El Pacto Verde Europeo, ¿llave para una transición ecológica y justa?

 

Galde 32 udaberria/2021/primavera. Florent Marcellesi, coportavoz de EQUO y ex-eurodiputado de Los Verdes/ALE

En pocos años, el Pacto Verde Europeo se ha convertido en el alfa y omega de las políticas europeas. Y con la pandemia, no solo no ha desaparecido, sino que se ha reforzado hasta llegar a ser el reclamo principal de la recuperación post-coronavirus. ¿Qué ha pasado para que, en tan poco tiempo, algo que era sectorial, defendido principalmente por una franja reducida del espectro político, institucional y social, sea la apuesta central a nivel continental? ¿Están este Pacto Verde Europeo y su brazo económico de los Fondos Europeos de Recuperación a la altura del reto ecológico y social al que nos enfrentamos?

Existen varios factores primordiales que explican que el Pacto Verde Europeo se haya convertido en la piedra angular de la acción política europea. Por un lado, estamos ante una ola de fondo de concienciación climática, y en general ecológica, que lleva años gestándose. Esta ola tuvo un punto de inflexión con el Acuerdo de París, en la COP21 de 2015. Allí se incubó una victoria fundamental para conseguir lo que podríamos llamar la “hegemonía cultural climática”. El ecologismo ganó el discurso, el corazón y el imaginario social. Si bien es cierto que es necesario pasar de las palabras a los hechos, al mismo tiempo, para pasar a los hechos es imprescindible tener primero una palabra fuerte y un relato común. El Acuerdo de París ha dado legitimidad planetaria a esta narrativa ecosocial del siglo XXI.[1] Este punto de inflexión se ha prolongado y reforzado luego con la ola de manifestaciones de la juventud por el clima en las calles de todo el mundo. Capitaneado por el ‘fenómeno Greta Thunberg’, de forma audaz y cruda, decenas de miles de jóvenes han denunciado la inercia o la inacción de las actuales generaciones al mando de la política y la economía que, en gran medida, no sufrirán las consecuencias del cambio climático. Se han movilizado para reclamar su “derecho al futuro”.

En paralelo, y de forma sincrónica, pero no necesariamente coordinada, es también una “ola verde” política que se ha expandido por Europa, principalmente por el noroeste continental. En las elecciones europeas de 2019, los verdes marcaron un nuevo hito, alcanzando una cuota de representación nunca vista hasta el momento. Hoy los verdes están en 6 gobiernos (Austria, Suecia, Finlandia, Luxemburgo, Bélgica, Irlanda), mientras que desde 2020 gobiernan las principales ciudades francesas y podrían convertirse en las elecciones federales alemanes de 2021 en segunda fuerza política de este país. Esta acumulación cruzada y sinérgica de concienciación climática ciudadana, de movilización juvenil y de auge de los partidos verdes europeos llevaron a los partidos europeos mayoritarios (conservadores, social-demócratas y liberales) y, en efecto dominó, a la Comisión Europea, a convertir el Pacto Verde Europeo en 2019 en prioridad política pre-pandemia.

Ahora bien, ¿qué papel ha jugado la pandemia con el Pacto Verde Europeo? Si bien hubo un amago del Club de Visegrado (Hungría, República Checa, Eslovaquia y Polonia) de relegar a un segundo plano el Pacto Verde Europeo, ante la crisis económica derivada de la covid19, fue un intento del todo fallido. La hegemonía cultural y política, nacida de las olas verdes sociales y políticas pre-pandemia, es ahora mismo mucho más fuerte que el negacionismo climático de algunos dirigentes minoritarios, hecho reforzado por la derrota de Trump y la vuelta de Estados Unidos al Acuerdo de París[2]. Más bien al contrario, la pandemia ha tenido un efecto acelerador y catalizador de la transición ecológica, convirtiéndose esta última en el pilar[3], junto con la transición digital[4], de los planes de recuperación y reconstrucción.

Este efecto acelerador se ha visto impulsado también por el “efecto comparación”. La crisis del coronavirus ha sido y sigue siendo un serio aviso a navegantes. Nos llama al orden, mostrándonos lo que podría pasar si no somos capaces de entender el resultado de nuestras acciones sobre el resto de la naturaleza y, al mismo tiempo, cómo nos vemos afectados a nivel sanitario y socio-económico por el efecto boomerang de dichas acciones. Es más: la crisis sanitaria y económica de la covid19 se presenta como un ensayo general ante la pandemia climática que, según Naciones Unidas, es más mortal y peligrosa aún[5]. La crisis climática es una pandemia a cámara lenta que amenaza la supervivencia civilizada de nuestras sociedades, tan soberbias, industrializadas y tecnologizadas como frágiles, insostenibles e interdependientes. Es también un llamamiento a usar las enseñanzas de la pandemia sanitaria para atender a tiempo la crisis ecológica en base a las evidencias científicas y poniendo la salud y la vida de las personas y del planeta por encima de los intereses particulares. Con el coronavirus, el Pacto Verde Europeo se ha convertido en una evidencia post-pandemia.

