(Galde 18, primavera/2017). Agustín Unzurrunzaga. Francia está enfrascada en un ciclo electoral que se inició con las primarias de la derecha a finales del año pasado, y acabará con las elecciones legislativas el 18 de junio. Son ocho elecciones. Primera y segunda vuelta de las primarias de la derecha, en la que podía votar cualquier persona previamente inscrita. Primera y segunda vuelta de las primarias socialistas, La Belle Aliance Populaire, en las que también podía votar cualquier persona inscrita. Primera y segunda vuelta de las presidenciales, el 23 de abril y el 7 de mayo. Primera y segunda vuelta de las legislativas los días 11 y 18 de junio.
Las elecciones primarias de los dos grandes campos que han dominado la vida política del país en los últimos treinta y cinco años, nos depararon las primeras sorpresas. En la derecha salió elegido François Fillón, cuando parecía que el favorito era Alain Jupé. Y lo mismo en el campo socialista, donde salió elegido Benoit Hamon frente al que fue primer ministro del Gobierno del presidente Hollande, Manuel Valls. En este último caso hay que añadir la renuncia a presentarse a un segundo mandato presidencial por parte de François Hollande. Era la primera vez que eso ocurría en la V República.
Las presidenciales
Las elecciones presidenciales celebradas los domingos 23 de abril, primera vuelta, y 7 de mayo, segunda vuelta, supusieron el inicio de un movimiento sísmico que ha puesto patas arriba la representación política presidencial a la que estábamos acostumbrados desde hace treinta y cinco años, desde que Mitterrand, encabezando el Partido Socialista ganase las elecciones del año 1981.
Los resultados de la primera vuelta nos dejaron un panorama del que podríamos resaltar los siguientes rasgos:
Uno, que las dos grandes corrientes políticas que desde hace treinta y cinco años se disputaban la presidencia del país en la segunda vuelta (salvo el paréntesis del año 2002), la derecha tradicional liberal-conservadora, heredera en mayor o menor medida del gaulismo, y la izquierda, encabezada por el Partido Socialista, fueron derrotadas. Ninguna de las dos pasó a la segunda vuelta.
Dos, que el partido más votado en la primera vuelta fue En Marche¡, un partido de reciente formación, construido para abordar estas elecciones, encabezado por Emmanuel Macron, ex ministro del Gobierno de Hollande. Es un partido difícil de clasificar. Es algo así como un partido social-liberal y centrista, abiertamente pro Unión Europea, que globalmente representa a las capas sociales que no han sido perjudicadas por la globalización económica, capas que ponen en primer plano de sus aspiraciones que la economía del país se modernice y gane en competitividad, frente a quienes consideran que prioritariamente hay que ocuparse de los sectores más golpeados por la crisis desencadenada en 2008. Ha recogido votos y apoyos tanto de la derecha tradicional como del Partido Socialista.
Tres, que por primera vez desde la instauración de la V República, en 1958, la derecha tradicional heredera del gaulismo, encarnada en diferentes marcas políticas, RPR, UMP o Los Republicanos, no pasó a la segunda vuelta. A finales del año 2016, Fillón tenía unas estimaciones de voto de entre 26%-29%, en función del candidato que se le opondría. Luego vino la revelación del semanario Le Canard Enchainé de los contratos hechos a su esposa y sus hijos como asistentes parlamentarios, es decir, la utilización de fondos públicos para pagar los salarios de unas personas que no ejercían el trabajo para el que habían sido contratadas. Y a partir de ahí empezó el declive, y las tensiones y divisiones con sus correligionarios. Y así hasta su derrota final.
Cuatro, que el Partido Socialista, que desde 1981 era la fuerza hegemónica de la izquierda, sacó el peor resultado desde que se refundó en 1971, 6,3% de los votos. Tanto la legislatura presidida por Hollande, como las primarias de lo que se denominó la Belle Aliance, y la propia campaña electoral, evidenciaron la existencia de grandes fracturas en el partido. Hoy son muchos los que ponen en causa y se preguntan por la propia continuidad del mismo. Ya en enero, los candidatos socialistas que se presentaban a las primarias daban muestras de gran debilidad en cuanto a las intenciones de voto. Justo antes de celebrarse las primarias, el 25 y 29 de enero, Benoit Hamon y Arnaud Montebourg acreditaban un 7% de intención de voto, y Manuel Valls un 9%. A tres meses de la primera vuelta de las presidenciales, sus expectativas de voto rondaban el 35% de lo que había recogido François Hollande en la primera vuelta de las elecciones presidenciales de 2012. Parecía claro, en consecuencia, que con esas expectativas de voto quedarían muy probablemente en quinto lugar, como así ocurrió en realidad. Por otro lado, habían perdido todas las elecciones intermedias: municipales, departamentales, regionales, celebradas desde que ganaron las presidenciales de 2012. Era un partido en declive, dividido entre quienes propugnaban una línea social-liberal y quienes abogaban por un giro a la izquierda, “les frondeurs”, los críticos, los descontentos. En diciembre de 2015 perdieron las regionales. Dirigían 21 de las 22 regiones del país y, con un 23,5% de los votos fueron sobrepasados por el Frente Nacional. A pesar de todo, en esas fechas seguían siendo la principal fuerza de la izquierda. Reunían el 60% del voto de izquierda.
