Entrevista a John Hilary

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La manera de derrotar al TTIP es la de construir una campaña masiva de resistencia en los países europeos y en EE UU

Mikel Zurbano entrevista a John Hilary (Galde 09, invierno 2015).

 John Hilary es Director ejecutivo de War on Want, además de una de las personas que más han estudiado el TTIP y las consecuencias del mismo. Es profesor honorario de la School of Politics and International Relations de la Universidad de Nottingham.

John Hilary es , además, autor de un gran número de publicaciones relacionadas con el ámbito del comercio y de la inversión internacional a lo largo de los últimos años.  Su guía introductoria del TTIP, ahora disponible en la edición adaptada de 2015, puede descargarse gratuitamente en varias lenguas europeas desde  http://rosalux-europa.info/publications/books/TTIP_EN/

En la entrevista que ha concedido a GALDE, John Hilary analiza distintos aspectos del TTIP que ayudan a entender el alcance del mismo y las repercusiones que podían llegar a tener su aprobación.

 M.Z.: ¿Cuál es el contexto global en el que emerge el TTIP?

J.H.: Estamos viviendo la evidencia de la crisis y en este contexto los principales poderes en EEUU y en la Unión Europea están viendo su hegemonía amenazada por la creciente importancia de las economías emergentes y nuevos bloques de influencia. El TTIP es una respuesta a esta amenaza y un intento por restaurar la supremacía de Occidente frente a una Rusia que resurge -es por eso que sus impulsores denominan al TTIP una «OTAN económica». En definitiva, el TTIP es un proyecto sin salida puesto que intenta dar la vuelta a la marea de la historia. Es una señal desesperada promovida por una clase capitalista transnacional que se enfrenta a su inevitable extinción.

M.Z: Algunas críticas ponen el énfasis en el modo en que está siendo negociado el TTIP

J.H.: Es normal que la gente se sienta privada de sus derechos por el TTIP en la medida en que las negociaciones están siendo desarrolladas entre bambalinas por una Comisión Europea irresponsable y no electa democráticamente cuyo objetivo explícito es satisfacer los intereses del capital transnacional antes que los de los pueblos de Europa. Incluso nos niegan el derecho de impulsar una Iniciativa Ciudadana Europea contra el TTIP y el tratado comercial paralelo entre la UE y  Canadá actualmente en fase de preparación para su ratificación. El conjunto del programa europeo está siendo puesto en cuestión como consecuencia de la naturaleza antidemocrática de las conversaciones del TTIP.

M.Z.: Teniendo en cuenta  que los aranceles comerciales entre la UE y Estados Unidos se encuentran actualmente en niveles de mínimos ¿cuál es el objetivo real del tratado del TTIP?

J.H.: Las autoridades de la Unión Europea y de los Estados Unidos no han guardado en secreto sus objetivos reales en las negociaciones del TTIP consistentes en la eliminación de las «barreras»  en la regulación para la maximización del negocio comercial trasatlántico. Según sus propios cálculos, esta nueva modalidad de liberalización en la regulación aportará el 80 por ciento de las ganancias comerciales resultantes de las negociaciones. Pero entre los aspectos del desmantelamiento en la regulación que contempla el tratado se incluyen algunos de nuestros derechos sociales y ambientales más significativos. Esta es la razón por la que actualmente existe este masivo movimiento contra el TTIP a lo largo de Europa.

M.Z.: En su informe sobre el TTIP cita el mecanismo «acuerdo en el conflicto inversor-Estado» (ISDS)  como el factor clave que beneficia al capital transnacional. ¿ Qué significa este mecanismo y cuáles son sus consecuencias?

J.H.: La introducción del mecanismo ISDS en el TTIP significaría la mayor transferencia de poder hacia las corporaciones de los Estados Unidos que tendría lugar en una generación.  Los inversores norteamericanos tendrían garantizado el derecho a pleitear contra nuestros gobiernos a través de un sistema judicial paralelo exclusivo, circunvalando así los tribunales nacionales habituales de los que dependemos el resto de los ciudadanos. Esta vía judicial paralela permitiría a estos grandes inversores reclamar billones de euros si sus beneficios estuvieran amenazados. Una cifra record de 150 mil personas respondió a la consulta de la Unión Europea sobre el TTIP rechazando por completo el ISDS y, sin embargo, la Comisión Europea mantiene su compromiso para la inclusión de este mecanismo en el tratado.

M.Z.: De entre los resultados económicos del TTIP, ¿cómo puede afectar éste a la pérdida de empleo y a la normativa laboral?

J.H.: Las principales afirmaciones iniciales asegurando la creación de empleo y el crecimiento como consecuencia del TTIP realizadas por las autoridades han sido descartadas recientemente por analistas económicos por su falta de validez. En su lugar, la gente está empezando a poner el énfasis en el enorme coste económico que traerá el TTIP. Según una declaración de impacto realizado por la propia Comisión Europea la pérdida laboral como consecuencia de la aplicación del tratado tanto en la UE como en los EEUU superará el millón de puestos de trabajo. De éstos, está previsto que al menos 680 mil se pierdan en la Unión Europea, según una investigación independiente que se publicó hacia finales del pasado año.

