(Galde 14, primavera 2016). Entrevista realizada por Manu Gonzalez.
Hablamos con Cote Romero, persona con una dilatada trayectoria de compromiso social y actividad profesional interrelacionados.
Es cierto, porque en este caso el activismo social del ámbito energético y el desempeño profesional son dos herramientas complementarias y necesarias para lograr un mismo fin: La transición energética a un modelo sostenible ambientalmente, democrático e inclusivo.
Fuiste una de las personas fundadoras de la Plataforma por un Nuevo Modelo Energético, siendo actualmente su coordinadora estatal, háblanos de este movimiento.
La Plataforma por un Nuevo Modelo Energético surge de la necesidad de aglutinar en un movimiento ciudadano plural a la sociedad civil, constituyendo una plataforma en la que participan más de 400 organizaciones muy diferentes entre sí y miles de personas a título individual. Su objetivo es poner de manifiesto la invisible urgencia de una transición energética hacia fuentes renovables, pero también denunciar la resistencia al cambio por parte de los poderes económicos dominantes, e instar a las personas y a las instituciones a que, con el conveniente cambio de hábitos, seamos capaces de minimizar la grave crisis ecosocial a la que nos enfrentamos.
En ese sentido, apostamos por un modelo energético limpio, basado en fuentes renovables, y democrático, donde las personas y las comunidades sean co-decisoras de un bien esencial cuya producción y gestión tienen impactos notables en la vida, y que además, ha de ser inclusivo, donde toda persona pueda disponer de acceso a un mínimo básico de energía para poder desarrollar una vida digna. Para ello, ponemos el acento en la reducción del consumo energético, ya que nuestra sociedad irreflexiva y devoradora de recursos, despilfarra gran parte de la energía que utiliza. De ahí que sea fundamental cortar la sangría energética en nuestros hogares y edificios ineficientes, en nuestra insostenible forma de trasladarnos a cualquier sitio en vehículo privado, debemos evitar el transporte innecesario de mercancías consumiendo localmente, repensar el modelo agroalimentario, etc. La tecnología es una gran aliada, pero ¡Ojo! está comprobada la paradoja de la eficiencia o efecto rebote que ya comentaba Jeavons cuando muy acertadamente señalaba que la reducción en el consumo energético derivada del aumento de la eficiencia, libera recursos económicos que se utilizan para satisfacer nuevas demandas energéticas. Por ello, es fundamental, educarnos en el cambio de hábitos y que los recursos liberados no incrementen la demanda de energía.
¿Cuál es vuestra forma de trabajar en un ámbito tan complejo?
En la Plataforma trabajamos de manera asamblearia y así aprovechamos los procesos de inteligencia colectiva. Todas las personas somos necesarias y nuestros diferentes aportes enriquecen la visión. Si eres una persona experta, este es tu espacio; si no entiendes nada, también, porque de igual manera te afecta. Funcionamos de manera descentraliza territorialmente. Nodos locales interconectados, que bien podrían responder al lema: Piensa Global, Actúa Local. En Euskadi podéis participar a través de GureEnergia.
A lo largo de estos tres años y medio de vida, y sin recursos económicos, creo que hemos conseguido ser un espacio de influencia política importante. Hemos ayudado a elaborar programas energéticos en todos los partidos políticos que se han dejado asesorar. También hemos aportado a los municipios una hoja de ruta para avanzar hacia la sostenibilidad social y ambiental. A nivel jurídico, gracias al trabajo voluntario de personas técnicas en energía y expertas en leyes, hemos desarrollado un profuso trabajo (6 denuncias ante la Comisión Europea por el incumplimiento de España de diferentes Directivas, Denuncias en la Fiscalía Especial contra la Corrupción, etc.). En nuestra actividad, estamos comprobando que la labor jurídica es fundamental para socavar la connivencia del poder político y los poderes económicos. Además, hemos logrado un importante impacto mediático logrando colocar en el imaginario colectivo, cuestiones tan capitales como la “Pobreza energética” o las “Puertas Giratorias”. Y sin lugar a dudas, esta repercusión en los medios de comunicación nos ayuda a avanzar en el objetivo que más apreciamos: la concienciación y activación ciudadana. Y para ello, damos múltiples charlas en todos los territorios, elaboramos material pedagógico, entre ellos dos “maravillos” documentales, realizamos talleres, etc.
