(Galde 05 invierno/2014). Lo que ha sucedido en la calle, en Gamonal, como movimiento social urbano, es muy importante, porque los ciudadanos han rechazado la asignación de parte de los presupuestos municipales -8 millones de euros para convertir apenas un kilómetro de la calle de Vitoria en un denominado bulevar 1, más otros 5 millones para un aparcamiento, por supuesto subterráneo, de 256 plazas 2– mediante un proceso democrático de toma de decisiones, lo cual está en la lógica de la búsqueda colectiva de alguna respuesta al capitalismo que ha transformado las cualidades de la vida cotidiana en las dos últimas décadas. Y también es muy complejo, porque nada es igual desde el movimiento 15-M, respecto a las posibilidades de la acción colectiva para crear algo radicalmente diferente.
Para quienes, como los arquitectos y urbanistas, conciben la ciudad como un objeto que se diseña, se construye, se reforma, se mejora…, ha sido difícil interpretar la oposición vecinal a una intervención de mejora programada desde el Ayuntamiento. No entiendo nada, Begoña, me decía un amigo arquitecto, de Sevilla.
Para los máximos responsables del gobierno municipal, que actúan sobre la ciudad -la hacen y la deshacen- es inconcebible que su actuación pueda suscitar problemas, puesto que para el poder municipal lo urbano es un objeto y por tanto en sí mismo no permite contradicciones. Y, cuando la ciudad, como es el caso, sólo se ve como objeto de negocio, la interpretación de un rechazo radical por parte de los ciudadanos es inasumible y supone un gran revés.
El argumento del Ayuntamiento de Burgos ha girado en torno al impacto económico del bulevar y la creación de 300 puestos de trabajo. “Ese dinero invertido va a permitir que se revaloricen las viviendas de esos vecinos, que se revaloricen los comercios y que mejore sustancialmente su calidad de vida”, según ha repetido varias veces en los medios de comunicación el vicealcalde, Ángel Ibáñez. Sin tener en cuenta que esos vecinos tienen una vivienda para vivir, no para especular, y lo que realmente les preocupa es que sus viviendas se puedan agrietar o se hundan, como ha sucedido en Villatoro, otro barrio de Burgos, por las obras realizadas en el subsuelo. Para ellos es un proyecto urbanístico socialmente innecesario y especialmente absurdo porque de cuatro carriles se pasa a dos, porque el carril bici está en el centro y porque la obra empeora su vida. Así lo han dicho los vecinos de Gamonal.
Si consideramos la ciudad como algo más que un objeto arquitectónico, si entendemos la ciudad como un sistema, podemos intentar una aproximación crítica ante algo más que unas intervenciones en un espacio físico, y tener en cuenta las paradojas que se suscitan en la población. Más si vemos, como nos recuerda David Harvey 3, que en estos momentos en que los movimientos revolucionarios asumen una dimensión urbana -incluso en la “tranquila y conservadora ciudad de Burgos”- la complejidad de la dinámica urbana sólo se puede comprender si se tiene en cuenta el sentido activo de ciudadanía, la cultura, la identidad y la política.
Los medios de comunicación nacionales e internacionales se han hecho eco de una lucha desarrollada en Gamonal que tiene que ver con el planteamiento sobre quién tiene la competencia de configurar las cualidades de la vida urbana cotidiana. Tiene que ver con la defensa ciudadana del derecho colectivo a la ciudad, un derecho a cambiar y reinventar la ciudad de acuerdo con los deseos de la población y no con las imposiciones del poder. El titular de Luís Gómez “Una milla de oro para Gamonal que nadie pidió ”refuerza esta teoría. 4
Es cierto que para algunos medios de comunicación no es fácil entender las razones del rechazo de una obra aparentemente beneficiosa en la que se manejan conceptos como peatonalización, carril bici, zonas verdes y un aparcamiento, y aunque admiten contrapartidas lógicas de cualquier mejora urbanística, tales como dificultad de acceso a los comercios o menos plazas para los coches de los vecinos, prefieren achacar la autoría de la lucha a grupos antisistema que han visto en Gamonal una oportunidad de usar sus métodos de presión.
Quizá se hayan sentido defraudados al conocer que todos los detenidos son vecinos de Gamonal.
Un análisis geográfico no puede olvidar el papel desempeñado por la sensibilidad que surge en la calle al ver cómo el poder político y económico pretende manejar y utilizar de manera torticera al barrio de Gamonal. Los lazos del Ayuntamiento con los constructores son tan fuertes que hay que realizar obras en algún sitio de la ciudad. Pero utilizar la deuda histórica con Gamonal como excusa ha sido un grave error.
En un momento de crisis económica un Ayuntamiento muy endeudado no puede justificar un desmesurado gasto público en infraestructuras, al mismo tiempo que procede al recorte generalizado en servicios como autobuses urbanos o guarderías, que no puede pagar la luz y que ha subido los impuestos, tasas y el precio de los servicios públicos porque necesita dinero.
