“La propuesta de rearmar Europa lanzada por la Comisión Europea es injustificable”
Para este dosier de Galde sobre el rearme en Europa hemos tenido la oportunidad de entrevistar a José Enrique de Ayala, sin duda una persona que nos puede hablar con conocimiento de causa y nos puede ayudar a formar nuestra opinión sobre el tema.
José Enrique es miembro del Consejo Asesor del Observatorio de Política Exterior, del Consejo de Asuntos Europeos y del Consejo de Seguridad y Defensa de la Fundación Alternativas. General de brigada retirado, fue segundo jefe de la División Multinacional Centro Sur de Irak entre enero y mayo del 2004. Entre 2011 y 2003, fue Jefe de Estado Mayor del Cuerpo de Ejército Europeo, en Estrasburgo.
Inaki Irazabalbeitia
¿Qué cambios ha traído la llegada de Trump en el ámbito de la geopolítica mundial?
José Enrique de Ayala – La política exterior de Trump no es ninguna sorpresa, ya la esbozó en su primer mandato, aunque ahora se muestra más radical porque tiene todo el poder sobre el Parido Republicano y mayoría en ambas cámaras. Su administración lleva alextremo una de las dos tendencias históricas de EEUU, el aislacionismo (la otra es el intervencionismo), hasta abandonar o boicotear los organismos internacionales,o presionar y hostigar a sus socios tradicionales si no favorecen sus intereses. Trump predica el egoísmo nacional: “America First”, sin ningún pudor ni matiz, con absoluta falta de escrúpulos hacia los perjudicados. En realidad, las líneas maestras geoestratégicas de su administración no difieren sustancialmente de las de sus predecesores, son los intereses clásicos de EEUU, pero expuestas y desarrolladas de una manera mucho más grosera, unilateral y sin miramientos, con contundencia y con desprecio total a la multilateralidad o a obtenerel apoyo de sus aliados y amigos.
El neoimperialismo que promueve, responde a la importanciaestratégica de dominar, por una parte, la ruta transpolardel paso del noroeste que será muy útil con el deshielo, además de tener acceso a los inmensos recursos minerales del casquete polar ártico y los que hay en Groenlandia y Canadá, y por otra, controlar el tráfico chino y garantizar el propio por el canal de Panamá.Son intereses permanentes de EEUU que Trump pretende imponer por la fuerza.
El objetivo exterior esencial de EEUU es su pugna comercial y tecnológica con China, su único rival estratégico. El resto de escenarios o regiones pasan a tener un interés secundario, incluida Europa. Pero esta tendencia no empieza con Trump, sino al menos con Obama, cuando se hizo patente el pivote estadounidense hacia el Pacífico. Para Trump Rusia es una potencia regional con la que se puede y debe tratar para evitar que aporte a China sus recursos naturales, y Europa es un área conquistada que no le va a causar problemas. Israel queda como único aliado incondicional porque así lo exige la política interior de EEUU, pero tratará de evitar hasta donde pueda un enfrentamiento directo con Irán que podría dar lugar a una guerra regional con consecuencias para todo el mundo, donde pueden verse involucrarlos.
En un artículo reciente usted ha afirmado que los EEUU no renunciarán nunca a la OTAN ‘porque no es solo una alianza militar, es un instrumento de dominio político y económico de Europa’ ¿podría profundizar un poco en las razones que le llevan a estas afirmaciones? ¿Qué efecto tendrá la política de la administración Trump en la seguridad y la defensa europeas?
José Enrique de Ayala – La Alianza Atlántica se hizo en teoría para que EEUU defendiera Europa occidental de la posible agresión de la Unión Soviética, pero en realidad en la conferencia de Yalta se había hecho un reparto del continente entre las dos potencias y ambas se apresuraron a hacerse cargo de su respectiva área de influencia, respetando lo acordado, aunque se escenificara una tensión máxima, por ejemplo en Berlín. A diferencia del Pacto de Varsovia, donde se instituyó el principio de “soberanía limitada”, la OTAN tomó una apariencia democrática y de respeto de las soberanías nacionales, pero en la práctica las decisiones las ha tomado siempre Washington y los demás se han limitado a asentir y seguirlas. Por ejemplo, cuando Francia y Reino Unido tomaron la iniciativa de intervenir en la crisis de Suez (1956). EEUU les obligó a retirarse. Europa se ha visto obligada a aceptar decisiones unilaterales de Washington que perjudicaban su seguridad gravemente, como la retirada del Tratado sobre Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio, o la ruptura del acuerdo nuclear con irán. La Unión Europea no ha tenido la posibilidad de promover una negociación de paz en Ucrania, ni de sancionar a Israel por el genocidio de Gaza, porque sin la luz verde de EEUU simplemente no puede hacerlo, aunque en ambos casos ha pesado también la división interna.
