(Galde 16 – otoño/2016). Entrevista realizada por Antonio Duplá 1. Marta Macho Stadler es doctora en Matemáticas y profesora en la Facultad de Ciencia y Tecnología de la universidad pública del País Vasco. El pasado 2 de diciembre se daba a conocer la concesión del Premio Emakunde a la Igualdad 2016, que recaía en nuestra colega de la UPV/EHU, «por su trayectoria científica orientada a divulgar y promover el acercamiento de la matemática y del conocimiento científico a las mujeres, así como por hacer visible y reivindicar a las mujeres científicas y sus aportaciones tanto a la Academia como al progreso social». Marta Macho es también muy conocida por impulsar el blog «Mujeres con ciencia», auspiciado por la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU, que pretende visibilizar a las mujeres científicas, sus dificultades, sus logros y su (indiscutible) aportación al avance científico, y el jurado del premio Emakunde ha destacado también esta labor de Marta Macho.
Todas estas nos parecían razones más que suficientes para justificar el interés de una entrevista con ella, para poder hablar de mujer y ciencia, en última instancia un apartado específico, de gran trascendencia, dentro del proceso más general de la lucha por la igualdad y el reconocimiento de las mujeres.
En primer lugar, felicitaciones por el reconocimiento a tu trabajo que supone el Premio Emakunde 2016. ¿Cómo valoras la concesión de este premio?
Muchas gracias. En lo personal ha sido un auténtico regalo: que la Dirección para la Igualdad de la UPV/EHU haya decidido presentar mi candidatura es un honor, y que haya sido seleccionada por el jurado del Premio Emakunde es un gran privilegio. Su decisión supone un gran apoyo al trabajo que se lleva realizando desde diferentes colectivos en favor de la visibilidad de las científicas pioneras y actuales. Sin ninguna duda, este reconocimiento ayudará a que se conozca mejor nuestra reivindicación de conocer y distinguir la labor de las mujeres de ciencia. Estos días, los medios han dado una gran difusión al tema, es esencial que se hable de ello de manera constante y en diferentes foros.
La primera mujer que recibió el Premio Nobel en el ámbito científico fue Marie Curie, el de Física en 1903, y después el de Química en 1911. Desde entonces hasta 2009 lo habían recibido 15 mujeres, frente a más de 550 hombres en las distintas categorías científicas. ¿Refleja esa desproporción la situación de las mujeres en el mundo científico?
Sí, creo que lo hace. Hay muchas mujeres que estudian carreras científico-tecnológicas y muchas profesionales e investigadoras trabajando en estos temas. Es cierto que algunas ramas científicas poseen una mayor representación femenina –las áreas biosanitarias son las preferidas de las mujeres, frente a las ingenierías o las carreras más técnicas–. Pero no es que no haya mujeres, las hay, y con un nivel suficiente para optar a puestos de responsabilidad, para liderar grupos, o para recibir premios. Se pensaba que sólo con la incorporación de las mujeres a la enseñanza reglada, el tiempo se ocuparía de equilibrar la situación. Pero no es así: las mujeres estudian, tienen buenos expedientes, investigan, defienden tesis doctorales…, pero llega un momento en la que su trayectoria se estanca. Es difícil luchar contra una tendencia que muchas personas ignoran o niegan que exista. Si no se llega a puestos de decisión o de relevancia, ¿cómo llegar a ser candidatas para recibir un premio? Además, a mayor cuantía económica en los galardones, menor presencia de mujeres…
Cuando en el siglo XVIII, el Siglo de las Luces, un pensador tan radical en ciertos campos como Rousseau, en su Emilio, asigna a las mujeres fundamentalmente las tareas del cuidado de la prole en el ámbito doméstico, ¿está marcando el paradigma de las sociedades occidentales del que solamente ahora, y muy lentamente, se está saliendo?
Mucha gente piensa aun hoy en día, en pleno siglo XXI, que esa es la tarea principal –y me atrevería a decir que única, en muchos casos– de las mujeres. Por ejemplo, algunas voces ‘culpan’ a las mujeres que trabajan de ser las responsables del paro –y a los emigrantes, por supuesto–; eso es mucho más fácil que pensar en malas políticas laborales. La presión que recibimos las mujeres a cierta edad en la que supuestamente deberíamos ser madres es brutal. Aun hoy en día, te hacen sentir casi una fracasada si no has cumplido con esa supuesta ‘obligación biológica’. Ese momento coincide precisamente –en el caso de la actividad científica– en la mayoría de los casos con el final de la tesis doctoral y la decisión de plantearse liderar proyectos propios. ¿Tengo hijos? ¿Renuncio a mi profesión a favor de la de mi pareja? La investigación es una carrera de fondo. Mucha gente trabaja en temas muy similares, la información fluye a través de las publicaciones, y una parada laboral puede significar el quedarse fuera de un tema. Además, los cuidados no se limitan a la prole, las mujeres también atendemos a nuestros mayores y a las personas enfermas de la familia. Los cambios se producen demasiado lentamente.