Sabemos que la enorme expansión del mercado inmobiliario en España ayudó a mantener la dinámica capitalista, pero con la crisis el único remedio para ayudar a las empresas de la construcción es realizar proyectos de infraestructura. Y dado que la administración municipal no tiene dinero hay que adornar una inversión tan elevada de fondos públicos, y presentar el proyecto de intervención urbana en Gamonal como pago de una deuda histórica.
La indignación de los vecinos de este barrio obrero ha crecido porque se han visto utilizados para justificar el dispendio. Y han dejado constancia de esta realidad, expresando con gran talento en una de las pancartas que es el alcalde de Burgos quien tiene una deuda con los empresarios. En la ella se ve la imagen del alcalde diciendo: “Os ofrezco soluciones para mis problemas”. Es posible que la frase con que el alcalde comunicaba la paralización de las obras delatara su propio subconsciente “…el bulevar no ha sido el problema, ha sido la excusa”. El alcalde ha hablado poco durante el conflicto pero en dos ocasiones el lenguaje utilizado le ha delatado. Sucedió también al declarar en Onda Cero que la lucha vecinal se sustenta en auténticas falsedades, lo que dio un titular a David Trueba en el País. 5
Se ha considerado que las verdaderas mentiras fueran las planteadas a los vecinos del barrio burgalés como mejoras, porque es habitual empeño de los gobernantes exprimir a las clases humildes en beneficio de los pelotazos urbanos. Idea que también tiene su imagen en carteles: “Se enriquecerán con altos impuestos. Destruirán la calle principal. ¡Gamonal no es país para ricos!
El 17 de enero, y siete horas después de decir que no lo paralizaría, el alcalde tuvo que abandonar el bulevar, un proyecto de transformación importante para los vecinos en el que había puesto toda la ilusión. “Nuestro objetivo fue siempre mejorar un espacio de la ciudad pero no hay ninguna duda de que ha sido aprovechado para otros fines: el bulevar no ha sido el problema, ha sido la excusa”, el alcalde entiende que se pierde una mejora muy importante para los vecinos de Gamonal. 6¡Y ellos sin darse cuenta!
Una mirada atenta a la expresión ciudadana plasmada en las pancartas nos permite despejar las razones del giro producido a medida que la población comprueba lo que se temía: que las obras están asociadas a un lucro personal, de modo que de la primera idea “bulevar de la calle Vitoria, ahora no”, porque existen otras necesidades sociales, se pasa a “la obra pública debe estar al servicio de los ciudadanos, no de los políticos y de los constructores”. Y al tiempo que se lucha contra el bulevar: “bulevar no”, la población expresa sin miedo su oposición a la corrupción “basta de corruptos”.
El poder maneja, hace la ciudad -y también la deshace-, y una de las herramientas es el miedo. Con un poder político, sumiso al poder económico o simplemente su cómplice, parece innecesario sugerir que la estrategia de crear un ambiente de miedo en el que la gente esté controlada es la que más conviene a los que negocian con la ciudad para dominar mejor a los ciudadanos, fundamentalmente en tanto que consumidores y generadores de plusvalías. Pero con frecuencia el miedo extiende sus efectos no sólo entre los ciudadanos sino también entre los poderes públicos, el poder empresarial, e incluso entre los periodistas. En realidad “quienes más temen a la opinión pública no son tanto los miembros del público que la construyen y la comparten, consintiendo o resistiendo su presión, como los miembros de las instituciones interesadas en beneficiarse de aquella -o al menos en no ser perjudicados por ella-: el poder, el capital y la prensa”. 7
El barrio de Gamonal nos brinda la posibilidad de reflexionar sobre algunas versiones del miedo sufrido de uno u otro modo por los que tienen el poder. La lucha ciudadana, grabada en tiempo real, nos ofrece la posibilidad de una interpretación cabal.
“Nos han quitado -refiriéndose a la ciudad de Burgos- tanto, tanto que nos han robado hasta el miedo”, esta frase expresión de una vecina de Gamonal de toda la vida, confirma que el barrio no admite de ningún modo la política impositiva manifestada, nuevamente, por el Ayuntamiento. 8
Al mismo tiempo lo sucedido con ese miedo -robado a la población- ayuda a entender por qué se paralizó el proyecto. La causa no ha sido sino el miedo. Un miedo que se ha apoderado de todos los agentes urbanos involucrados en el proyecto.
El desconocimiento de hasta dónde podría llegar a extenderse la información, la repercusión de las críticas al alcalde, y la demostración de que la obra era en beneficio de la empresa de Méndez Pozo sembró el espanto entre los responsables de las citadas actuaciones.
