Entrevista a Tomás García Azcárate

 

“No hay agricultura verde con números rojos”

Galde 34, udazkena/2021/otoño. Eduardo Malagón entrevista a Tomás García Azcárate.-

¿Cuáles son los principales retos a los que ha de hacer frente el sector agrario europeo en un futuro cercano?

No son diferentes de los retos globales a los que está confrontado la Unión Europea: el de la gobernanza (¿Cómo hacer política juntos en una Europa ampliada?); el de la adaptación al y mitigación del cambio climático y el Pacto Verde Europeo (las estrategias “De la Granja a la mesa” y “Biodiversidad”) y el del papel de Europa en el mundo (¿Cómo compaginar niveles altos de exigencias medioambientales y sociales a tus productores, con una economía abierta al mundo?).

La PAC y sus cambios de orientación han sido siempre objeto de críticas por parte de una gran parte los agricultores y sus representantes. ¿Qué balance harías de todos estos años de aplicación de la PAC?

Desde la década de los 90, la orientación de la reforma es la misma. En la Comunicación de la Comisión de 1991, se habla ya de orientación al mercado, protección del medioambiente, equidad social de las ayudas… Lo que sí es verdad es que el cambio de la primera PAC a la PAC del “dinero público para bienes públicos” se hace por etapa. No hay otra forma en una sociedad democrática de enfrentarse a lo que en ciencia política se llama “la dependencia del sendero” y en lenguaje normal, la resistencia al cambio de los beneficiarios de la política.

Recientemente se ha aprobado la enésima reforma de la PAC. ¿Cuáles son los principales cambios que va a traer esta reforma?

El principal cambio de la nueva PAC es que intenta pasar de una política de “obligación de medios” a una política de “obtención de resultados”. El nuevo instrumento es el Plan Estratégico Nacional, elaborado por cada Estado miembro y aprobado por la Comisión.

Este Plan describe la situación del Estado y define la contribución a la consecución de los objetivos europeos fijados en común. Detalla luego la combinación de acciones, tanto en el primer pilar de la PAC como en el desarrollo rural, que se implementaran para alcanzar dichos objetivos. Al ajustarse mejor las acciones a la realidad del terreno, se supone que esto debería llevar a una simplificación para el agricultor de las obligaciones impuestas por la PAC.

La palabra “intenta” es para mí importante. Pero representa un cambio de paradigma mental de todos los actores.

Siempre se ha acusado a la PAC de ser una política regresiva, ya que el 20% de las explotaciones (las de mayor dimensión) recibía el 80% de las subvenciones. ¿Corrige esta reforma esos problemas redistributivos? ¿Estamos ante una PAC más justa?

El problema de fondo reside en que el 80% de la producción es obtenida por el 20% de los agricultores. En un Estado como España que ha realizado una aplicación, prudente dirían unos y conservadora dirían otros, de la PAC el peso de la historia sigue siendo enorme. Los demás Estados miembros han sido más innovadores.

Nos toca ahora correr porque no hemos salido a tiempo. Las asignaturas pendientes se llaman derechos históricos; ganadería extensiva; pastos; número total de “regiones” PAC; convergencia interno dentro de cada “región” de las ayudas individuales por hectárea, con respecto a la ayuda media; convergencia entre las ayudas medias de cada “región”; integración de nuevas hectáreas en frutas y hortalizas o viñedo…Además, la nueva PAC permite redistribuir las ayudas a favor de las primeras hectáreas y refuerza la limitación de la cuantía de las ayudas por explotación.

Si se implementaran todos los cambios al mismo tiempo, asistiríamos a una redistribución masiva del apoyo entre agricultores, entre producciones, entre regiones… Debemos ser conscientes que nuestros responsables políticos solo pueden proceder etapa por etapa, avanzando hacia esta redistribución a un ritmo que pueda ser aceptable por la gran mayoría.

En esta negociación, un buen acuerdo es aquel que dejara razonablemente, descontento a todos los Consejeros de agricultura. Deben haber sido capaz de alcanzar una parte significativa de sus objetivos y estar equilibradamente a disgusto con lo que no han conseguido.