Washington ha llegado a intervenir en la política interna de algún país europeo, a veces sutilmente y otras no tanto, como cuando presionó, en 1947, para que los ministros de los partidos comunistas que formaban parte de los gobiernos europeos de unidad nacional en Italia, Francia, Luxemburgo y Bélgica fueran expulsados. Todavía en 1980, el embajador estadounidense en Roma declaró públicamente que EEUU se oponía a la participación del Partido comunista italiano en el gobierno.
Esta situación tiene también consecuencias económicas, como la exigencia de EEUU a sus aliados para que aumenten sus presupuestos de defensa, cuando más de las dos terceras partes del gasto en armamento de los países europeos van a EEUU, o como cuando promueve el boicot al gas ruso en favor de su gas licuado mientras ellos seguirán comprándole uranio a Rusia hasta 2028.
Para EEUU, el control político y militar de Europa es esencial para su seguridad y para ganar su pugna con China. Por eso no va a abandonar la OTAN ni con este ni con ningún presidente. No es que no le importe la seguridad y la defensa europea, es que no considera que realmente esté en peligro. Lo que pretende la administración Trump es mantener su liderazgo, pero que los aliados europeos paguen por su seguridad, comprando más armamento estadounidense, e incluso recuperar parte de lo ya invertido, aunque la inversión se haya hecho en realidad para defender los intereses y la seguridad de EEUU.
La Estrategia Global de la Unión Europea introdujo en 2016 el concepto de autonomía estratégica y definió los objetivos de la defensa europea ¿Qué supone la noción de “autonomía estratégica” de Europa en materia de defensa? ¿Es necesaria/viable una política de defensa europea al margen de los EE. UU.? ¿Sobre qué bases debería descansar dicha política? ¿Dónde quedaría la OTAN? ¿Puede hablarse de una política de defensa europea sin mayores avances previos en la integración política?
José Enrique de Ayala – Mientras la Unión Europea no tenga una Política Exterior y de Seguridad común autónomay suficiente, seguirá manteniendo su dependencia de EEUU, lo que implica que no tendrá soberanía plena para defender sus valores e intereses en el escenario global, y estará condicionada a las decisiones que se tomen en Washington. En el ámbito de la defensa esto significa tener la capacidad para garantizar su propia seguridad, es decir,disponer de las estructuras y recursos para asumir por sí sola su defensa colectiva, sin perjuicio de la eventual cooperación con otros actores, como EEUU, cuando sea necesario, por mutuo interés. Esta defensa común no sería en principio incompatible con la OTAN, pero sería lógico que, una vez constituida, la Alianza Atlántica actual fuera sustituida por un pacto de defensa mutua entre la UE y EEUU, en igualdad de condiciones, a la que pudieran sumarse otros países terceros.
La creación de una defensa común europea es posible y relativamente sencilla, ya que solo es necesario crear una estructura de Mando –aprovechando los Cuarteles Generales ya existentes– y una estructura de fuerzas –que son las unidades militares nacionales asignadas operativamente a esos mandos-. Tampoco hace falta mucho más dinero, ya que los sistemas de puesta en común de recursos como el pooling y el sharing, permitirían un importante ahorro manteniendo las capacidades necesarias, y la UE no tiene intereses militares globales, sino solo su propia defensa y contribuir a misiones de paz. Para completar su disuasión, la Unión podría contar con la capacidad nuclear de Francia, puesta en determinadas condiciones a disposición del conjunto, para lo que sería compensada por los demás socios comunitarios.
Naturalmente, no puede existir una política exterior común, ni una defensa colectiva si no se comparten sus principios y objetivos, es decir si no hay unidad política. Precisamente lo único que impide que esa autonomía estratégica sea una realidad es la falta de voluntad política y la división entre los Estados miembros en estos temas. Por eso, el primer paso sería la definición de una estrategia común, qué es lo que la UE quiere promover y qué es lo que quiere proteger.
La consecución de una solución política, ‘la paz’, en la guerra en Ucrania ¿sobre qué bases se debería sustentar en su opinión? ¿Las actuales negociaciones auspiciadas por la administración Trump pueden llegar servir como base para consolidar un proceso de paz? ¿Cuáles deberían de ser el papel y actitud de la Unión Europea en ese proceso?