Cinco, que por segunda vez en la historia de la V República, el Frente Nacional, un partido de extrema derecha, nacional populista, pasaba a la segunda vuelta y disputaba la presidencia de la República. En efecto, la primera fue en el año 2002, pero las circunstancias y el resultado obtenido en aquella ocasión, tenían poco que ver con las circunstancias y el resultado obtenido en 2017. Aquello fue una sorpresa. Lo actual no, era lo esperado. Aunque, en realidad, quedó por debajo de lo esperado, o de las ilusiones construidas a partir de lo que daban algunas encuestas (no otras) de intención de voto. El Frente Nacional obtuvo 7,6 millones de votos en la primera vuelta, el 21,4%,. la mayor cantidad obtenida en toda su historia. En la segunda vuelta obtuvieron 10,6 millones de votos, tres millones más que en la primera, el 33,9%. Pero si hacemos la comparación con lo obtenido por Macron, entenderemos la sensación agridulce que ha quedado en las filas frentistas. Macron pasó del 24% en la primera vuelta al 66,1% en la segunda, obteniendo 20,7 millones de votos, 12,7 millones de votos más que en la primera, 10,1 millones de votos más que Marine Le Pen. La derrota fue de las que hacen historia, pues era la segunda mayor diferencia entre candidatos de la historia de V República. La mayor fue en el año 2002, cuando su padre perdió frente a Chirac. ¿Han tenido éxito en 2017? Si. ¿Han vuelto a fracasar en 2017? También. El Frente Nacional ha progresado en el número de votos obtenidos, eso es indudable. Pero, una vez más, se comprueba que es un partido que está lejos de conquistar la mayoría y presidir el país. Es, hoy por hoy, un partido de primera vuelta, que sigue teniendo grandes dificultades para pasar por encima de las barreras que se le levantan. Y esta situación se reproducirá en las legislativas del mes de junio y, probablemente, de manera más acusada.
Seis, que ha emergido una izquierda radical, con marcados tintes populistas de izquierda, La France Insoumisse, encabezada por Jean Luc Melenchon. La Françe insoumisse se postula como la fuerza hegemónica dentro de la izquierda. Quedaron cuartos, a tres décimas de Los Republicanos, en el cómputo global de la primera vuelta. En la primera vuelta, aunque con contradicciones, contó con el concurso activo del Partido Comunista que, aunque es un partido en declive, sigue teniendo una base militante no despreciable. Estas contradicciones se agudizaron ante la segunda vuelta. El Partido Comunista, a diferencia de Melenchon, llamó sin ambigüedades a votar en la segunda vuelta a favor de Macron, para impedir, por un lado, que el Frente Nacional ganase y, por otro, para que el frente Nacional obtuviese el menor número de votos posible. En la noche del 23 de abril, con los resultados de la primera vuelta en la mano, Melenchon hizo unas declaraciones de lo más confusas y ambiguas, ante el voto en la segunda vuelta. Dijo que en ningún caso votaría al Frente Nacional, pero no dejó claro si votaría a favor de Macron, o si votaría en blanco. Esa opinión contrasta con la que mantuvo en el año 2002, en la que sin ambigüedades llamó a votar a favor de Chirac, con argumentos semejantes a los utilizados pos sus socios comunistas en aquella y en esta ocasión. La alianza con los comunistas no se mantendrá para las legislativas, aunque se hayan hecho algunos gestos de buena voluntad, como no presentar candidatos, para evitar la competencia en algunas circunscripciones. Si lo hiciesen, es obvio que perderían los dos. Mejor jugar con prudencia.