¿Hasta qué punto se alinea la nueva PAC con estrategias europeas más amplias como la Estrategia Biodiversidad o la Estrategia de la Granja a la Mesa?

La nueva PAC va a representar un apoyo a la transición necesaria para responder al reto de la adaptación y mitigación del cambio climático. Sus principales novedades son la condicionalidad reforzada (que incorpora las exigencias anteriormente del pago verde) y sobre todo los Eco-esquemas.

La idea es que todos los agricultores, y las agriculturas, del estado puedan beneficiarse potencialmente de un Eco-esquema pero que estos deben representar una clara diferencia con las prácticas habituales de la mayoría de los agricultores. Se trata de estimular un cambio en la lógica productiva de muchos agricultores para que integren la componente medioambiental en su trayectoria técnica.

Incluso cuando la nueva practica representa una mejora, por ejemplo una disminución de costes o una mejora a medio plazo de los rendimientos o de la resiliencia de la explotación, muchos productores se resisten al cambio aplicando el refrán de que más vale malo conocido que bueno por conocer.

Dicho esto, nadie puede seriamente estimar a estas alturas que proporción de los objetivos de las dos estrategias mencionadas va a ser alcanzada con la nueva PAC. Lo que sí es completamente seguro es que solo será solo una proporción y que a todos los sectores económicos, incluido los productores agrarios, se les van a pedir más esfuerzos en los próximos años.

¿Podrán los agricultores adaptarse a la progresiva condicionalidad “verde” de la PAC? ¿hasta qué punto es justo que recaiga sobre ellos esa condicionalidad?

Los agricultores se adaptaran, como ya se han adaptado a todos los cambios que han vivido estos años. El problema hoy para mí no es este, es el del desequilibrio de poder en la cadena alimentaria que hace que los productores no reciben un precio digno para un producto digno.

La necesaria transición solo será posible si va de la mano de más justicia social, si es socialmente inclusiva. Los productores deben recibir precios adecuados sin que esto aumente la exclusión social que sufren hoy una buena parte de nuestros conciudadanos ya castigados por la acumulación de la crisis del 2008 y la del coronavirus.

La preocupación por el medio ambiente y el impacto sobre el tejido social rural de los sistemas de producción y distribución convencionales, basados en la agroindustria y la gran distribución ha impulsado la expansión de experiencias agroecológicas, basadas en prácticas productivas ambientalmente respetuosas y canales cortos de comercialización. ¿Está en la agroecología el futuro del sector primario europeo?

Las prácticas ambientalmente respetuosas no son una opción, son el punto de partido de la agricultura de mañana. Los circuitos cortos (comerciales y físicos) forman parte de la solución para muchas explotaciones, sobre todo familiares.

No debemos olvidar que, en un año tan difícil como el 2020, nuestra balanza comercial con el resto del mundo (Unión Europea incluida) arrojó en 2020 un saldo positivo de 17.336,8 millones de euros, el 33,9 % más que en 2019. Son muchos empleos, muchas explotaciones, muchas industrias alimentarias las que viven de la actividad exportadora.

Además, muchos consumidores confían cada día en una distribución comercial clásica en España está profundamente enraizada en el territorio, para hacer sus compras.

Las explotaciones que comercializan en los mercados de exportación y en los canales comerciales tradicionales también deben ser actores de esta transición.

La nueva PAC obliga a incorporar los instrumentos del primer pilar (ayudas directas) y del segundo pilar (desarrollo rural) en un único plan Estratégico Nacional. ¿Qué capacidad va a tener este nuevo plan para integrar las características y peculiaridades regionales y locales?

Los objetivos del Plan estratégico se negocian a nivel del Estado. Luego habrá que negociar que contribución es responsabilidad del primer pilar y cuál del segundo y habrá que distribuir entre Comunidades Autónomas esta última contribución.

