Este libro es el resultado de un viaje que el autor realizó a su país de origen con motivo de una conferencia en un instituto que iba a llevar su nombre. La llamada le sorprendió en un momento crítico de su vida: estaba bloqueado como escritor, había vendido el estudio de Estocolmo donde trabajaba y había decidido dejar de escribir. El viaje, que revivió en él multitud de recuerdos, le sirvió para reflexionar sobre los más variados temas: las diferencias culturales entre Suecia y Grecia, el amor, la inmigración, la vejez, la memoria… Y en esta ocasión decidió hacerlo en su lengua materna, lengua que abandonó al emigrar a Suecia y en la que no había escrito directamente durante los últimos cuarenta años. La decisión de escribir en griego le dará también pie para reflexionar sobre la lengua y la literatura.
Cuando Kallifatides abandonó Grecia, sintió que era su país el que le expulsaba. Razón, quizás, por la cual se adaptó fácilmente a las costumbres y usos del país de acogida, así como a su lengua. Ahora, sin embargo, se encuentra escindido. La Suecia actual dista mucho de la que conoció en su juventud. El país que fue uno de los referentes principales del Estado del Bienestar ya no es lo que era: el individualismo y el consumismo campan a sus anchas y las actitudes xenófobas y racistas van en aumento. Además, reconoce que, cuando comenzó la crisis, viendo la actitud que Europa tenía con respecto a Grecia, se volvió griego. “En el pasado me gustaba que me dijeran que no parecía griego. Ahora ya no”. Pero también Grecia ha cambiado. Atenas ya no es lo que era. “Yo quería que todo siguiera como antes. Ese es uno de los dramas del expatriado. Sueña con volver a lo que dejó, pero eso ya no existe más que en su empañada memoria”. Y es que según él “La emigración es una especie de suicidio parcial. No mueres, pero muchas cosas mueren dentro de ti. Entre ellas, la lengua”.
Otra vida por vivir es un libro breve pero intenso, que nos ayuda a reflexionar sobre el mundo en el que vivimos y sobre el lugar que ocupamos en él. Además, con este texto el autor ha conseguido que mi mirada con respecto a Suecia sea más crítica, ya que siempre he considerado a ese país como uno de los referentes fundamentales del Estado del Bienestar y un ejemplo a seguir.