Los fondos europeos de recuperación: una última oportunidad para la transición ecológica

Hay una conjunción de dos factores a priori separados que, sin embargo, se mezclan y convierten este decenio en una bifurcación y oportunidad histórica. Según la comunidad científica, nos queda apenas una década para evitar los peores (pero también más probables) escenarios del calentamiento global[6]. Esto supone impulsar una profunda transformación estructural durante los próximos años, lo que supone a su vez tener acceso a una cantidad ingente de recursos económicos para tal objetivo a corto y medio plazo. Al mismo tiempo, la crisis sanitaria ha dado a luz al plan de recuperación a nivel europeo más ambicioso desde la segunda guerra mundial. Con estos fondos, de una magnitud excepcional, se ha abierto una ventana de oportunidad para (re)construir las dos próximas décadas del país y del continente. Dicho de otro modo, cruzada con la advertencia temporal científica, ésta es nuestra última oportunidad para cambiar de rumbo hacia una senda a la vez ecológica y justa. Ya no hay derecho a equivocarse.

Para que esto sea real, será fundamental utilizar los fondos europeos de recuperación como herramienta de transformación estructural. A día de hoy, apuntan en dirección correcta. Pero, por desgracia, tenemos en España y otros países europeos malas experiencias de antiguos fondos europeos de reconversión o desarrollo territorial mal utilizados en el pasado[7]. Regar de dinero y con poco control infraestructuras insostenibles e inútiles como autopistas sin coches, aeropuertos sin aviones y AVEs sin pasajeros supusieron años perdidos hacia la necesaria transición ecológica y justa. No podemos cometer dos veces el mismo error. Para ello, esto significa primero no rescatar proyectos insostenibles del pasado como hace, por ejemplo, el Gobierno Vasco con el Tren de Alta Velocidad. Y segundo, significa controlar con criterios y condicionalidad ecosocial, tanto desde el Gobierno español como desde la Comisión Europea, los proyectos presentados. Solo tendrían que tener cabida proyectos que favorezcan la transición ecológica, incluyendo a nuevos agentes sociales y económicos (pymes, autónomos, entidades sin ánimo de lucro, etc.) y no solo grandes empresas y corporaciones. Para ello, la presión y el control ciudadano, político y mediático van a ser también básicos[8].

Por otro lado, si bien el Pacto Verde Europeo y los Fondos Europeos van en dirección correcta, esto no significa que vayan con la velocidad deseada, ni que tengan la ambición suficiente. Por ejemplo, cuando el vice-presidente de la Comisión Europea, Frans Timmermans, declara que hay que “transitar rápidamente a una situación sostenible y al mismo tiempo crear empleos y crecimiento”, vuelve a cometer un error que nos puede llevar a un callejón sin salida: la incompatibilidad de combinar crecimiento junto con bienestar y sostenibilidad[9]. Éste es el famoso dilema del crecimiento: en tiempos de bonanza, la economía del crecimiento mantiene la maquinaria económica y laboral, asegurando en teoría empleo pero destruyendo a la vez las bases materiales de la vida. Y cuando en tiempos de recesión deja de crecer, y por tanto disminuye el uso de recursos naturales y la contaminación, esta misma maquinaria lo hace con mucho sufrimiento social y paro, cierre masivo de empresas y tremendas desigualdades. Por eso, ahora que toca la reconstrucción de Euskadi, España y Europa tras el paso del coronavirus, hagámoslo sobre nuevas bases sociales y ecológicas.

Se trata de escapar del dilema crecentista y construir una economía post-crecimiento que satisfaga las necesidades de la ciudadanía al mismo tiempo que respete los límites ecológicos del planeta[10]. Solo una transición a la vez ecológica y justa, entendida como herramienta de transformación estructural más allá del business as usual, puede responder a este doble reto. Hagamos que el Pacto Verde Europeo y los fondos europeos sean la llave ecosocial hacia un futuro equitativo y sostenible.

Florent Marcellesi, coportavoz de EQUO y ex-eurodiputado de Los Verdes/ALE

NOTAS:

  1. Para profundizar en esta cuestión: https://www.efeverde.com/blog/creadoresdeopinion/el-acuerdo-de-paris-sobre-clima-entre-milagro-desastre-y-posible-punto-de-inflexion-por-florent-marcellesi/

  2. Para profundizar sobre esta cuestión, véase este número de Política Exterior: https://www.politicaexterior.com/agenda-exterior-eeuu-y-el-acuerdo-de-paris/

  3. El 38% de los fondos tienen que ir para la transición ecológica.

  4. Apuntemos que no siempre las dos transiciones ecológicas y digitales son compatibles. La Transición Digital puede conllevar una mayor contaminación, usos de recursos naturales, energía y materias primas, tierras raras y aumentar la degradación ambiental y climática. Véase por ejemplo “La cuestión de la sostenibilidad en la digitalización de la economía, in Ecopolítica, 2017:

    https://ecopolitica.org/la-cuestion-de-la-sostenibilidad-en-la-digitalizacion-de-la-economia/ 5

  5. https://news.un.org/es/story/2020/03/1470901

  6. https://news.un.org/es/story/2020/03/1470901

  7. Como por ejemplo en las cuencas mineras de Asturias, Aragón o Castilla y León.

  8. La plataforma Open Generation es un buen ejemplo de alianza social para presionar hacia un buen uso de los fondos y denunciar su potencial mal uso.

  9. Para profundizar sobre esta cuestión: https://agendapublica.es/son-compatibles-clima-y-crecimiento/

  10. Para profundizar sobre el post-crecimiento: https://www.eldiario.es/tribunaabierta/Liberemonos-crecimiento_6_825277479.html

    O sobre propuestas concretas para una reconstrucción verde y justa: https://www.efeverde.com/blog/creadoresdeopinion/pensar-el-mundo-de-manana-reconstruir-en-verde-por-florent-marcellesi-coportavoz-de-equo-y-ex-eurodiputado-de-los-verdes-europeos/

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