Optimista pues?
Podría parecer un resultado excelente, pero sin menospreciarnos, nada más lejos de la realidad. Si queremos cambiar las cosas necesitamos ser millones las personas cambiando hábitos y reclamando a los diferentes gobiernos políticas energéticas sensatas.
También eres la directora de Ecooo, la empresa donde desarrollas tu labor profesional.
Si, trabajo en una maravillosa y rara avis, una empresa sin ánimo de lucro que, aunque parezca un oxímoron, es una realidad constatable, y que se ha convertido en un agente motor de economía social, vinculada, por ejemplo en Madrid, al Mercado Social existente. Contamos con un equipo estupendo de personas comprometidas con el cambio de modelo energético y de paradigma económico. Porque estamos convencidas de que el consumo responsable es la más poderosa herramienta de transformación. El problema es que quien tiene ese poder, las personas al comprar y consumir, lo desconocen.
Tal y como dice Paulo Coelho, el mundo cambia con tu ejemplo, no con tu opinión. Por ello, desde Ecooo llevamos 11 años poniendo a disposición de las personas herramientas concretas para actuar y recuperar el control de sus vidas en materia energética y así poder ser parte de la solución frente al cambio climático. Facilitamos el ahorro de energía en el ámbito del hogar y laboral. Y ayudamos a las personas para que puedan ser productoras de energía renovable. Bien a través de instalaciones de autoproducción en tejado propio o bien participando en proyectos de energía comunitaria. Ya contamos con más de 62 proyectos colectivos en los que participan 1.800 personas. Además este pasado año hemos puesto en marcha un proyecto precioso, EcoooLocal, a través del cual facilitamos a los Ayuntamientos a cortar el despilfarro energético, generando ahorros económicos que se reinvierten en nuevas medidas de ahorro y eficiencia energética, activando en el proceso a la vecindad del municipio. Se trata de entrar en un círculo virtuoso en el que cuenta desde el principio con el talento y conocimientos del cuerpo técnico municipal, de cara a elaborar propuestas adecuadas a las características específicas de cada municipio.
Como venimos comentando, hablar de energía es hablar de la vida. La energía es un bien esencial que consumimos todos los días; sin embargo, las fuentes y forma de producirla, su distribución y acceso nos vienen ya determinadas. ¿Cuáles crees que don las principales características del actual modelo energético?
Actualmente obtenemos energía quemando combustibles fósiles. Es verdad, que hay un pequeño aporte de energía nuclear (innecesaria) y que además se van abriendo paso las energías renovables, ya más competitivas que cualquier otra tecnología, pero estas dos últimas tecnologías realizan su aporte básicamente en la electrecidad que consumimos. Apenas hay renovables en el sector de la movilidad y el transporte, en el sector agrícola, en la climatización de edificios, etc. Nos movemos, nos calentamos, obtenemos electricidad, «comemos»…combustibles fósiles. Y esta adicción a los fósiles tiene fatales consecuencias ambientales, económicas, sociales y políticas.
¿Nos puedes describir un poco más estos impacto que enuncias?
