trabajadores, y su lucha decidida por la paz de Colombia, le permitieron llegar a ocupar una curul en el Parlamento Andino. Por su experiencia a nivel nacional e internacional y por su compromiso decidido con las agendas de la sociedad civil andina, Gloria Inés Flórez Schneider está trabajando para fortalecer los lazos de integración de los pueblos y naciones de la región andina y sudamericana, que pasan por el fortalecimiento de los acuerdos en materia económica y comercial, y de manera especial, por la construcción de políticas comunes y convenios de cooperación para responder a desafíos estratégicos ambientales, culturales, políticos, sociales, étnicos y de derechos humanos, con especial énfasis en las regiones de frontera. Actualmente es una de las principales lideresas del movimiento ciudadano progresistas al mando de la Alcaldía de Bogotá.
Después de más de año y medio de contactos, las FARC y el Gobierno de Juan Manuel Santos negocian en La Habana unos Acuerdos de Paz. ¿Están ambas partes preparadas para una negociación que permita superar la guerra y establecer un escenario político democrático, mediante concesiones? ¿cuáles serían estas últimas por cada parte?
Gloria Florez Schneider. En principio diría que sí. Que tanto el gobierno como las FARC tienen claras sus apuestas frente al escenario de dialogo.
Además hay que tomar en cuenta que ha sido un escenario diseñado en la medida de sus expectativas. No hay que olvidar que durante 6 meses las partes, a través de los contactos exploratorios establecidos, estuvieron definiendo los aspectos de contenido y mecánica del dialogo. Porque ambas partes han llegado a la convicción de la imposibilidad de una victoria militar.
En relación al gobierno, el Presidente Santos viene de ser Ministro de Defensa durante el gobierno de Alvaro Uribe, en el que la guerrilla recibió duros y contundentes golpes que continuaron con el actual gobierno. En esa etapa también las fuerzas militares elevaron su capacidad de combate y de inteligencia, gracias a la ayuda militar norteamericana, pese a ello el “fin del fin” de la guerrilla no se produjo tal y como se esperaba. Lo anterior en relación al campo militar, en lo que se refiere al político, el presidente Santos tiene vocación de poder y de trascendencia, hace parte de la élite del país y aspira a jugar un papel en escenarios económicos en los que la persistencia del conflicto se convierte en un impedimento. Me refiero a Foros como la Alianza Pacífico, CELAC o la OCDE.
En cuanto a las FARC , los golpes recibidos, la perdida de importantes cabecillas de su organización, el aislamiento, la impopularidad y los cambios en el escenario regional deben haberlos llevado a la conclusión de las ventajas de apostar firmemente a una salida política negociada al conflicto.
Ahora, para llegar realmente a la superación del conflicto armado y construir bases sólidas para un proceso de paz incluyente firme y duradero resulta imperante, más temprano que tarde, el involucramiento del resto de la insurgencia, de lo contrario el resultado será incompleto. Esperemos entonces recibir en breve la buena noticia de la incorporación a los diálogos – bajo el formato que resulta más conveniente- de la guerrilla del ELN.
Deben buscarse fórmulas para ir desescalando el conflicto y medidas humanitarias, para que la población civil no siga padeciendo los rigores de la confrontación…
Cabe pensar que estas negociaciones son distintas de otras ya ensayadas, ¿en qué sentido?
G. I. F. S. Evidentemente nos encontramos en un escenario distinto que en anteriores oportunidades, en primer lugar porque como ya he mencionado anteriormente cabe pensar que ambas partes tienen intereses que los diálogos arrojen resultados.
En segundo lugar, se ha fijado una agenda minimalista -sin que por ello no aborde temas trascendentales- concertada previamente entre las partes que permite entonces pensar que ambas partes tienen la voluntad de logar acuerdos en los temas planteados.
En tercer lugar, nada se ha dejado al azar o la improvisación, todo el escenario de dialogo ha sido cuidadosamente calculado, la elección del lugar de los diálogos, los negociadores, el formato, la agenda, los países acompañantes y garantes, etc.