La amenaza está en que estos datos, con su documentación fotográfica, se podían leer y ver en todos los sitios. La crítica información se ha escapado al control. Ya no cabe el encubrimiento ni el engaño.
Las obras del bulevar han sacado a la superficie la parte oculta y que parecía olvidada de la figura de Antonio Miguel Méndez Pozo. Nadie se había atrevido a meterse con el poderoso empresario de la construcción y magnate de los medios de comunicación de varias Comunidades autónomas. Pero una vez perdido el miedo de los vecinos de Gamonal, el más perjudicado ha sido él, al aflorar el problema general de corrupción al que se que le vincula.
Cada vez se conocen más las estrechas conexiones con actuaciones como la construcción del aeropuerto de Ciudad Real o la construcción del nuevo hospital de Burgos. El temor, el miedo a que todo el mundo conozca sus conexiones con personajes de la política, su costumbre de ejercer presiones para lograr recalificaciones urbanas, sus relaciones con las antiguas cajas de ahorros de Burgos, de Navarra o de Castilla la Mancha, para una persona conocida en la ciudad como “el Jefe” ha tenido que tener sus consecuencias en el proceso de paralización del proyecto.
El Partido Popular ha mostrado el miedo en todos los niveles. El Gobierno de la nación porque la lucha podría de repente hacerse contagiosa, al ver que todas las ciudades son Gamonal y que la población expresa sin miedo que “¡ya basta!”. Y aprovecha para justificar la Ley de Seguridad Ciudadana, realizada por miedo.
La cúpula regional del PP ha manifestado su miedo a perder la alcaldía de Burgos en las próximas elecciones de 2015. Y ha llamado al alcalde a la prudencia. Lo que ha provocado en el alcalde un miedo imposible de dominar ha sido la publicación, en las redes sociales y en los medios, de las irregularidades en el registro de un ático en el que vive, construido por los empresarios encargados del proyecto de Gamonal, y el intento de manipulación documental en el Ayuntamiento.
Estos miedos han desembocado en la renuncia a las obras programadas en la calle de Vitoria. Una viñeta lo plasma. Se ve la zanja abierta en Gamonal con distintas frases que como ‘perlas’ han sido publicadas a medida que se encuentran durante el proceso de lucha ciudadana: Todos a la boda. Constructor “amigo”. Condenado e indultado. Medios manipulados. Ático no declarado. Sobrecoste hospital. ¡¡Tapa eso!! -dice el jefe de la obra- y dos paisanos del barrio barruntan, “no se qué han roto que no para de salir mierda”.
Mientras los ciudadanos han dicho basta y han perdido el miedo, el poder, temeroso por el descubrimiento de los escándalos ya señalados decidió parar. De esta manera explicamos que se haya enterrado un proyecto tan innecesario para la ciudad como nefasto.
Sólo nos falta una respuesta. ¿Cómo el alcalde J. Lacalle se atrevió a comenzar una obra en Gamonal después de vivir como concejal de Urbanismo los sucesos de agosto de 2005 por intentar realizar un aparcamiento subterráneo en Eladio Perlado en contra de los vecinos?
¿Cómo el vicealcalde Á. Ibáñez que es de Gamonal y asegura conocer perfectamente el barrio no sabe la fuerza y resistencia de sus vecinos? ¿Cómo pudieron dejar que pasara, otra vez?
Pudiera pensarse que el barrio de Gamonal se ha utilizado como un escenario experimental del riesgo. Para explicar esto solo podemos pensar en la soberbia, prepotencia y en la incapacidad para gestionar el gobierno de una ciudad.
Notes:
- El proyecto no es un bulevar, DRAE: 1. Calle generalmente ancha y con árboles. 2 Paseo central arbolado de una avenida o calle ancha. ↩
- A 20.000 euros cada plaza en concesión por 40 años. ↩
- HARVEY, David: Ciudades rebeldes. Del derecho a la ciudad a la revolución urbana, traducción de Juanmari Madariaga (2013), Akal, Madrid. ↩
- EL PAÍS, 13 de enero de 2014. ↩
- EL PAÍS, 16 de enero de 2014. ↩
- Diario de Burgos, 18 enero de 2014. ↩
- GIL CALVO, Enrique (2003): El miedo es el mensaje. Riesgo, incertidumbre y medios de comunicación, Alianza Editorial,Madrid. ↩
- La última en 2005. Los vecinos se opusieron a la realización de un aparcamiento subterráneo en Eladio Perlado y el Ayuntamiento tuvo que desistir. Es que la historia de este barrio que hasta 1955 era un pequeño pueblo del Camino de Santiago está preñada de problemas y desencuentros con el Ayuntamiento de Burgos (BERNAL, Begoña (1996): De Gamonal a Burgos. Un capítulo en el desarrollo urbano de la ciudad de Burgos, ed. Aldecoa, Burgos). ↩