El terremoto PISA 2015 y la educación vasca. Una aproximación

PISA 2015 izeneko txostenak utzitako emaitzak ez dira oso onak izan Euskal Hezkuntza Sistemarako. Hala eta guztiz, neuk ez dut egiten batzuek egin duten balorazio apokaliptikoa, ezta pentsatu ere ez. PISA txostena hartu behar dugu erreferentzizko froga bezala, beste froga bat bezala, ez definitiboa ezta bakarra ere ez. Beraz PISAko emaitzak baliogarritzat hartuko nituzke gure hezkuntza sistemari buruzko hausnarketa egitera eramango bagintuzte. Kritikagarria izan arren gaur egun PISA da guretzako erreferentzi balorazio bat eta horrela hartu behar dugu. Besterik ez.

(Galde 17, invierno/2016). Jesús Prieto Mendaza. No soy un especial defensor del Informe PISA (Programme for International Student Assessement), no obstante, y como docente, sería imprudente minimizar la influencia que estas pruebas tienen en un mundo educativo cada día más global y sujeto a los movimientos que genera la transnacionalidad  también en el ámbito educativo. Digo esto con el ánimo de contextualizar el análisis posterior y de reconocer, aunque no me entusiasme, la autoridad carismática de la que goza el Informe PISA en nuestro actual contexto cultural.

Cierto es que la publicitación de los resultados del informe 2015 ha desatado en Euskadi un cierto terremoto soportado en el altavoz de una sociedad fuertemente mediática. Bien vendría realizar un análisis sosegado y, por lo tanto, en vez de buscar algún chivo expiatorio al que cargar todas las culpas, debiéramos aceptarlo como una oportunidad para la mejora y, si es necesario, para el cambio en nuestra práctica docente, desde la programación hasta la evaluación. Para mí, el nudo gordiano de la cuestión se encuentra en considerar que la escuela es una auténtica Comunidad Educativa, en la que las competencias básicas  no se adquieren en una relación exclusiva docente-discente, sino en interacción constante con otros profesores, compañeros, personal no docente, familiares y cuantos agentes sociales intervengan en el centro (ver Informe Includ-ed 1). 

A pesar de todo, pienso que hay necesidad de mejora y que nuestro sistema educativo se enfrenta a retos que son ineludibles, no porque lo exija PISA 2015 sino porque nos lo demanda nuestra necesaria profesionalidad:

.- Programar por competencias. Todavía un sector muy importante de nuestro profesorado no fija sus objetivos desde el concepto de competencia, un concepto, por cierto, que Heziberri 2020 ha complejizado al dividir las conocidas como ocho competencias básicas en transversales y disciplinares.

.- Revisar prácticas docentes y metodología empleada. Nuestras aulas en la actualidad se definen por la existencia de una gran diversidad en las mismas y también porque ese alumnado diverso, y por lo tanto más rico, ha nacido en una sociedad digital  y maneja unos códigos de lenguaje, unos soportes y unos “recursos TIC” que nos atemorizan.

.- Revisar nuestros sistemas de evaluación. Si las competencias se han erigido en el eje de la práctica educativa, la evaluación no puede ser solamente de contenidos, hemos de hacer un esfuerzo para evaluar por competencias y en este punto, creo, presentamos también ciertos déficits. ¿Es nuestra evaluación formativa y formadora? ¿Planteamos problemas reales a nuestros alumnos/as o tan sólo les exigimos ejercicios? ¿Transmitimos la idea de que el error no es sino una oportunidad para aprender? ¿Son nuestras pruebas de evaluación heterogéneas y abiertas, o más bien uniformes y cerradas?

.- Considerar los Planes de Convivencia de Centro (y también el Observatorio de la Convivencia) no como un documento, sino como una herramienta viva y práctica para la mejora del ambiente de nuestros centros. La gestión del conflicto, la mediación escolar, la aceptación de límites y normas son cuestiones fundamentales de cara a la adquisición de competencias sociales y ciudadanas, sí, pero también para que el entorno escolar permita que se produzca aprendizaje.

Centrándonos en PISA 2015, se podrían plantear algunas, más que preguntas, reflexiones que podrían servir en un posible, y deseable, plan de mejora:

1.- Competencia para la comunicación lingüística.

