La participación política y la Agenda 2030: notas para una aproximación crítica

Galde 27, negua/2020/invierno. José Medina.-

La Agenda 2030 supone un marco global novedoso para afrontar los problemas de desarrollo sostenible en todo el planeta. Contiene una visión a largo plazo para un mundo sostenible, una serie de objetivos para reorientar las políticas públicas y un esbozo de los posibles medios de implementación para alcanzar los susodichos objetivos. Su aprobación en septiembre de 2015 se puede considerar un punto de quiebra con lo que, hasta ese momento, había sido la agenda internacional de la lucha contra la pobreza[1]: por un lado, porque se rompe, al menos en términos declarativos, con el anterior paradigma en la lucha contra la pobreza y ésta se vincula, no sólo a tareas en los países del Sur sino también al modelo de desarrollo en los países del Norte; por otro lado, porque la Agenda 2030 asume posicionamientos verdaderamente transformadores del orden de las cosas.

Probablemente este resultado sea inseparable de la “conversación global” que tuvo lugar previamente a la aprobación definitiva de la Agenda. Efectivamente, desde el año 2012 y hasta al menos 2014, el año en que los gobiernos asumieron el liderazgo de los debates, las Naciones Unidas promovieron un gran debate internacional con el que pretendieron que millones de personas en todo el mundo pudieran “participar” de la elaboración de la Agenda. Desde encuestas online abiertas a consultas temáticas, pasando por esquemas de participación de “stakeholders” o los informes de “personas eminentes”, casi cualquier persona vinculada al sector de la cooperación para el desarrollo o las cuestiones de desarrollo estuvo informada y tuvo una posibilidad práctica de emitir una opinión sobre “el mundo que quería”[2].

Sin embargo, y sin dejar de reconocer el proceso como valioso, creemos que es importante atender a la “estructura de escucha” en la que se produjo la citada “conversación global”. No por una razón meramente crítica o de rendición de cuentas con el pasado, algo que no tendría ningún sentido político, sino más bien con la voluntad de construir procesos de participación más democráticos y abiertos de los que puedan surgir propuestas y discursos con mayor capacidad de orientar las políticas públicas a la transformación.

La estructura de escucha de la conversación global

Por estructura de escucha se puede entender la estructura de las condiciones en las que se producen los procesos institucionalizados de participación política. La formarían las lógicas que, explícitas o implícitas, determinan la validez o el valor de unos u otros discursos, de unos sujetos sobre otros o de unas demandas y soluciones sobre otras. Parte de la premisa de que la imagen de conversación global es engañosa ya que induce a pensar en una conversación horizontal entre sujetos con la misma capacidad de emitir discurso mientras que, en la práctica, algunos participantes hablan más, más fuerte y tienen más capacidad de ser escuchados. No se trataría, por tanto, de atender a los procedimientos, sino a cómo los mismos forman parte, y por tanto reproducen, un determinado orden social.

Para el análisis de la estructura de escucha es útil partir de la propuesta teórica de Robert. W. Cox, quien plantea un análisis de la política internacional y del cambio global a partir de la relación triangular entre las capacidades materiales, las ideas e imaginarios hegemónicos y las instituciones[3]. Siguiendo este esquema se puede realizar un análisis del marco general en el que se produjo el proceso de participación global que dio lugar a la Agenda 2030.

Para ello es fundamental atender a la articulación de los tres elementos (fuerzas sociales, ideas hegemónicas, instituciones) que configuran el orden mundial actual y en el que se inscribió la conversación global: el neoliberalismo[4]. Así, desde el punto de vista de las fuerzas sociales, el neoliberalismo ha de entenderse como un cambio en la hegemonía de clase[5] que tiene lugar en el conjunto del planeta a partir de los años 70 y que consolida el dominio económico y político de lo que Susan George denomina la clase Davos[6]: la clase privilegiada en el actual sistema productivo global caracterizado por la financiarización y ultraliberalización económica. Desde el punto de vista de las ideas y los imaginarios, el neoliberalismo se puede caracterizar sintéticamente como el predominio de la mirada mercantil sobre todos los espacios sociales[7]. Como consecuencia, las ideas predominantes son que las soluciones de mercado se consideran las mejores opciones para resolver los problemas sociales, y que principios como la eficiencia, la rentabilidad o la competitividad son los valores a perseguir por las políticas públicas. Por último, la dimensión institucional del neoliberalismo partiría de la premisa de cambiar el rol del Estado, cuya función primordial es generar espacios favorables al desarrollo del mercado, retirándolo de las actividades susceptibles de ser realizadas bajo una lógica rentabilizadora y convirtiéndolo básicamente en un productor de sujetos capaces de actuar en el mercado.