Esto representa un cambio completo de mentalidad de las administraciones, de su relación con el ciudadano y entre ellas. Exige que todas colaboren lealmente al objetivo común. En estados federales como Alemania o España, se plantea la articulación entre el Plan nacional y las competencias autonómicas, algunas de ellas definidas como “exclusivas” en los estatutos correspondientes. Hará falta al mismo mucho dialogo y mucha lealtad institucional.

Desde hace tiempo se señala el envejecimiento de las personas titulares de las explotaciones como una grave amenaza para el futuro del sector. ¿Qué se puede hacer desde las administraciones públicas para impulsar el rejuvenecimiento del sector? ¿Cómo favorecer la incorporación de las mujeres a un sector tan masculinizado?

El Plan estratégico español ya se ha marcado (entre otras) la prioridad de la incorporación de mujeres y jóvenes a la actividad no solo agraria sino rural, así como de la innovación.

Yo soy muy crítico con la política de instalación de jóvenes agricultores. Intenta que hijos de agricultores sean agricultores. Es como si quisiéramos rejuvenecer a la Administración intentando que los hijos de funcionarios sean funcionarios. Los resultados ya los conocemos.

¿Qué haría que no se hace tanto ahora? Levantar el bloqueo de los derechos históricos, favorecer la integración de nuevos agricultores con una formación profesional de calidad en zonas urbanas, promover los bancos de tierra, reforzar el asesoramiento de las explotaciones, promover el cooperativismo y la instalación en común, … En cuanto a las mujeres, lo propuesto anteriormente también sirve para abordar la brecha de género.

Pero no olvidemos que en el medio rural la gran mayoría de las mujeres que trabajan no lo hacen en la agricultura. En el año 2007 se aprobó una ley para el desarrollo sostenible del medio rural que iba avanzando por el camino de la colaboración entre las distintas administraciones, y sus también distintos niveles, sin que las urgencias del día a día hayan permitido a los distintos gobiernos que se han sucedido el desarrollarla e implementarla en condiciones. Una nueva lectura, a los ojos de la experiencia acumulada en este siglo y de las nuevas oportunidades que la tecnología nos abre, me parece necesaria.

El control y el poder dentro de la cadena de valor agroalimentaria se ha ido desplazando hacia la gran distribución, en detrimento de la industria y de los propios agricultores. La Ley de la Cadena Alimentaria aprobada recientemente por el Gobierno español ¿Es un instrumento suficiente?

No hay agricultura verde con números rojos. No hay mejor prueba de ello que la situación actual de la mayoría de los productores de leche. La ley de la cadena ha representado un paso adelante importante, en particular con la generalización de la obligación de la firma de contratos. Pero no ha resultado suficiente.

La organización de la producción es la mejor manera de que las relaciones comerciales en la cadena alimentaria sean más equilibradas y que las estrategias de colaboración primen sobre las de destrucción de valor.

Para mí, la gran asignatura pendiente hoy está del lado de los productores. Allí sí que la Administración puede y debe acompañar a los productores en sus esfuerzos de organización.

¿Puede un sector primario como el vasco a aspirar a ser un sector estratégico? ¿Qué papel se le puede reservar en nuestra sociedad a las pequeñas explotaciones y a la agricultura de montaña?

¡Dios me libre de impartir doctrina desde mi casa sobre una agricultura como la vasca que no conozco suficientemente! Pero, visto desde fuera me parece que su gran oportunidad reside en el profundo cariño que los euskaldunes, tanto del norte como del sur, tienen por lo suyo y por las cosas bien hechas, por su paisaje y por su monte.

Dentro del estado, Euskadi aparece una de las comunidades en las que más, y mejor, se está trabajando en apoyo de los productores locales, los circuitos cortos, las denominaciones de origen y los productos de calidad, los lazos directos entre productores y restauradores como el centro de acopio Sareko…

Seguramente que se podrían (incluso de debería hacer más cosas y mejor pero mi impresión, insisto desde fuera, es que el agro vasco tiene unas oportunidades únicas que ya quisieran para si muchos otros agricultores del estado.

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