(Galde 14, primavera 2016). Agustín Unzurrunzaga.
El atentado, la matanza (50 personas muertas y 53 heridas) perpetrada el domingo 12 de junio en la ciudad de Orlando, en el estado de Florida, por Omar Seddique Mateen contra las personas gays que se encontraban bailando en una discoteca es, obviamente, un atentado homófono. Y, a su vez, en la medida en que el Daesch lo amparó públicamente, sea o no la persona que lo perpetró un activo militante islamista radical, adquiere una connotación terrorista.
La homofobia es el miedo irracional, el odio, el rechazo, la hostilidad hacia la homosexualidad, así como toda acción que tienda y busque la inferiorización de las personas homosexuales.
La homofobia comparte con la xenofobia, el racismo o el antisemitismo la arbitrariedad que consiste en designar a otros como inferiores, anormales, extraños o raros. Es un fenómeno complejo y variado, que se puede manifestar de muy diferentes maneras, desde las chanzas y bromas hasta la violencia física; desde la deportación que practicaron los nazis, el odio mortal y asesino en una discoteca; desde la pena capital que se aplicaba por la Inquisición, hasta la calificación como enfermedad que tenía que someterse a terapias correctoras. La exclusión e inferiorización de las personas homosexuales puede ser institucional, es decir, aplicada por las autoridades del Estado, pudiendo llegar, como en los casos de Irán, Arabia Saudí, Mauritania, Afganistán, Yemen, Pakistán, algunos estados del norte de Nigeria o los Emiratos Árabes Unidos a ser castigada con la pena de muerte.
Las tres religiones del Libro, el judaísmo, el cristianismo y el islam condenan en sus textos canónicos la homosexualidad, aunque otra cosa son los y las creyentes de cada una de ellas y los contextos históricos, políticos y socia- les en los que viven, que hace que la admitan en diferentes grados, desde la tolerancia individual hasta el reconocimiento de derechos, como el del matrimonio. En cualquier caso, las corrientes integristas de cada una de las tres son muy contrarias y, en algunos casos, extremadamente violentas, como algunas corrientes integristas cristianas en los Estados Unidos de América.