De entrada, y por su enorme relevancia, hay que mencionar el Cambio Climático. Ya no hay duda de que las emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera están cambiando el clima. De estos gases, cuantitativamente, las emisiones de CO2 procedentes de la quema de los combustibles fósiles de nuestro modelo energético tienen una enorme responsabilidad. Por ello, es urgente transitar a modelos descarbonizados. Es tal la gravedad del problema al que nos enfrentamos, que solo esta consecuencia debería hacer saltar todas las alarmas. Pero hemos tirado treinta preciosos años para actuar en materia de cambio climático. Los enormes intereses económicos de las multinacionales energéticas han paralizado la acción política y, a través de la publicidad y de la desinformación, han bloqueado la respuesta ciudadana. Pero, ya es tan incontestable, que ahora mismo, y con poco margen de maniobra, organizaciones como la Agencia Mundial de la Energía, el Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático de la Naciones Unidas (IPCC), la Agencia Europea de Medio Ambiente, el Club de Roma, el memorando de Nobeles de Estocolmo, los Fondos de Inversión, las grandes aseguradoras y hasta el Papa Francisco, alertan de la urgencia para transitar a un modelo limpio si no queremos sobrepasar el calentamiento global a final de siglo en 1,5ºC, el único margen de seguridad. Extrayendo y quemando combustibles fósiles se genera además gran contaminación ambiental, mermado la calidad del entorno y afectando a la salud de las personas. Pero este modelo, tiene además consecuencias económicas, el carbón, petróleo y gas van llegando a su pico de extracción, es decir que no sólo se agotan, sino que cada vez es más costosa su extracción. La época del petróleo fácil y barato se ha acabado. No nos engañe en el análisis la bajada de precios coyunturales, que está más relacionada con la especulación financiera que por la abundancia del recurso. De hecho, es tal la demanda mundial de combustibles fósiles que a la industria de los hidrocarburos le está mereciendo la pena implementar técnicas costosísimas para extraer fósiles no convencionales. Técnicas tan arriesgadas y destructivas que sorprende la irresponsabilidad de los gobiernos permitiendo semejante barbaridad en nuestros mares o en nuestros territorios. La realidad es que es totalmente insensato que nuestro sistema económico se base en un modelo energético cuya materia prima sufre gran volatilidad de precios y que ha demostrado estar sometida al albur de gobiernos nada democráticos o de grandes corporaciones.
Esta situación conlleva además, graves consecuencias sociales. En la actualidad, la titularidad de las plantas de generación y las redes de distribución están en manos privadas, en pocas pero todopoderosas empresas. Grandes corporaciones con ánimo de lucro que producen y gestionan un bien común esencial. De ahí, que los intereses generales choquen frontalmente con la cuenta de resultados de las grandes compañías energéticas; por ello, no podemos perder la oportunidad de abordar la inexorable transición energética introduciendo correctores de seguridad frente a los oligopolios, es decir, democratizando el sistema energético. Muchos centros de producción energética pequeños, locales, conectados, produciendo y gestionando este precioso bien. Estas lógicas empresariales actualmente dominantes, cuyo objetivo es maximizar el beneficio económico, permiten que 1.300 millones de personas en el planeta no tengan acceso a la energía moderna. Ese sur global empobrecido y enormemente rico en materias primas energéticas; pero es que tambiénse producen vulneración de los derechos humanos en los países donde se extrae las materias primas energéticas, y desplazamientos de comunidades indígenas, violaciones, asesinatos, etc. No obstante, esta es una práctica que no es exclusiva del extractivismo fósil, también nos encontramos situaciones similares en la construcción de represas, etc. La vulnerabilidad energética también se ceba en nuestras opulentas sociedades. Año a año engrosa la indecente lista de personas en situación de pobreza energética, es decir, con seria dificultad e incluso imposibilidad de mantener la vivienda a una temperatura adecuada o disponer de servicios energéticos necesarios para una vida decente, tales como el agua caliente sanitaria, iluminación, uso de electrodomésticos, e incluso nada baladí, el acceso al transporte o a Internet. El panorama que describo se produce en un marco mundial de conflictos geoestratégicos por el control de las materias primas energéticas, las guerras actuales son la consecuencia de esta pugna. Un modelo de materias primas energéticas autóctonas, como son las renovables, podrían abortar o cambiar radicalmente esta tensión internacional. Sin embargo, los escenarios posibles consecuencia del avance del Cambio climático hacen prever con bastante fiabilidad nuevos focos de tensión internacional pugnando por recursos hídricos y por los alimentos. Otro aspecto a denunciar sería el de la injerencia del poder económico en el poder político. Este punto no hace falta desarrollar ya que en nuestro Estado hemos sido testigos de que la política energética está diseñada por las eléctricas. Tan grande es el poder económico que el poder político es un mero lacayo al servicio de las energéticas.
