(Galde 20 invierno/2018). Inaki Irazabalbeitia.
El proceso catalán ha puesto en evidencia dos hechos, no por conocidos, desdeñables. Además de mostrar el autoritarismo y las raíces franquistas y reaccionarias del gobierno del Partido Popular y de una parte no baladí de la sociedad española, ha desnudado a una parte de la izquierda española que siendo pretendidamente internacionalista está demostrando ser nacionalista española.
No critico que se sientan nacionalistas españoles, tienen todo el perfecto derecho, como yo lo tengo a sentirme nacionalista vasco. Crítico sus desdenes y sus descalificaciones a los nacionalismos periféricos, sea catalán, vasco o gallego, desde un pretendido internacionalismo o cosmopolitismo que muchas veces se acaba en los Pirineos y cuyas aguas no llegan al mar de la Paja.
En verdad que la izquierda española, y no considero en este análisis como izquierda al PSOE, ha defendido el derecho a la autodeterminación de las naciones del Estado Español. Tanto Izquierda Unida como Podemos defienden ese derecho. Pero c
(Galde 20 invierno/2018). Inaki Irazabalbeitia.
El proceso catalán ha puesto en evidencia dos hechos, no por conocidos, desdeñables. Además de mostrar el autoritarismo y las raíces franquistas y reaccionarias del gobierno del Partido Popular y de una parte no baladí de la sociedad española, ha desnudado a una parte de la izquierda española que siendo pretendidamente internacionalista está demostrando ser nacionalista española.
No critico que se sientan nacionalistas españoles, tienen todo el perfecto derecho, como yo lo tengo a sentirme nacionalista vasco. Crítico sus desdenes y sus descalificaciones a los nacionalismos periféricos, sea catalán, vasco o gallego, desde un pretendido internacionalismo o cosmopolitismo que muchas veces se acaba en los Pirineos y cuyas aguas no llegan al mar de la Paja.
En verdad que la izquierda española, y no considero en este análisis como izquierda al PSOE, ha defendido el derecho a la autodeterminación de las naciones del Estado Español. Tanto Izquierda Unida como Podemos defienden ese derecho. Pero cuando la crisis catalana ha estallado y ese derecho se ha querido ejercer han aparecido las contradicciones. Algunos se han opuesto radicalmente al referéndum del 1-O, otros han defendido dilatar su ejercicio hasta la proclamación de una hipotética 3ª República y han sido los menos los que lo han defendido. Repasando la hemeroteca vemos a Gaspar Llamazares, Alberto Garzón, Carolina Bescansa o a otros declarando como oxímoron ‘una Cataluña republicana independiente’ o como no coherente ‘ser comunista e independentista’ o, incluso alguno señala al nacionalismo catalán como un enemigo natural de la izquierda y lo compara con el Frente Nacional francés o Alternative für Deutschland.
A decir verdad no entiendo que contradicción hay entre los conceptos ‘República’ y ‘Cataluña independiente’: Será la misma que hay entre ‘república’ y ‘Francia independiente’, ¿no?
Decir que el adversario natural de la izquierda es el nacionalismo, quizás pudiese ser verdad en la primera mitad del siglo XX en ciertas partes del mundo, pero decirlo ahora es negar la evidencia empírica. Movimientos como el Sinn Fein irlandés o el Partido Nacional Escocés son movientos de izquierda nacionalista en Europa.
¡Que decir de la mayoría de la izquierda suramericana, incluyendo el Partido Comunista de Cuba! El discurso de los líderes cubanos, por ejemplo, está lleno de referencias a la patria, pero ello no niega un verdadero internacionalismo solidario.
Anteponer nacionalismo a internacionalismo es una falacia o una trampa discursiva para esconder el propio nacionalismo estatalista. Según esa visión España tiene derecho a exitir como estado, pero Cataluña o el País Vasco no. Negar ese derecho a Cataluña o el País Vasco es apostar por una foto fija, que no cambia en el tiempo, donde la opinión de la ciudadanía no importa y lo importante es la combinación de circunstancias históricas que han creado esa foto fija. Ese es el razonamiento, no muy lejano de concepto de ‘España, una, grande y libre’ del franquismo.
“Anteponer nacionalismo a internacionalismo es una falacia o una trampa discursiva para esconder el propio nacionalismo estatalista”.
Yo creo que la izquierda española tiene un problema de coherencia entre el discurso y la praxis, que se está haciendo evidente con el proceso catalán. No se puede decir que se está por el derecho a la autodeterminación, si cuando estamos ante uno se defienden praxis contrarias o posiciones equidistantes.
