(Galde 10, Udaberria 2015 Primavera). Francisco Castejón. Acción en Red y Ecologistas en Acción.
Una materia prima escasa y mal repartida, pero clave para la economía. El petróleo es una fuente de energía versátil, fácil de almacenar y con gran capacidad calorífica. Es clave en el transporte, la agricultura y en muchos procesos industriales. Gracias a su hallazgo y explotación se pudo realizar la segunda parte de la revolución industrial. Además, los plásticos, que son omnipresentes, proceden también del petróleo. Éste se ha hecho tan importante en nuestras vidas y en los procesos productivos que el crecimiento económico está correlacionado con un aumento del consumo de petróleo. Como es básico en el transporte y en la producción de alimentos, las variaciones del precio del petróleo se reflejan en los precios de todos los productos.
Llama la atención que seamos tan dependientes de una materia tan escasa y tan mal repartida. No es sencillo calcularlo, pero las reservas disponibles de crudo solo alcanzan para unos 40 o 50años al actual ritmo de consumo. Por otra parte, el petróleo está muy mal distribuido en el mundo y hay países muy demandantes que no tienen reservas. La demanda crece y las reservas de petróleo no son capaces de aumentar al mismo ritmo que lo hace la demanda, por lo que cada vez resultan más escasas.
Además de la escasez de las reservas, hay que considerar la aparición del llamado “pico del petróleo”. Según esta teoría, elaborada por el experto en petróleo Hubbert, la producción podrá seguir aumentando al ritmo de la demanda hasta alcanzar un máximo, a partir del cual la producción decrecerá y parte de la demanda quedará insatisfecha. No sabemos cuando porque no se conoce a ciencia cierta cuantas reservas hay y porque cada vez hay mayor capacidad tecnológica para explotar algunos petróleos, como por ejemplo el “fracking”, pero casi nadie duda de que el pico de Hubbert aparecerá. Actualmente la producción puede seguir a la demanda, puesto que hay reservas, capacidad de bombeo y de refino, pero en el futuro dejará de ser así, si la demanda no deja de aumentar.
El precio del petróleo. En estas circunstancias, sería de esperar que los precios del petróleo vayan creciendo. Caben esperar oscilaciones dependiendo de sucesos externos, como crisis, guerras en las zonas de producción o maniobras especulativas, pero estas oscilaciones se superpondrían a una tendencia creciente. Por ejemplo se produjo un aumentos del precio espectacular en el año 2008, a raíz de las crisis financiera.
Sin embargo, nos encontramos en un momento en que los precios del petróleo han caído sustancialmente. A principios de 2015 bajaron más del 60%, respecto al precio de 115 € el barril alcanzado por el petróleo a principios del verano de 2014. Aunque ahora se observa un pequeño repunte y el petróleo ha vuelto a superar los 60 $ el barril de Brent. La gran bajada se debe a que los países que más reservas tienen del mundo, Arabia Saudí, como principal productor mundial, y los emiratos de la Península Arábiga tomaron la decisión de vender petróleo a bajo precio.
Los efectos del bajo precio. Dada la opacidad del régimen saudí, no es fácil saber cual es la motivación última para bajar los precios, especialmente porque la bajada está teniendo múltiples consecuencias. Aquellos estados importadores de petróleo cuyas economías son muy dependientes de este combustible se van a ver beneficiados. Tal es el caso de la Unión Europea o, sin ir más lejos,de España. Aproximadamente el 44% de la energía primaria que se consumió en España en 2013 procede del petróleo y sus derivados, importados casi en su totalidad 1. Este porcentaje alcanza el 50,8% si hablamos de energía final. El saldo bruto entre los productos energéticos importados menos los exportados supuso 41.900 millones de euros en España en 2013. Una contribución nada desdeñable al déficit por cuenta corriente.
La bajada de precios es muy beneficiosa para la economía mundial en general: abarata los transportes, lo que finalmente se deja sentir en todas las mercancías, y también se nota en los viajes, lo que favorece los intercambios para hacer negocios y el turismo; abarata también las obras que dependen de la maquinaria pesada, que interviene en todas las infraestructuras; y hace bajar la factura energética de la agricultura y ganadería. Con todo esto la factura energética de la economía española se ha reducido fuertemente, hasta el extremo de que algunos economistas achacan un crecimiento del 1% del PIB a esta mera reducción de los precios del petróleo. Las predicciones del crecimiento del PIB del 2,5% de la economía española para 2015 se debería más a la reducción de los precios del petróleo y a la bajada de la cotización del euro que a las medidas económicas adoptadas.
El conjunto de la UE es también muy dependiente de la importación de hidrocarburos, si bien el grado de dependencia varía mucho de unos países a otros. En conjunto, este descenso de precios suaviza la crisis en la UE y favorecen la aparición de crecimiento en algunos países. Europa ha pasado de estar preocupada por la inflación a que daba lugar el alza de precios de los combustibles, al peligro de deflación que una bajada demasiado brusca podría causar, con el consiguiente perjuicio a los países endeudados, que verían neutralizarse los efectos positivos del descenso de precios.