José Enrique de Ayala – Una paz justa de la guerra en Ucrania requeriría que este país recuperase todos sus territorios invadidos por los rusos y el pago de reparaciones por parte del agresor. Pero la realidad es que Rusia ocupa aproximadamente un 19% del territorio ucraniano, incluida a Crimea, y las fuerzas armadas de Ucrania no son capaces de expulsarlas de allí, ni siquiera con la ingente ayuda externa que han recibido. ¿Quién va a echarlas? Si la relación de fuerzas no cambia, es decir si la OTAN o la UE no se implican en la guerra directamente, prolongarla no va a mejorar la situación de Ucrania, sino que probablemente la empeorará. Por eso, es inevitable ir a una paz realista que sea lo menos lesiva posible para Ucrania. El primer paso, el alto el fuego, es factible, aunque Rusia – que va ganando– intenta imponer condiciones. Pero una paz definitiva es mucho más difícil, porque implicaría que Kiev renunciara oficialmente a parte de su territorio, y ni Zelensky ni su posible sucesor aceptarán esa cesión como definitiva. Puede pasar que el litigio se cronifique, al modo coreano, aunque callen las armas, lo que implicaría una inestabilidad permanente en Europa y la imposibilidad de reiniciar las relaciones con Rusia, que seguirá siendo un actor ineludible en la seguridad del continente.
Si la UE sigue defendiendo en las circunstancias actuales que la integridad territorial de Ucrania es irrenunciable, no tendrá credibilidad para formar parte de la solución. Lo único que puede hacer la UE es apoyar a Ucrania en la negociación, acogerla como miembro cuando cumpla las condiciones de ingreso, y contribuir a su reconstrucción.
Se comparan en ciertos análisis la Alemania de los años 30, las políticas hacia Alemania de los estados europeos, el abandono de Checoslovaquia, por ejemplo, con la situación actual en Ucrania y la invasión rusa. ¿Desde el punto de vista histórico es este análisis congruente con la realidad europea actual? ¿Constituye Rusia una amenaza real para Europa? ¿Existe realmente el riesgo de un conflicto a nivel europeo?
José Enrique de Ayala – La invasión nazi de Polonia (1939) que originó la II Guerra Mundial no fue una consecuencia del intento previo de apaciguamiento de Hitler – Múnich 1938 –, ya estaba planificada cuando Alemania se anexionó el territorio de los Sudetes. Si Reino Unido y Francia no hubieran aceptado la anexión, la guerra habría empezado antes, o Hitler habría pospuesto la anexión hasta 1939, pero igualmente hubiera habido guerra porque todo loque hizoHitler desde que llegó al poder fue preparar a Alemania para ella.
No se puede comparar aquel escenario –no existía la OTAN, no había armas nucleares– con la situación actual de Rusia respecto a Europa. Rusia no va a atacar a ningún país de la OTAN, pase lo que pase en Ucrania, no porque no quiera, sino porque no tiene fuerza para ello. La desproporción en fuerzas convencionales es enorme, el ejército ruso es muy deficiente, basta recordar que en tres años no ha sido capaz – con apoyos externos – de controlar ni siquiera las cuatro provincias que se anexionó en 2022 y ha tardado ocho meses en expulsar a las unidades del ejército ucraniano que ocupaban parte de su territorio en Kursk. Rusia podría atacar a Moldavia o Georgia, donde hay regiones prorrusas separatistas, pero no atacará a un país de la OTAN o de la UE salvo que esté completamente seguro de que sus socios o aliados no van a responder. Enfrentarse a la OTAN sería un suicidio, como lo sería emplear armas nucleares, algo que solo hará si se viera derrotada y sin salida.
El temor a la agresión rusa, muy comprensible en países que han sufrido en el pasado su imposición directa o indirerctamente –Estados Bálticos o Polonia–, no responde a una amenaza real que está promoviendo en Europa para que los ciudadanos acepten un enorme aumento del gasto en defensa que solo responde a la imposición de Trump, mientras el presidente de EEUU trata con Putin sobre acuerdos políticos y reparto de recursos e influencias, lo que es absolutamente incompatible con denunciarlo como una amenaza que exige mayor inversión en defensa a los países europeos.
En este contexto, ¿Tienen sentido las propuestas de estas últimas semanas sobre la necesidad de un rearme en Europa? ¿Qué opinión le merece el anuncio del Presidente del Gobierno de aumentar el gasto de defensa al 2 % del PIB este mismo año?
José Enrique de Ayala – La propuesta de rearmar Europa lanzada por la Comisión Europea es injustificable. Primero porque es desmesurada, ya que podría llegar a 800.000 millones, que es aproximadamente dos veces y media lo que actualmente gasta la UE en defensa. La industria europea no tiene capacidad para absorber ese gasto y por tanto el dinero irá en su mayoría a EEUU. Y sobre todo porque no corresponde a un estudio de amenazas, vulnerabilidades, y necesidades que dé lugar a un plan coordinado y eficaz. No se sabe por qué ni cómo ni para qué es necesario ese enorme aumento del gasto, ni en qué marco u organización se van a emplear los recursos. Se argumenta con la amenaza rusa, que como hemos dicho es altamente improbable, y que no necesita para ser disuadida enormes gastos militares sino la absoluta seguridad de que la defensa mutua sería una realidad si un ataque a un aliado o socio se produjera. Algunos pretenden que la finalidad de este rearme es crear una defensa europea autónoma, pero no se da ningún paso en esa dirección, sino que se sigue hablando del pilar europeo de la OTAN.
