Marchas de la Dignidad: 22M. Dos millones de personas en Madrid
Isa García Durán. (Galde 06, primavera/2014).
El 26% de paro (según la última EPA) en el Estado Español, 36% en Andalucía, 16% en Euskal Herria, 21% en Eskerraldea y Aiaraldea…, 6 millones de paradas/os, 2 millones de personas sin ninguna prestación, 768.800 hogares sin ningún tipo de ingreso, más de 30.000 desahucios durante el año 2013, uno de cada tres menores viviendo en situación de pobreza severa (menos de 307 euros al mes). Situaciones que se viven a nivel local y estatal, que nos retrotraen a épocas de la postguerra, de puchero común y techo familiar (que nos contaron y ahora revivimos).
En el capitalismo las crisis económicas son cíclicas. En los 70 la del petróleo, en los 90 la desindustrialización y ahora la crisis financiera. Pero el contexto político y social del momento es desconocido hasta la fecha. El ataque y el recorte en materia de derechos laborales y sociales ha sido y es brutal -e impensable hace pocos años-. La reforma laboral, la de las pensiones, el desmantelamiento de la Ley de Dependencia, la reforma de la Ley del Aborto y la modificación del Código Penal para criminalizar todo lo que tenga que ver con la libertad de expresión son claros ejemplos del retroceso que estamos viviendo.
En este contexto de paro, precariedad y empobrecimiento generalizado el Sindicato Andaluz de Trabajadores junto a los Campamentos de la Dignidad y algunas personas del Frente Cívico plantearon en junio de 2013 la idea de las Marchas de la Dignidad, que fue recogida por diferentes colectivos sociales y sindicatos minoritarios del Estado Español. La organización resultó larga y costosa, porque no es fácil aglutinar y llegar a consensos entre tantas organizaciones. Culminó con la reivindicación PAN, TRABAJO Y TECHO y un manifiesto en el que se exige: No al pago de la deuda ilegítima; ni un recorte más; fuera los gobiernos de la Troika.
En Euskal Herria en un principio la iniciativa fue asumida por el GUNE (espacio que une a la mayoría sindical vasca y a distintos movimientos sociales), pero el abandono (a última hora) de algunos y el escaso interés de otros por llevar adelante esta iniciativa hizo que finalmente la Columna de Euskal Herria no acudiese como GUNE sino que estuvo formada por personas de algunos sindicatos y de movimientos sociales. Fue una columna pequeña que compartió camino con compañeros/as de La Rioja y Burgos, en la que conocimos distintas realidades y compartimos diferentes espacios. Tendimos puentes y redes de solidaridad, con especial mención para los y las compañeras de las Asambleas de Madrid que facilitaron nuestro paso por la Comunidad de Madrid en un entorno políticamente hostil.
El cerco mediático a las Marchas de la Dignidad tanto a nivel local como estatal fue tremendo. En Euskal Herria la información no fue veraz y se tergiversó aduciendo que se debía a un error. Por un lado se utilizó la salida de la columna para la promoción de acciones de otros y por otro no se informó de las marchas hasta el día 23, en que fue inevitable informar de lo que en Madrid sucedía. En el Estado Español el silencio por parte de los medios fue absoluto hasta dos días antes del 22M porque ya resultaba prácticamente imposible silenciar que había columnas desde todos los territorios del Estado Español dirigiéndose a Madrid.
La criminalización de las marchas por parte del Estado pretendió deslegitimar la movilización. La Delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes, anunció el despliegue de 1.700 policías, el Presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, comparó las marchas con la extrema derecha griega de “Amanecer Dorado”, más la utilización torticera por los medios de comunicación de imágenes de policías rodeados y atacados por manifestantes. Violencia que conviene recordar empezó, con cargas policiales, en la Calle Génova incluso antes que acabase el acto (autorizado) en la Plaza Colón. Violencia utilizada para mantener a día de hoy a dos compañeros presos (Isma y Miguel). Violencia claramente estudiada y tasada para convertir una movilización multitudinaria y pacífica en un problema de orden público.
Las Marchas de la Dignidad: 22M fueron, han sido y son un éxito. Reunieron en Madrid a dos millones de personas, y han servido para generar un espacio en el que confluimos gentes de diferentes procedencias y sensibilidades. Un espacio de reflexión que posibilita trabajar para cambiar el escenario que se avecina en el que la precariedad laboral no tendrá limites, abundará el pluriempleo y tener empleo no significará llegar a fin de mes. El debate del reparto del empleo (aún acompañado por el mantenimiento de los salarios) ya no es suficiente, porque tener empleo no garantiza vivir dignamente. Ahora se plantea otro debate, restablecer y garantizar los derechos sociales y laborales, repartir la riqueza y establecer la Renta Básica Universal.
Los Gobiernos y los sindicatos mayoritarios defienden los brotes verdes para mantener la paz social. A nosotras/os nos corresponde cambiar la correlación de fuerzas frente al capitalismo. Para ello, solo hay un camino: organización, lucha y dignidad. Las Marchas de la Dignidad: 22M han generado un espacio interesante y diferente, que aún siendo difícil de gestionar por su propia idiosincrasia, nos tiene que servir para la movilización unitaria frente a la injusticia social.