¿Cuáles son los impulsos externos a las partes negociadoras que dotan de esperanza al diálogo de La Habana?
G. I. F. S. En mi opinión el escenario regional ha sido determinante en la decisión de ambas partes. En relación a las FARC creo que han valorado los cambios importantes que se vienen produciendo en algunos países de la región y que han sido posibles por la vía democrática y la movilización. Que han llegado a la conclusión de la imposibilidad de la toma del poder y a valorar las posibilidades de la lucha política democrática en el nuevo escenario latinoamericano.
Por parte del Gobierno Santos, creo que su deseo de posicionar a Colombia como potencia intermedia latinoamericana y de llegar a jugar un papel de liderazgo que ofrece ventajas, tanto en lo político como en lo económico, en los nuevos escenarios regionales, ha sido una importante motivación.
¿En qué aspectos podemos fijar las amenazas al proceso en curso?
G. I. F. S. El proceso de la Habana tiene un importante respaldo social, pero también sectores poderosos muy activos que buscan su quiebre y que incluyen figuras políticas con una fuerte influencia, como el expresidente Alvaro Uribe, algunos sectores vinculados la agricultura y gremios económicos fuertes como la Federación Nacional de Ganaderos FEDEGAMs, periodistas que mueven opinión e, incluso, al interior del propio Estado figuras como la del Procurador General de la Nación, sin dejar de lado las desconfianzas y temores que el proceso puede generar en el estamento militar y el papel de los paramilitares que siguen manteniendo control territorial en varias zonas del país. Para impedir que estos sectores puedan minar el proceso y su credibilidad resulta muy importante demostrar avances.
Y cuando hablo de demostrar avances me refiero fundamentalmente a dos aspectos:
- Tener información, así sea mínima, sobre los Acuerdos que se van logrando en la mesa.
- Acercar la mesa de dialogo con la realidad de la gente. Con ello lo que quiero decir es que deben buscarse fórmulas para ir desescalando el conflicto y medidas humanitarias, para que la población civil no siga padeciendo los rigores de la confrontación, sí es que finalmente no se va a pactar un cese al fuego, mientras dure el proceso. La desconexión entre la dinámica del país y la dinámica de la Habana puede terminar arruinando el proceso.
¿Crees que la llamada sociedad civil puede jugar un papel activo que obligue a las partes a acordar un desenlace exitoso de las negociaciones?
G. I. F. S. No solamente lo creo sino que lo considero fundamental. En Colombia existe un movimiento social por la paz que durante las últimas décadas no ha dejado de movilizarse, de proponer y de construir hechos de paz en medio de la guerra asumiendo un alto costo.
Ahora está haciendo una apuesta fuerte por acompañar y arropar este proceso. Las partes en la mesa y los países acompañantes y garantes no pueden ignorar esta dinámica, por el contrario hay que habilitar canales para que puedan interactuar con la mesa.
Es más, mi compromiso como parlamentaria con este escenario justamente ha estado orientada a abrir escenarios parlamentarios en los cuales se escuchen las iniciativas del movimiento social por la paz: las mujeres, los indígenas, las iniciativas locales y regionales, etc. Concretamente, en el marco de la Asamblea Parlamentaria Eurolatinoamericana EuroLAT, de la que soy miembro, hemos introducido el tema de la paz, la voz de la sociedad civil ha sido escuchada y existe un compromiso de un núcleo importante de parlamentarios y parlamentarias de apoyar y acompañar las iniciativas de la sociedad civil.
Es por ello que hemos propuesto la realización de un Foro Internacional de parlamentarios y parlamentarias por la paz a realizarse en Bogotá. La fecha esta aún por definirse y su objetivo es justamente abrir un espacio abierto de intercambio entre parlamentarios y parlamentarias de distintas partes del mundo con diversas expresiones del movimiento social por la paz que permita construir sinergias entre ambos, con miras fortalecer el acompañamiento de este proceso y hacer más fuerte la voz de los actores sociales por la paz.