Reconstrucción de una época
(Galde 18, Primavera/2017). Reseña de Antonio Duplá.
Varios años después de que ETA anunciara el fin de su actividad, todavía está pendiente la labor de descolonización de la nociva influencia que en muy distintos ámbitos la organización terrorista ha ejercido sobre la sociedad vasca durante décadas. Uno de los ámbitos de esa necesaria labor descolonizadora es el del lenguaje, pues nos hemos acostumbrado durante todo este tiempo al uso y abuso de una terminología que no respondía en absoluto a la realidad de las cosas. Y uno de los ejemplos más flagrantes de esa perversión es, precisamente, al que hace referencia el libro objeto de esta reseña. Durante años, en este país se ha hablado del «impuesto revolucionario» para referirse a la extorsión pura y dura que, fundamentalmente, pero no solo, ha sufrido el empresariado vasco. El eufemismo, por llamarlo así, cubría a la perfección una serie de funciones: invisibilidad de las víctimas, desdibujamiento de los victimarios, justificación del procedimiento por la bondad del fin último.
En el libro que edita la socióloga y profesora de Ética en la Universidad de Deusto Izaskun Sáez de la Fuente se comienza por llamar a las cosas por su nombre, Misivas del terror, porque de eso se trataba, de aterrorizar por carta para infligir un sufrimiento injusto a las víctimas y lograr su colaboración, en este caso, mediante una contribución económica.
El libro es el resultado de un proyecto llevado a cabo de 2013 a 2016 en el Centro de Ética Aplicada (CEA) de la Universidad de Deusto, impulsado inicialmente por la ya desaparecida organización no gubernamental Bakeaz. Como se explicita igualmente en el título, se trata de un análisis ético-político de este particular «frente» de ETA, que tanta importancia tuvo para sostener financieramente a la organización a lo largo de su historia.
El trabajo desarrollado incluye una ingente labor de documentación y reconstrucción de la época estudiada (desde los años setenta del siglo pasado hasta 2010), junto a una reflexión ético-política sobre el objeto de estudio. Pero, además, cuenta con el aporte testimonial, es decir con la voz de las propias víctimas y de personas cercanas a las mismas o relevantes en el tema, reflejada en las sesenta y seis entrevistas en profundidad realizadas y ciento cuarenta cuestionarios online.
Tras una breve introducción a cargo de la editora, ella misma escribe los dos primeros capítulos, de dimensión más política (I. «La extorsión como proceso social en un contexto de violencia terrorista», con la colaboración de Jesús Prieto, y II. «Partidos políticos y organizaciones empresariales frente a la extorsión de ETA»). El segundo bloque, que recoge la aproximación ética (III. Perspectiva ética: Las víctimas extorsionadas», IV. Perspectiva ética: victimarios, mediadores y circunstantes»), corre a cargo de Xabier Etxeberria y Galo Bilbao, seguramente dos de las personas que más y mejor han escrito en nuestro país sobre derechos humanos, deslegitimación de la violencia terrorista y nuestra responsabilidad para con las víctimas. Tras las «Conclusiones generales», una serie de apéndices de enorme interés completan el libro. Podemos encontrar en esos anexos el cuestionario base para las entrevistas, cartas de extorsión reproducidas, cartas hechas públicas en su día con la negativa a pagar (Juan Alkorta, 1980), protocolos de seguridad de distintas empresas o una selección de testimonios.
A pocos años vista del final de ETA, y con la definitiva normalización de una sociedad vasca que debe afrontar los problemas políticos, económicos, sociales, etc., típicos de cualquier sociedad occidental mínimamente compleja, quienes no hemos sufrido directamente la violencia terrorista y no debemos hacer frente a lo irreparable, podríamos quizá olvidar la barbarie que se ha vivido en Euskadi («Si no hace la entrega en el plazo fijado, le buscaremos hasta ejecutarle», se puede leer en una de las misivas terroríficas reproducidas). Pero es que además de esa brutalidad descarnada, que en más de un caso supuso el secuestro o asesinato de la víctima, el tema de la extorsión pone sobre la mesa el alcance y la densidad de las redes sociales de apoyo a ETA en este campo, que contaba a su favor con el desprestigio del empresariado entre muy amplios sectores del país. Si se añade el dilema moral que atenazaba a la persona extorsionada, que podía (con razón) pensar que con su dinero superaba una pesadilla y protegía a su familia, pero también financiaba la actividad terrorista, amén de incurrir en un delito tipificado en el código Penal, adivinamos la complejidad del tema. Por no hablar de la «micro extorsión mafiosa» que se ha vivido durante décadas en tantas localidades de la CAV y Navarra, si dejamos a un lado el mundo empresarial más organizado y pudiente de las ciudades grandes y pensamos en la sofocante realidad de los poblaciones más pequeñas.
En resumen, un magnífico libro necesario y oportuno.