Parte de la izquierda española no ve que lo que está en juego es algo mas que la autodeterminación de Cataluña, que lo que está en juego es calidad de la democracia en España, el principio de autonomía de los territorios y los derechos fundamentales. Si Montoro ha intervenido el ayuntamiento de Madrid sin pestañear, lo ha facilitado la aplicación anterior del 155 Cataluña.
La izquierda española dice que quiere romper con el régimen que surgió en la transición, crear la tercera república, pero no se da cuenta de que si el proceso catalán falla y la derecha española y sus satélites salen del conflicto ganadores se pueden dar por olvidado ese objetivo por una larga temporada. Como Vladimir y Estragón la izquierda española está esperando a un Godot que no llega, como quien espera a ver caer, como manzana madura del árbol, al régimen del 78 y ver llegar una hipotética república que a todos nos hará libres. Ese godotismo no es un pecado solo achacable a ella, pues, similares razonamientos hemos escuchado en nuestro país a la parte mayoritaria de nuestra izquierda soberanista cuando fiaba los logros sociales a una Euskal Herria independiente.
uando la crisis catalana ha estallado y ese derecho se ha querido ejercer han aparecido las contradicciones. Algunos se opuesto radicalmente al referéndum del 1-O, otros defendido dilatar su ejercicio hasta la proclamación de una hipotética 3ª Republica y han sido los menos los que lo han defendido. Repasando la hemeroteca vemos a Gaspar Llamazares, Alberto Garzón, Cristina Bescansa o a otros declarando como oximorón ‘una Cataluña republicana independiente’ o como no coherente ‘ser comunista e independentista’ o, incluso alguno señala al nacionalismo catalán como un enemigo natural de la izquierda y lo compara con el Frente Nacional francés o Alternative für Deutschland.
A decir verdad no entiendo que contradicción hay entre los conceptos ‘República’ y ‘Cataluña independiente’: Será la misma que hay entre ‘república’ y ‘Francia independiente’, ¿no?
Decir que el adversario natural de la izquierda es el nacionalismo, quizás pudiese ser verdad en la primera mitad del siglo XX en ciertas partes del mundo, pero decirlo ahora es negar la evidencia empírica. Movimientos como el Sinn Fein irlandés o el Partido Nacional Escocés son movientos de izquierda nacionalista en Europa.
¡Que decir de la mayoría de la izquierda suramericana, incluyendo el Partido Comunista de Cuba! El discurso de los líderes cubanos, por ejemplo, está lleno de referencias a la patria, pero ello no niega un verdadero internacionalismo solidario.
Anteponer nacionalismo a internacionalismo es una falacia o una trampa discursiva para esconder el propio nacionalismo estatalista. Según esa visión España tiene derecho a exitir como estado, pero Cataluña o el País Vasco no. Negar ese derecho a Cataluña o el País Vasco es apostar por una foto fija, que no cambia en el tiempo, donde la opinión de la ciudadanía no importa y lo importante es la combinación de circunstancias históricas que han creado esa foto fija. Ese es el razonamiento, no muy lejano de concepto de ‘España, una, grande y libre’ del franquismo.
“Anteponer nacionalismo a internacionalismo es una falacia o una trampa discursiva para esconder el propio nacionalismo estatalista”.
Yo creo que la izquierda española tiene un problema de coherencia entre el discurso y la praxis, que se está haciendo evidente con el proceso catalán. No se puede decir que se está por el derecho a la autodeterminación, si cuando estamos ante uno se defienden praxis contrarias o posiciones equidistantes.
Parte de la izquierda española no ve que lo que está en juego es algo mas que la autodeterminación de Cataluña, que lo que está en juego es calidad de la democracia en España, el principio de autonomía de los territorios y los derechos fundamentales. Si Montoro ha intervenido el ayuntamiento de Madrid sin pestañear, lo ha facilitado la aplicación anterior del 155 Cataluña.
La izquierda española dice que quiere romper con el régimen que surgió en la transición, crear la tercera república, pero no se da cuenta de que si el proceso catalán falla y la derecha española y sus satélites salen del conflicto ganadores se pueden dar por olvidado ese objetivo por una larga temporada. Como Vladimir y Estragón la izquierda española está esperando a un Godot que no llega, como quien espera a ver caer, como manzana madura del árbol, al régimen del 78 y ver llegar una hipotética república que a todos nos hará libres. Ese godotismo no es un pecado solo achacable a ella, pues, similares razonamientos hemos escuchado en nuestro país a la parte mayoritaria de nuestra izquierda soberanista cuando fiaba los logros sociales a una Euskal Herria independiente.