Otras cuestiones sobre estas elecciones
Emmanuel Macron es el primer presidente de la V República que gana unas elecciones presidenciales sin el apoyo de un aparato partidario estructurado. Encabezó un movimiento creado para la ocasión, La Republique en Marche¡, heterogéneo. A diferencia del Frente Nacional y de la France insoumisse, en sus discursos no se dirigió al pueblo como entidad. Utilizó una retórica ciudadana. Si dirigió a la gente como ciudadanos y ciudadanas que, si arriesgan, pueden ganar la apuesta de la renovación del país. El les representaba, y les convocaba como actores, como elementos activos de una aventura en la que se juega el destino del país. Es una incógnita como responderá ese movimiento en las legislativas de junio, y a los retos que le esperan en los próximos cinco años. Las encuestas publicadas en la primera semana de junio le colocan como el partido más votado en la primera vuelta de las legislativas, con un 31% de intención de voto.
Macron ha obtenido votos en toda Francia, y de manera equilibrada. Ha obtenido unos resultados próximos a la media nacional en muchas partes del país, en Nantes, en Estrasburgo o en el Macizo Central. Los picos más altos los ha obtenido en las grandes ciudades, pero manteniendo el tipo en las zonas rurales y en las periferias urbanas. Otro rasgo, que también se dio en las elecciones de Austria de fin del año pasado, que opusieron al Alexander Van Dervelle al candidato de extrema derecha, nacional populista del FPÖ, que gana claramente entre las personas con niveles de estudio medios y altos. Pero, lo mismo que con respecto a las zonas rurales, manteniendo el tipo entre los sectores con menos estudios.
Los resultados de Marine Le Pen son mucho más contrastados. Tiene zonas fuertes, auténticos bastiones, en el Norte, Nordeste y Sudeste. Tiene una presencia fuerte en las zonas rurales y en las periferias urbanas. Y tiene una debilidad, también muy fuerte, en las grandes ciudades, especialmente en la región parisina, y en toda la franja atlántica, desde Bretaña al País Vasco.
Otra cuestión a tener en cuenta, que hay relación entre el voto FN y el nivel de desigualdades sociales. Como señala el polítólogo Joël Gombin, cuanto más distancia hay entre ricos y pobres, el FN es más fuerte. Eso debería preocupar a cualquier político, tanto nacional como local, que busca oponerse a las causas del voto en favor de la extrema derecha. Los electos tienen todo el interés del mundo en poner la lucha contra las desigualdades en el corazón de su agenda. Queda por determinar cual es el mejor medio para absorber esas desigualdades. El debate político se limita a dos opciones, la política fiscal y la redistribución; o la cuestión territorial, la “polítique de ville”, por ejemplo. Es una pena que no nos interesemos más en la producción de las desigualdades, en los procesos económicos que las generan en demasía
Para las elecciones legislativas se han presentado 7.882 candidatos y candidatas, en 577 circunscripciones electorales. Una media de 14 candidatos por circunscripción. En el momento de escribir estas notas no es posible vislumbrar que pasará. ¿Quienes pasarán a la segunda vuelta? ¿Cuantos duelos y cuantos triangulares para la segunda? La respuesta a partir del 18 de junio.
Breve comentario sobre las legislativas francesas
Desde que las elecciones legislativas se celebran a continuación de las presidenciales, se ven dos movimientos. Por un lado, que la abstención y el voto en blanco suben y, por otro, que quien gana las presidenciales gana las legislativas.
Los dos se han dado en esta ocasión, y de forma muy acusada. La abstención ha sido la más grande de la historia de la V República, el 57,4%. La coalición de partidos que sostiene al presidente de la República, La Republique en marche! y el MoDem han obtenido una victoria aplastante, aunque algo menor de las proyecciones que se hacían a partir de los resultados de la primera vuelta de las legislativas.
A resaltar que el Frente Nacional, que disputó la presidencia en la segunda vuelta, y que en 45 circunscripciones había sacado más del 50% de los votos, se ha quedado con 8 diputados, sin poder formar grupo parlamentario, que requiere un mínimo de 15. El sistema electoral les pasa una factura enorme. En la anterior legislatura tenían dos diputados y ahora han subido a 8. Pero no llegar a formar grupo parlamentario es un palo grande.
La debacle del Partido Socialista es histórica. De tener la presidencia de la República y la mayoría absoluta en la anterior legislatura, han pasado a ser el quinto partido en la presidenciales y el cuarto en escaños. Les espera una larga travesía por el desierto.
El Partido comunista, que es un partido en declive, que en la primera vuelta de las legislativas sacó el 2,72%, obtiene más diputados que el Frente Nacional, que obtuvo el 13,2%. Sigue siendo un partido con arraigo en diferentes zonas del país.