Pues bien, la conversación global se produjo en una estructura de escucha neoliberal, es decir, reproduciendo la articulación de capacidades materiales, ideas e instituciones señalados. A pesar de que, como se ha señalado, las Naciones Unidas se esforzaron por incluir el máximo posible de voces en esta conversación, hubo algunos actores que participaron más, conversaron más alto y fueron más escuchados. En el informe “Philantropic Power and Development” editado en el año 2015 por el Global Policy Forum, Misereor y Burt For der Welt[8] se analiza el rol de las organizaciones filantrópicas empresariales en los debates sobre el desarrollo. En lo referente a la conversación global, el informe señala cómo, en el año 2013, los únicos representantes de la “sociedad civil global” que hablaron ante la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre “el mundo que queremos” fueron Bill y Melinda Gates. El creciente rol del sector privado, bien directamente o bien a través de organizaciones filantrópicas, tiene como consecuencia una predisposición hacia las soluciones para la pobreza afines a este sector privado, a la vez que la cooptación de los espacios tradicionalmente ocupados por organizaciones contrahegemónicas. Este hecho también se refleja en las medidas que predominan en el apartado de medios de implementación: aquellas relacionadas con la creación de ambientes propicios al negocio, con la inclusión financiera, con el fomento de la inversión extranjera y el comercio internacional. Sin embargo, propuestas sobre las denominadas “cuestiones sistémicas” con gran apoyo de la sociedad civil y de buena parte de los estados del Sur, como la imposición de una tasa global a las transacciones financieras, o la generación de un regulador internacional democrático para luchar contra la elusión y la evasión fiscal, se perdieron durante la conversación.

Esta lógica neoliberal se introduce también en la dimensión institucional de la estructura de escucha. De hecho, uno de los desequilibrios más importantes de la conversación global se produce justamente en los espacios informales de la participación. Mientras las organizaciones sociales y los actores menos poderosos cuentan con menos recursos y menor capacidad de influencia, y se tienen que ceñir a participar a través de los procedimientos formales, la verdadera influencia, liderada por los representantes de la clase Davos, se produce en los espacios informales: mediante la financiación de eventos, de investigaciones o, directamente, de estructuras filantrópicas que van adquiriendo peso propio como actores de desarrollo. El propio concepto de estructura de escucha surgió durante una experiencia personal como representante de una red de organizaciones del Estado español en la organización de un side event en Naciones Unidas, como una actividad de incidencia política para la configuración de la Agenda 2030. Lo que para nosotros suponía el hito central de la campaña, para gran parte de estos actores no tenía especial relevancia. En estos contextos, la diferencia de poder entre los representantes de las élites y los de las organizaciones sociales de base se hace palpable de muchas formas: desde el acceso a las personas con capacidad de decisión, a los lugares donde tienen lugar los eventos, pasando por aspectos claves de la distinción social como la forma de vestir o la capacidad para hablar inglés.

¿Qué participación para una interpretación transformadora de la Agenda 2030? Por una nueva estructura de escucha

Como se ha señalado anteriormente, lo verdaderamente interesante a nivel político es cómo podemos intervenir en este momento para interpretar la Agenda de una manera transformadora. Partiendo de la premisa de que la Agenda 2030 es al mismo tiempo un instrumento con potencial transformador de los modelos de desarrollo actuales y de refuerzo de las dinámicas insostenibles del mismo, la interpretación de los gobiernos sobre la misma puede empujar en una u otra dirección. Es ahí donde tiene sentido la discusión sobre la estructura de escucha, ya que el desafío actual es superar la hegemonía neoliberal, para lo que es necesario alentar aquellas perspectivas y enfoques más disruptivos con la dinámica profunda del modelo de desarrollo actual. Para eso, los gobiernos y las instituciones con capacidad para diseñar los mecanismos y procesos de participación con los que implementar la Agenda deben ir más allá de las apariencias y los espejismos neoliberales y atender a las dinámicas más profundas del orden social.

José Medina Mateos.
Colectivo La Mundial.

  1. Como es sabido, la Agenda 2030 es algo más que una simple agenda de lucha contra la pobreza o cooperación internacional, pero, en este artículo vamos a ceñirnos a esta dimensión de la misma.
  2. El resumen oficial de esta “conversación global” se puede encontrar en: https://sustainabledevelopment.un.org/content/documents/841global-conversation-begins-web.pdf
  3. El artículo originario donde presente esta aproximación teórica se encuentra disponible en castellano en https://revistas.uam.es/index.php/relacionesinternacionales/article/view/5195.
  4. Por razones de espacio en este artículo nos referimos solo al neoliberalismo, si bien la estructura de escucha estaría conformada al menos por otros dos: el poscolonialismo y el patriarcado.
  5. Un análisis completo y complejo del neoliberalismo desde este enfoque se puede ver en Harvey, D. (2007) Breve historia del neoliberalismo. Tres Cantos, Madrid: Akal (Cuestiones de antagonismo, 49)
  6. En este artículo George desarrolla el concepto: https://ladiaria.com.uy/articulo/2020/1/la-clase-davos-y-como-vencerla/
  7. Un análisis en profundidad de los elementos más simbólicos e ideales del neoliberalismo se puede ver en Contreras Natera Miguel Ángel (2016) Crítica a la razón neoliberal. Distrito Federal: Ediciones Akal
  8. Disponible en inglés en: https://www.globalpolicy.org/images/pdfs/GPFEurope/Philanthropic_Power_online.pdf

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Publicado por Galde
Edita: Ezker Kulturgintza Elkartea Depósito Legal: SS-551-2013 ISSN: 2255-5633

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