Simplificando mucho, ¿se sigue cumpliendo aquello de que las chicas se decantan por las letras y los niños por las ciencias ‘puras’? Luego, en las carreras de Humanidades la presencia femenina aparentemente resulta muy mayoritaria, pero también en las de Ciencias de la Salud e, incluso, no lo sé, en otras del ámbito científico más «duro»? ¿Cuál es el panorama actual a lo largo del ciclo educativo hasta llegar al nivel universitario?
No soy una experta en este tema, pero por lo que se refleja en diferentes estudios, las niñas llevan cierta ventaja a los niños en capacidades y competencias hasta aproximadamente los 11 años: son más responsables y sacan mejores notas en todas las asignaturas. Después entran en juego otros factores –llegada de la adolescencia, presión hacia las mujeres con los roles de género, etc.– y se equilibra la situación; pero ni ellos son mejores en matemáticas ni ellas están especialmente bien dotadas para la lengua. Las elecciones de estudios universitarios tienen mucho que ver con el entorno familiar. A los chicos se les estimula para que realicen carreras ‘de prestigio’ –ingenierías fundamentalmente– incluso aunque ellos no tengan especial predilección por estas materias. A ellas, sin embargo –entiendo que debido a un equivocado afán protector– se las desanima a plantearse el acceso a ciertos estudios y se las dirige hacia carreras teóricamente ‘más adecuadas para mujeres’. Además, las carreras relacionadas con las ciencias de la salud poseen notas de entrada muy altas, y las mujeres tienen mejores calificaciones que los varones al terminar sus estudios secundarios. Este factor, combinado con una futura dedicación ‘al cuidado’ de las personas tras finalizar los estudios universitarios, hace que carreras como medicina o biotecnología tengan una marcada presencia femenina. Pero, ¿son estas carreras menos duras que las de ingeniería? Lo dudo. Creo que la presión familiar y social tiene mucho que ver con los estudios que chicas y chicos eligen: prevalece el estereotipo, el dirigir a los hombres hacia una formación que les permita encontrar más adelante trabajos en los que se gane mucho, y por qué no, se tenga poder. Eso sigue siendo menos importante si eres mujer…
Si hay un desequilibrio en el ámbito científico donde la presencia masculina es mucho mayor que la femenina, ¿esto se debe a una cuestión de falta de vocaciones, de referentes positivos para que las niñas se decanten por esas disciplinas, de visibilidad del trabajo de las mujeres, de techos de cristal,…?
En mi opinión se debe a todo eso, y a algo más, aunque en realidad todo está muy relacionado. El estereotipo hombre-ciencia está muy marcado en nuestra sociedad. Ha habido pocas mujeres –visibles– haciendo ciencia en el pasado, y sólo se ve a los líderes, que en su mayoría siguen siendo hombres. Esto provoca que la ciencia se piense como una actividad eminentemente masculina, por lo tanto, poco ‘adecuada’ para las mujeres. Esta concepción masculinizada de la ciencia, junto a la presión del entorno familiar que he comentado antes, puede llevar a perder vocaciones o a abandonarlas por profesiones más adecuadas a lo que la sociedad espera de ti. No es fácil ir en contra de la corriente. ¿Qué referentes tienen las niñas para fijarse en la ciencia como algo propio? Pocos. Se ha hablado poco de las pioneras, de las mujeres que desde siempre han hecho ciencia. ¿Por qué? Porque ha habido menos mujeres con acceso a enseñanzas regladas –recordemos que la llegada de las mujeres a la universidad tiene algo más de un siglo en nuestro estado– y porque las mujeres han sido –y siguen siendo– las eternas secundarias. Nunca se habla del personaje secundario, sólo se aprecia al líder. Muchas mujeres permanecen invisibles por este motivo. Las pocas que se conocían, como Marie Curie, eran verdaderas heroínas de la ciencia. Una reacción natural de las niñas ha sido en muchos casos: ‘La admiro, pero ¿llegar a ser como ella? Imposible’. Estos modelos inalcanzables no parecen animarlas demasiado. Lo importante, en mi opinión, es nombrar a las muchas mujeres invisibles de la ciencia –la historia debe escribirse como ha sido, no como nos la han contado–, a esas pioneras y luchadoras que nos han abierto camino a las demás. Les debemos mucho. Pero las más jóvenes necesitan además ver modelos de mujeres de hoy en día que se dedican a hacer ciencia, mujeres de carne y hueso que puedan transmitirles la pasión por su profesión, el interés por lo que hacen, la satisfacción que se siente durante y tras terminar una investigación. Entiendo que estos referentes cercanos son más eficaces con las jóvenes. Y no olvidemos a las personas que acompañan a estas niñas; también deben abandonar ese estereotipo ciencia-hombre para no influir de manera negativa en las jóvenes.