Podríamos extendernos en muchas más externalidades negativas de nuestro actual modelo energético pero el espacio es limitado. No obstante, quería matizar una cuestión que planteas en la pregunta. Cuando te refieres a que las fuentes, la manera de gestionar y la distribución nos vienen determinadas. Pero afortunadamente se abren rendijas para romper en pedazos esa determinación e imposición del sistema. Si bien es verdad que aún son tímidos los resultados, cada vez son más sólidas las propuestas y mayor es el número de personas resilientes ante un sistema que golpea los derechos ambientales y los derechos humanos. En este sentido creo que podemos reducir nuestros impactos ambientales. Podemos producir nuestra propia energía térmica y eléctrica en el hogar unifamiliar. Podemos ponernos de acuerdo, con dificultades, con nuestro vecindario, y colectivamente generar nuestra propia energía. Podemos presionar a la Administración para que nos imponga a las comunidades de vecinos a generar nuestra propia energía. Podemos cambiar de comercializadora a una que sea de energía 100% renovable y si además es parte de la economía social, tal y como hay muchas cooperativas en el Estado, apoyamos otra manera de hacer economía. Podemos desplazarnos sosteniblemente (caminando, usando la bicicleta, en transporte colectivo y limpio o compartiendo vehículo). Podemos consumir local y reducir la huella kilométrica de nuestra cesta de la compra. Podemos hacer presión ciudadana para exigir políticas que fomenten la transición energética y el acceso a la energía a todas las personas. Es decir, aunque seamos David frente a Goliat, tenemos mucho margen de maniobra y no debemos quedarnos paralizados.
Después de tres años y medio de experiencia acumulada en la Plataforma, ¿cuáles son las principales dificultades con las que os habéis encontrado?.
A todas luces, el principal obstáculo es el enorme poder del oligopolio energético. Es una resistencia en todo el mundo. Una industria con más de un siglo de hegemonía ha sido capaz de desarrollar una estructura férrea de control del poder político, a fin de que este elabore normas que le favorezcan económicamente y así mismo, se ha salvaguardado de la opinión pública, tras la poderosa capa de invisibilidad que le concede financiar los medios de comunicación, manipular la información y contrarrestar cualquier crítica con publicidad de lavado de imagen.
En el Estado español, por una serie de peculiaridades, este papel dominante en concreto de las compañías eléctricas es mayor y la virulencia con la que han tratado de anegar a las alternativas energéticas ha sido mayúscula.
De hecho, podríamos relatar cientos de situaciones donde este dominio sobre el regulador se plasma de manera incuestionable, pero vamos a conformarnos con citar sucintamente las más relevantes de los últimos años donde se ha regulado con la influencia de las eléctricas, es decir, garantizando que no mermen sus ingentes beneficios. De cara al desarrollo de las energías renovables nos encontramos que las grandes empresas energéticas están detrás de los recortes retroactivos a las renovables con derecho a prima. Han forzado el «Tasazo» a la generación eléctrica, que a priori afecta a todos los generadores pero que en puridad tan solo menoscaba los derechos económicos de los generadores regulados, el sector de las energías renovables, frente a las posibilidades de evitar el impacto en la cuentas de las eléctricas cuando generan energía con fósiles o nucleares. Mantienen un mercado de la electricidad inadecuado para el mix energético actual y que genera pingües beneficios a los titulares de la gran hidráulica y de las centrales nuclear; tan ineficiente mecanismo de casación de precios en el mercado eléctrico genera pérdidas en la generación con gas y carbón, pero obtienen año tras años a través de la orden de peajes, compensaciones económicas delirantes, tales como los pagos por capacidad, ayudas al carbón nacional, que está sirviendo para quemar carbón de importación, etc. Por otro lado, se está otorgando un sobre-retribución al transporte en media y alta tensión de la electricidad, en manos del monopolio de Red Eléctrica de España, empresa privada que tan solo tiene un 20% de participación pública. Pauntar también la moratoria en enero de 2012 a todo nuevo proyecto de Energías Renovables con derecho a vender la electricidad con complementos a la inversión, y la mascletá final!, el delirio de regulación en materia de autoproducción o autoconsumo. Años retrasando la aprobación del Autoconsumo con Balance Neto, es decir, el mecanismo que permite intercambiar con la red eléctrica los excedentes de producción diurna de la planta fotovoltaica (vertiendo estos excedentes al sistema) con el consumo de la red en las horas que la planta no produce. Este mecanismo fomentado en muchos países de nuestro entorno favorece el desarrollo de la energía distribuida, que es beneficiosa para el medioambiente, para el bolsillo de los consumidores y para la gestión de la red eléctrica y evita la implantación masiva de baterías que almacenen los excedentes de electricidad diurna, de tal manera, que se reduce el esfuerzo en la inversión y se aminora la utilización de materiales y recursos. Tras años de espera de tan favorable norma, nos encontramos con la aprobación de una regulación de Autoconsumo que pone trabas a su desarrollo. ¡Regulación única en el mundo!