M.Z.: ¿Cuáles son las principales preocupaciones que se derivan del TTIP en materia de seguridad alimentaria y medioambiente?

J.H.: Hay tantos aspectos en el TTIP relacionados con la alimentación y el medioambiente que son imposibles para mi comentarlos en una entrevista. En el núcleo de nuestra preocupación está la amenaza de que el TTIP plantea al principio de precaución, un principio central en el régimen regulatorio europeo que previene la incorporación de nuevos elementos o procesos si hay algún temor de que no sean seguros. Los Estados Unidos han dicho explícitamente que el tratado pretende reemplazar el principio de precaución por otro llamado «ciencia fuerte» («sound science») que significa una nueva libertad para que las empresas puedan evitar nuestras opciones soberanas con las que gestionamos la integridad ecológica y alimentaria. El TTIP busca subordinar la seguridad alimentaria y medioambiental al imperativo de la acumulación de capital y por eso no podemos permitir que salga adelante.

M.Z.: Usted dice que con el TTIP los servicios públicos están amenazados pero la Comisión Europea asevera que los servicios públicos están fuera del TTIP puesto que los servicios “ofertados en el ejercicio de la autoridad gubernamental” –definidos así en el Acuerdo General sobre el Comercio de Servicios (GATS) de la OMC- están excluidos del mismo. ¿En qué se equivoca la Comisión Europea?

J.H.: La Comisión Europea se equivoca en esto porque la exclusión del GATS es muy estrecha y no se aplica a los servicios públicos tal y como se realizan actualmente en la mayor parte de los estados europeos. La definición del GATS sobre los servicios “ofertados en el ejercicio de la autoridad gubernamental” exige que los servicios en cuestión sean cumplimentados únicamente por el sector público, sin competencia, y también que sean provistos sobre unas condiciones generales no comerciales.  Hace unos diez años que confirmamos con los negociadores comerciales (del GATS) que nuestra salud, educación transporte y otros servicios públicos esenciales no están cubiertos por esa exclusión y, sin embargo, están claramente esperando que hayamos olvidado las discusiones que tuvimos entonces!

M.Z.: ¿Cuáles son los principales lobbies y think tanks impulsando el TTIP en la UE y en los EEUU? ¿Hay algún conflicto de intereses entre diferentes sectores capitalistas (i.e. aquellos de orientación nacional frente a los transnacionalizados)?

J.H.:  Casi todos los grandes lobbies corporativos han estado activos promoviendo sus intereses en el TTIP, pero, en efecto, empiezan a mostrarse algunas divisiones internas.  Aquellas compañías que han configurado sus filiales sobre la base de estándares de producción de alta calidad están ahora manifestando su temor porque su perfil competitivo podría erosionarse debido al TTIP.  De  manera similar, muchas pequeñas empresas están asustadas porque la nueva oleada competitiva del TTIP sería un desastre para ellas, ya que están básicamente orientadas hacia la supervivencia en sus mercados locales antes que en el acceso a mercados extranjeros.  Hay pocas voces empresariales manifestándose a favor del TTIP en la medida que observan  lo impopulares que se están convirtiendo las negociaciones.

M.Z.: ¿Qué opinión tiene sobre el movimiento social contra el TTIP? ¿es lo suficientemente fuerte como para parar la agenda del TTIP? ¿Existe en el futuro inmediato alguna posibilidad de éxito para la oposición social y política?

J.H.: Yo creo que podemos derrotar al TTIP al igual que impedimos previamente la introducción de esos poderes para el capital cuando intentaron incorporarlos al Acuerdo Multilateral de Inversiones en los 90 y a la Organización Mundial del Comercio en los 2000. El desafío que tenemos es construir una alternativa eficaz para obstaculizar los mismos proyectos neoliberales opacos que emergen una y otra vez. Necesitamos una política comercial y de inversiones progresista y positiva en lugar del modelo en favor de las corporaciones que tiene la Unión Europea.

M.Z.: ¿El veto del actual gobierno griego puede tener alguna consecuencia efectiva en la vía institucional para rechazar el TTIP?

J.H.: El gobierno griego de Syriza ha prometido rechazar el TTIP como un regalo a los pueblos de Europa. Sin embargo, sabemos que la Unión Europea ha podido soslayar las normas en otras ocasiones cuando se ha enfrentado a la oposición a sus designios neoliberales. Por lo tanto, podemos esperar que algo así suceda de nuevo.  La única manera de derrotar al TTIP es construyendo una campaña masiva de resistencia en todos los países europeos, así como en los Estados Unidos. Esto es lo que estamos haciendo con éxito y es por eso que los impulsores del TTIP están empezando a estar asustados.

Categorized | Economía, Política

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