En un sistema bilingüe, como el nuestro, otras comunidades obtienen mejores resultados. Quizás debamos plantearnos si el euskera en nuestro sistema educativo está siendo observado más como herramienta de construcción identitaria (por lo tanto objeto de utilización política partidaria o partidista) que como competencia transversal (por lo tanto prepartidaria o prepartidista), fundamental, junto al castellano (y el inglés), para el logro de todas las demás competencias. En este sentido el proyecto de educación trilingüe (no concibo un futuro que no pase por ello) en euskera, castellano e inglés debiera ser recuperado y determinadas reticencias al mismo me resultan simplemente expresión de la más absoluta “caverna”. Tampoco se puede negar otra cuestión que tiene que ver con la importancia de contemplar, valorar y utilizar las lenguas maternas en el ámbito escolar, y me refiero al castellano en zonas no euskaldunes sin olvidar en la actualidad otros idiomas.

2.- Competencia científica y tecnológica.

Realmente extraño resulta el puesto alcanzado en Ciencias, tan sólo Canarias, Extremadura y Andalucía quedan por detrás. En una comunidad, como la vasca, en la que nuestro tejido productivo se apoya en gran medida en la tecnificación y la innovación, exigiendo para ello personal altamente cualificado, estos resultados debieran urgirnos a un análisis sobre el estado del área científico-tecnológica en nuestro país. La apuesta industrial vasca, con el impulso de los Centros Tecnológicos de los tres territorios y la complicidad del mundo universitario y empresarial, hizo una apuesta hace ya muchos años por la competitividad internacional y por el concepto I+D+I. También nuestro modelo de Formación Profesional se ha basado en este concepto y además ha sido elegido como uno de los mejores de la Unión Europea, razón de más para que los resultados deban mejorar en este campo.

3.-Competencia matemática.

En Matemáticas, siendo nuestros resultados más acordes con la media, cuestión esta que es necesario recordar a tanto catastrofista, también hemos de replantearnos nuestra forma de concebirlas. Hemos de preguntarnos si las matemáticas (numeración, medidas, probabilidad, estadística, cálculo, razonamiento lógico, geometría…) se trabajan apoyadas en situaciones significativas para el alumnado, es decir en supuestos prácticos para la vida o para un futuro laboral, o si, por el contrario, los procesos de aprendizaje se basan en un concepto decimonónico del mismo. Repito un concepto muy utilizado por el profesor A. Alsina, “hacemos muchos ejercicios matemáticos con los alumnos pero les planteamos muy pocos problemas matemáticos, entendidos estos como un reto intelectual y cognitivo”.

No podríamos olvidar la que es sin duda la nueva competencia del milenio, me estoy refiriendo a la competencia tecnológico-digital. La implementación de las TIC en la escuela ha sido importante, pero también aquí constato que otras comunidades obtienen mejores resultados en PISA. Observo, por lo tanto, que adorar el ídolo de la tecnología y los dispositivos digitales, per se, no garantiza el éxito escolar si este esfuerzo tecnológico no se ve acompañado por algo fundamental, que me niego a relegar a un segundo plano: la humanidad. Debiéramos efectuar una profunda reflexión sobre lo ocurrido con las Ciencias Sociales. Después de la última reforma educativa el lugar al que hemos relegado a las humanidades es el de la irrelevancia, y un alumnado al que no se le enseña a pensar, a conocer su historia, a interesarse por la cultura con mayúsculas está condenado a ser en el futuro un ciudadano menos crítico y por lo tanto menos libre.

Hemos apuntado algunas cuestiones, pero todavía hay algo más. ¿Creen ustedes que nuestros equipos directivos y docentes se encuentran satisfechos con su labor diaria? Mucho me temo que la insatisfacción es la norma en un número nada despreciable de centros. Si preguntamos al profesorado comprobaremos que numerosos docentes y equipos directivos están más ocupados en cumplir con tareas burocráticas, que un sinfín de nuevas aplicaciones y programas informáticos les exigen a diario, que con su función docente.

¿Qué hemos de recoger del Informe PISA 2015? Recordemos que este informe no tiene como objetivo denunciar las carencias de un sistema, sino ayudar a promover su mejora, y yo me quedo con este loable propósito si sirve para la revisión de algunos de nuestros planteamientos pedagógicos, didácticos o metodológicos. ¡Que no es poco!

Jesús Prieto Mendaza.
Antropólogo Social  y profesor

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