En lo que respecta a España, el compromiso de llegar al 2% se acordó por Mariano Rajoy en la cumbre de Gales de 2014 y se ratificó por Pedro Sánchez en la de Madrid de 2022. En teoría este objetivo se debía alcanzar en 2024, pero al finalizar el año aún había siete aliados que no lo cumplían, entre ellos algunos más ricos que España como Canadá o Italia. Sánchez siempre dijo que España lo cumpliría en 2029, pero parece que las presiones han sido demasiado fuertes y ha terminado por ceder y hacer el incremento –un 0.7% del PIB– de una vez este año. No responde a una necesidad real de la defensa española ni de su contribución a la defensa común, como lo demuestra el hecho de que la mayor parte del aumento no vaya a destinarse a adquisición de armamento. Ahora habrá que ver lo que hace el gobierno español cuando en la próxima cumbre aliada, en Países Bajos en junio, la OTAN proponga que el presupuesto de defensa se aumente al 3%. Si lo acepta, tendrá que volver a justificarlo.
En el mes de enero el lobby vasco Zedarriak presentó el informe “Euskadi y la Unión Europea: Un destino compartido de prosperidad y competitividad” donde se hacía un análisis basado en los informes Letta y Draghi. En la presentación del mismo se afirmó que ‘la industria de la seguridad y defensa es una magnífica oportunidad’ y que ‘Euskadi debe de recuperar la industria de defensa’. Términos que no aparecen en el informe, por cierto. ¿Qué opinión le merecen este tipo de afirmaciones? ¿Son realistas? ¿Necesitamos realmente mayor inversión en la industria militar? De considerarlo necesario ¿en qué ámbitos?
José Enrique de Ayala – Los informes de Letta y Draghi incluyen la mejora de las capacidades de defensa como uno de los vectores del desarrollo político e industrial de la UE, con vistas a ganar una mayor autonomía y competitividad respecto a EEUU y China. Ambos insisten en el desarrollo tecnológico, porque ese va a ser el instrumento esencial de la defensa en el futuro. No hay que esperar guerras convencionales en Europa, Ucrania puede ser la última, sino guerras tecnológicas o conflictos híbridos en los que la tecnología jugará un papel preeminente. Parece que la intención del nuevo gobierno alemán sería compensar la caída de ciertos sectores industriales, como el de automoción, con el relanzamiento de la industria bélica. Pero no parece buena idea relanzar ahora la fabricación de armamento clásico que difícilmente sería competitivo frente a las industrias de países con condiciones laborales más precarias.
En consecuencia, los nichos más aprovechables de cara a los próximos años estarán sobre todo en tecnologías de doble uso, civil y militar. En el área delespacio – satélites, lanzadores -, drones – aéreos, navales, o terrestres –, componentes de precisión para la industria aérea o naval, comunicaciones seguras, ingeniería informática y de ciberseguridad, aplicaciones de inteligencia artificial, sistemas de dirección o guiado laser, baterías eficientes, nuevos materiales compuestos, ligeros y resistentes, entre otros.
¿Qué opina sobre el debate que se ha reabierto en algunos países europeos sobre el servicio militar obligatorio?
José Enrique de Ayala – Este debate se ha reactivado como consecuencia de la psicosis bélica que se ha desatado en Europa ante el temor a una continuación de la agresión rusa, que como he dicho antes es, en mi opinión, exagerado y alarmista, cuando no intencionado. Europa tiene actualmente más de 1,5 millones de soldados y es difícil que pueda precisar más, sobre todo si consideramos que una guerra masiva convencional en el continente es inverosímil sin que se desate una debacle nuclear, en cuyo caso no serviría de nada tener más soldados.
Como hemos dicho antes las guerras futuras serán cada vez más tecnológicas y necesitarán personas con mucha formación y experiencia que puedan manejar sistemas complejos. El soldado de reclutamiento con su fusil y su escasa instrucción será de muy poca utilidad en este tipo de conflictos. Lo que se necesita es poco personal y muy especializado.
- AEBentzat, Europaren control politiko eta militarra ezin bestekoa da bere segurtasunerako etaTxinarekin duen lehia irabazteko.
- Ezin bestekoa da Ukrainarentzat ahal iketa kalte gutxien eragingo duen bake errealista batera joatea.
- Ez dago jakiterik zergatik, eznola,ez zertarako behar den gastuaren igo era handi hori,ez eta balia bideak zein esparrue doan tolakuntzanera biliko diren ere.