Lo anterior hace referencia a las vocaciones, pero es cierto que existe –como en cualquier otra actividad– ese famoso techo de cristal que impide a las mujeres pasar de un cierto nivel. Las mujeres están, pero no en los lugares visibles, no lideran, no están presentes en los puestos de decisión… por eso no se las ve. Como decía antes, sólo se percibe a los que lideran. Si entendiéramos la ciencia –esto es extrapolable a cualquier ocupación– de manera menos jerarquizada, las mujeres seríamos más visibles. No me refiero a la jerarquía natural de que el que más sabe instruye al que menos conoce, eso es natural; me refiero a entender que el proceso científico es colaborativo, todas las personas son importantes, desde la que hace una labor rutinaria hasta la que dirige…
El progreso en centros universitarios y de investigación depende de las publicaciones científicas. Diferentes estudios indican que los hombres publican más y suelen hacerlo en mejores revistas –me refiero a artículos en solitario o en los que aparecen como primeros firmantes–; las mujeres publican menos y colocan peor sus artículos, aunque no son de calidad inferior –esto se mide a través del número de citas–. Publicar menos significa renunciar a la promoción en el trabajo…
Posiblemente habrá muchos más factores en juego, algunos de ellos subjetivos o inconscientes, esos que a veces son muy difíciles de detectar.
Si pensáramos en la imagen más habitual y extendida que pueda tener la ciencia y los científicos en general, creo que inmediatamente se nos aparece la imagen de Einstein, eso es, un señor mayor, de pelo blanco, con un aspecto en ocasiones un tanto extravagante. En el blog Mujeres con ciencia estás/estáis haciendo un notable esfuerzo por visibilizar a las mujeres en el trabajo científico, dando a conocer la labor de innumerables científicas, sus logros, efemérides relacionadas con mujeres, etc. ¿Os parece necesario el crear referentes femeninos dentro del mundo científico? ¿Qué balance hacéis de ese trabajo que estáis desarrollando? ¿A quiénes llegáis, a las mujeres, a mujeres y hombres?
En mi opinión es muy necesario. ¿Por qué querer acceder a un mundo al que parece que no perteneces? El blog, dirigido al gran público, pretende ‘invadir’ con información sobre científicas. Las efemérides precisamente son escritos breves en los que sólo se recuerda que una mujer nació en tal día y ‘casualmente’ fue una científica que hizo tales aportaciones; pretenden llamar la atención e invitar a las personas que nos leen a que aprendan más sobre ellas a través de los enlaces que les proporcionamos. El resto de las publicaciones son biografías de científicas, recomendaciones de libros sobre mujeres de ciencia o de divulgación científica escritos por mujeres, citas, exposiciones o iniciativas llevadas a cabo para dar a conocer a científicas, vídeos con conferencias impartidas por mujeres o sobre ellas, entrevistas, iniciativas artísticas… Intentamos que el formato sea dinámico, diverso, atractivo. Hablamos de ciencia de manera cercana a través de las mujeres que han colaborado en su avance y presentamos a mujeres de ciencia a través de su trabajo. Las personas que escriben en el blog son de formaciones diversas y de estilos variados. En mi opinión eso contribuye a su riqueza, los artículos no son todos iguales ni en longitud ni en enfoque, hay una gran variedad de temas y de acercamientos. De este modo, captamos la atención de personas con diferentes intereses, pero siempre teniendo como centro de cada entrada en el blog a las mujeres de ciencia.
