El mundo, en sus diversos tamaños y versiones, las cíclicas crisis económicas, el FMI, las guerras y sus terribles consecuencias, la explotación infantil o la marginación de las mujeres, no ofrece el menor dilema, es cada vez más aterrador.
El demonio, por razones más que obvias, al enemigo ni agua, más aún cuando se trata de un escindido de las propias celestiales filas, un contestatario, un rebelde, un disidente.
Y la carne, ¿la carne? De pequeño y pese a las reiteradas recomendaciones y lavadas de cerebro de los sacerdotes,nunca logré entender por qué la carne era un inmenso riesgo que nos alejaba de la pureza y de la santidad; y nos mandaba al infierno sin oposiciones. Luego, en la preadolescencia, capté el mensaje, aunque concluí desde el primer contacto, posible herejía, que era justamente lo contrario de lo que pregonaban en los púlpitos y en las escuelas: se trataba, sin duda, de una bendición de dios.
Pero como digo, los avances científicos comienzan a darle la razón a aquellas proféticas premoniciones, aunque no en su fiel exactitud. El abuso de carne, dicen ahora médicos, dietistas, científicos y ecologistas, constituye un peligro para el bienestar individual y para la propia salud del Planeta. Lo acaba de ratifica la OMS en su reciente informe.
Hace ya tiempo que se nos alertó sobre las nefastas consecuencias del abuso de productos cárnicos –y la no inclusión en la dieta de la suficiente cantidad de frutas y verduras-, vinculado a la parición de arterioesclerosis y enfermedades cardiovasculares, así como a obesidad, cáncer neorectal o gota.
Efecto invernadero
Ahora surgen investigaciones que, además, vinculan el abundante consumo cárnico (el de una parte de la población de los países desarrollados, que en los otros apenas la prueban) al estropicio que estamos haciendo al Planeta. En efecto, distintos informes señalan que es preciso disminuir el consumo de carne en un 10% para evitar un mayor calentamiento de la Tierra.
La investigación asegura que más del 20% de las emisiones de gases de efecto invernadero tiene su origen en el sector primario, proporción similar a la del sector industrial pero superior a la de los transportes. El ganado, señala, es causante de casi el 80% de las emisiones del sector primario, principalmente en forma de gas metano.
Las razones se encuentran en la emisión de este gas, de efecto invernadero, por el sistema digestivo de los animales –especialmente el ganado vacuno-, el estiércol y el uso de fertilizantes y pesticidas, entre otros procesos vinculados a la ganadería, generando una gran cantidad de metano. A ello se añade la deforestación de bosques para convertirlos en zonas de pasto. Y el brutal consumo de agua.
Llamamiento
Tras conocer tan alarmantes, sesudos e irrebatibles argumentos, considero que no podemos permanecer impasibles. Por nuestra salud individual y, por supuesto, por el presente y futuro del viejo Planeta azul. En consecuencia, desde esta humilde Tiradera llamo a reducir drástica y urgentemente el consumo de solomillos y hamburguesas, de chuletones y bifes, de escalopes y morcillas, de sesos y chorizos.
Por el contrario, porque quema calorías, reduce el colesterol, incrementa el nivel de hormonas femeninas y protege a la próstata en el caso de los varones, aumenta las defensas del organismo, disminuye el estrés, genera bienestar psicológico… y no sube peligrosamente la temperatura de la Tierra, carne, mucho más sana, mucho más recomendable, la otra, siempre la otra.
(Un viejo texto de La Tiradera, actualizado)
*La Tiradera, un blog de E. B. (www.latiradera.es)