Los países exportadores que fían sus recursos económicos en la venta de hidrocarburos van a sufrir con esta merma de sus ingresos, especialmente Rusia, Irán, Nigeria y Venezuela.
Dada la mala situación financiera de Rusia, los bajos precios están causando una notable merma de los ingresos estatales, lo que se traduce en un descenso de la inversión pública y en el gasto social. El fortalecimiento del nacionalismo y del sentimiento imperial ruso es una clara tentación para el gobierno de Vladimir Putin, como obvio antídoto al posible descontento social. Para la crisis Ucraniana esta situación sería nefasta porque en este país se jugaría el orgullo ruso sumado a los intentos de generar un cordón de seguridad alrededor de las fronteras rusas.
Otro gran damnificado es Venezuela, país que fiaba su estabilidad social a unos productos subvencionados para la mayoría de la población. La merma de ingresos por la bajada del precio del petróleo se fija en más del 50%, lo que dificulta que el estado pueda mantener ese nivel de gasto. Aparece, por tanto, el desabastecimiento y se resiente el apoyo que el régimen podía tener.
Nigeria también fía su economía en sus exportaciones de petróleo. Los problemas de gobernabilidad que este país tuvo antes de las elecciones y el avance de BokoHaram no están desconectados de la merma de los ingresos petrolíferos.
Si hablamos de sectores económicos, es claro que la industria del automóvil y de las grandes infraestructuras se verán beneficiados, así como la agroindustria que tiene un fuerte uso de maquinaria agrícola. Grandes perjudicadas son las industrias que intentan obtener hidrocarburos por métodos alternativos: el “fracking”, la extracción de aguas profundas, incluido el Ártico, la explotación de arenas bituminosas y la posible extracción de hidruros de metano. Por ejemplo, el petróleo extraído por fracking sólo es rentable a partir de unos 80 $ el barril. Significa esto que las empresas que extraen hidrocarburos mediante esta técnica pierden dinero en estos momentos en que el barril Brent de petróleo está a algo más de 60 $. La producción de gas y petróleo mediante fracking masivamente en EEUU motiva que este país tenga una creciente independencia energética y pueda, por tanto, liberar su política exterior del condicionante de garantizar su suministro. El creciente acercamiento a Irán, de mayoría chíi, paralelo al distanciamiento de la suní Arabia Saudí, es un indicio de esta política de manos libres. La firma del acuerdo nuclear, que sitúa a Irán a más de un año de tener capacidad para fabricar bombas atómicas, es un potente indicio del cambio de alianzas en esta compleja zona. Parece probable que el abaratamiento del petróleo sea una reacción de Arabia y los Emiratos, a este cambio de alianzas impulsado por Obama.
Si persisten los bajos precios, es posible que se produzca un nuevo aumento del consumo que compense la moderación de la demanda creada por la crisis económica. Esto se traduciría en un aumento de los impactos ambientales del uso del petróleo. Y se aplacen las medidas con vistas a reducir la dependencia de este escaso combustible.
Librarse de la dependencia. Esta época de bajos precios debería usarse para intentar librarse de la enorme dependencia del petróleo en España y en la UE. Sería de gran cortedad de miras quedarse en el aprovechamiento de los precios bajos para incrementar el PIB y no trabajar para cuando lleguen las vacas flacas, que sin duda llegarán, y volvamos a enfrentarnos a los altos precios. Los bajos precios del petróleo pueden ser usados para independizarnos de esta sustancia, dado que dejarán más recursos disponibles.
La apuesta por tecnologías alternativas, como el fracking o la extracción en aguas profundas, no hace sino retrasar la agonía, a costa de grandes impactos ambientales. Los numerosos proyectos de extracción de gas y petróleo mediante la técnica de fractura hidráulica en España no le otorgarán independencia energética y servirán de coartada para no introducir cambios en nuestro modelo energético. Las prospecciones en aguas profundas en Canarias hechas por Repsol no arrojaron una riqueza petrolífera suficiente ni siquiera para realizar nuevas prospecciones, al menos en el actual escenario de bajos precios.
Reducir la dependencia pasa lógicamente por reducir el consumo y la omnipresencia del petróleo, esto requiere de una multiplicidad de medidas que abarcan desde el transporte hasta nuestra dieta, pasando por el comercio internacional, la política de infraestructuras y la ordenación del territorio.
En resumen, se muestra una vez más la capacidad de usar el petróleo como arma política por aquellos países ricos en oro negro. La forma que tiene cualquier país, y España y la UE en particular, de sufrir lo menos posible los avatares de la política internacional es reducir la dependencia del petróleo. Los bajos precios del petróleo nos abren una oportunidad de oro para suavizar los efectos de la crisis, que siguen siendo terribles, y para ir poco a poco siendo más independientes de esta materia prima que hoy resulta vital para el metabolismo de la economía.
Notes:
- Solo el 0,2% de la energía primaria procede del petróleo de producción nacional. ↩