¿Y de cara a implementar políticas de ahorro y eficiencia energética?
Pues todo ha ido hasta ahora en la misma línea; así, nos encontramos con una factura de la luz en la que cada vez cobra más peso la parte fija, es decir, la potencia contratada, y no la energía consumida. Ello hace que toda medida de ahorro de energía tenga una menor repercusión en el ahorro económico en la factura. Es decir, podemos ahorrar un 40% de consumo energético y sin embargo ahorrar tan solo un 25% en la factura de la luz. Ello impide utilizar mecanismos de financiación de las inversiones de mejora energética a través de los ahorros económicos de las facturas.
¿Cómo estáis afrontando la comunicación de cara a que las personas de “a pie” para que podamos entender esta complejidad de temas y sepamos como actuar?
Esta en una de las grandes trabas a las que nos enfrentamos, la desinformación generalizada en materia energética. Como dices, es un sector complejo y técnico. A ello hay que sumarle que estas grandes empresas han operado con una opacidad total. Y si no fuera suficiente, ante cualquier posibilidad que amenace los beneficios económicos de las eléctricas, éstas ponen en marcha toda una potente maquinaria de propaganda para generar ruido y confusión. Publicidad falaz, informes pseudo científicos que benefician sus intereses (elaborados por universidades y financiados por energéticas), y emisión de mantras a través de los mediáticos que se instalan en el imaginario colectivo y que surten efectos a largo plazo: la renovables son caras, las renovables no pueden garantizar el suministro, la energía nuclear es la más barata, el fracking es riqueza, existe el carbón limpio, el autoconsumo está prohibido, etc.
Y así, las personas, al no entender absolutamente nada, acaban desentendiéndose y permitiendo que otros, la grandes empresas, tomen decisiones que nos perjudican a todos sin contestación social alguna.
En un contexto de emergencia social y ambiental, tenemos que ser capaces de intentarlo. Las resistencias al cambio son enormes. No hay más que ver la cumbre de París. Un éxito a nivel diplomático y un avance de cara a arrancar compromisos de economías que hasta la fecha escurrían el bulto. Pero, no nos engañemos, lo pactado es tan insuficiente y la demora en su implementación nos pueden acarrear que se nos cierre la ventana de oportunidad para actuar a tiempo de reducir, hasta niveles asumibles, los impactos del cambio climático. Y si las propuestas son parcas y lentas, pues… ¡éramos pocos y parió la burra! Todo los acuerdos entre la UE, EEUU y Canadá, quedarán en solfa si se aprueban los tratados de libre comercio, que ponen la alfombra roja a estas transnacionales y ni los Estados ni las entidades supranacionales serán capaces de poner coto a sus desmanes. ¡Nos jugamos la vida tal y como la conocemos! Por todo ello, bien merece arrancar desde la ciudadanía, contagiarnos unas a otros, y empujar desde abajo el cambio. Un modelo energético sostenible, democrático e inclusivo. Un modelo que nos haga caminar por la hermosa ruta de la cooperación y solidaridad entre los pueblos. Si hay una oportunidad bien merece que pongamos a trabajar nuestra energía, la energía de las personas que mueve el mundo.