A las personas que nos dedicamos a la ciencia también nos viene muy bien conocer a las mujeres que han realizado aportaciones en nuestra profesión. En el aula, en mi caso, si un teorema de los que estoy demostrando se debe a una científica, la nombro.
El blog se inauguró el 8 de mayo de 2014, el principio fue lento. Como editora empecé con un poco de timidez; pero en estos dos años y medio de andadura hemos aprendido, observado, compartido nuestras entradas en redes sociales. Hemos crecido mucho y deprisa a base de constancia, de cariño y de no dejar de publicar nuestra entrada diaria ni en festivos ni en vacaciones. Además, y eso es muy importante, nos siguen hombres y mujeres; en Facebook, por ejemplo, ¡nuestros seguidores varones son más que nuestras seguidoras!
Un aspecto realmente vergonzoso en relación con la igualdad de la mujer es la desigualdad salarial. El ámbito científico, de las personas tituladas, ¿se salva de esa situación impresentable o también se da ahí esa discriminación? ¿O se podría decir que la discriminación no es tanto salarial, entre quien trabaja en ese ámbito, sino previa, es decir en quién llega a trabajar ahí (más hombres) y quién no (muchas menos mujeres)?
Creo que no existe desigualdad salarial notable. Las personas que trabajamos en centros de investigación o universidades tenemos los mismos sueldos al mismo nivel. Es cierto que, en media, los hombres llegan a niveles superiores que las mujeres y por lo tanto, también en media, podría decirse que ganan más, pero esta desigualdad es de otro tipo y creo que no es demasiado reseñable. La desigualdad, efectivamente, está en la posibilidad de acceder a puestos de responsabilidad.
La precariedad laboral no ayuda mucho a nuestros jóvenes. Hacer hoy en día una tesis doctoral es casi un acto de valentía, años de becas –si las consiguen–, con cada vez más prisa por terminar por la falta de financiación, con un futuro incierto y muy posiblemente lejos de nuestro país. ¿Eso afecta más a las mujeres? No lo sé. Recuerdo que en una mesa redonda que compartí el año pasado con Margarita Salas, ella comentaba que en su equipo de investigación la mayoría de doctorandos eran mujeres. Parecen buenas noticias. Pero comentaba inmediatamente que, en su opinión, en realidad no había hombres porque el futuro de un doctor en bioquímica es tan negro tras tantos años de esforzado trabajo, que ellos optan por acceder directamente al mercado laboral, abandonando la investigación. Es realmente demoledor…
8. Por primera vez en nuestra universidad, acaba de salir elegida rectora una mujer, Nekane Balluerka. Independientemente de las políticas concretas que pueda aplicar, ¿piensas que, cuando menos en el terreno simbólico, es importante que, por fin, una mujer haya alcanzado la responsabilidad más alta en nuestra universidad y que eso pueda tener consecuencias positivas en la visibilidad de las mujeres en el ámbito académico y científico?
Es importantísimo que, por fin, haya una mujer rectora. Ella ha formado parte del anterior equipo rectoral, y aunque no la conozco –disciplinas diferentes y en campus distintos–, personas muy cercanas a mí han hablado con entusiasmo de su labor como vicerrectora.
Independientemente de su nombre, tener una rectora es muy necesario como modelo de liderazgo para las mujeres. Ojalá sea un referente para hombres y mujeres. Creo que para ellos también es fundamental aceptar con naturalidad el liderazgo femenino.
9. Para acabar, ¿cómo ves el futuro?, ¿para cuándo la igualdad real?
Soy de naturaleza optimista, pero dudo que yo llegue a verla. Durante estos últimos años, en mi opinión y la de otras muchas personas, ha habido un retroceso en el tema de la igualdad. Creo que en parte nos hemos relajado: hay muchas mujeres estudiando en la universidad, muchas mujeres trabajando en el ámbito científico, y parecía que sólo era cuestión de esperar. Esperar a que esas mujeres tuvieran la madurez profesional suficiente para ocupar los puestos que naturalmente les corresponderían. Pero el tiempo ha pasado y ese momento no ha llegado. Creo que se necesitan políticas que ayuden a cambiar esta tendencia, esta terrible inercia que impide a las mujeres seguir creciendo. Pero para ello hay que ser conscientes de que el problema existe, y por supuesto es imprescindible tener voluntad de solucionarlo.
Notes:
- Han colaborado en la preparación de esta entrevista Lorea Gravina y Anaitze Agirre. ↩