(Galde 04, otoño 2013).
Owen Jones: Chavs: La demonización de la clase obrera, Capitán Swing Libros, Madrid, 2012, 360 pp.
Qué lástima que cierre Woolworth’s, ¿Dónde van a comprar todos los chavs sus regalos navideños?». Este comentario en una cena entre amigos hizo saltar la liebre. El joven periodista Owen Jones, se quedó perplejo ante el comentario, mientras se cortaba cuidadosamente la tarta de queso, y las risas que suscitó. El grupo lo formaban jóvenes «profesionales cultos y de mente abierta», de clase media, con convicciones progresistas, la mayoría a la izquierda del centro político, y se mofaban de las clases más humildes británicas. Esta situación le llevó a Jones a preguntarse y dar una respuesta a «¿Por qué el odio a la clase trabajadora [en Gran Bretaña] se ha vuelto tan aceptable socialmente?».
En 2011, con 27 años, publicó este ensayo sobre el estereotipo social construido en torno a una supuesta «raza» de clase trabajadora blanca británica, los denominados «Chavs», que podría traducirse al español como «chonis». Se trataría de jóvenes trabajadores que habitan barrios en declive industrial, en paro, violentos, consumistas, que tratan con las drogas, sin futuro, en la frontera de la marginalidad. Aunque, en realidad, el término va más allá y se utiliza para referirse a la subcultura de la clase trabajadora inglesa. El libro tuvo un impacto notable. Su traducción ha constituido también un fenómeno editorial en nuestro país, con abundantes referencias en las redes sociales. A la edición española se ha añadido el epílogo a la segunda edición inglesa, en la que se examina el trasfondo de los estallidos de violencia que se produjeron en algunas ciudades inglesas durante el verano de aquel 2011.
A medio camino entre el ensayo histórico y político y el reportaje periodístico, Chavs constituye también una inteligente recopilación y análisis de entrevistas, de discursos públicos y políticos. Muestra un manejo adecuado de información y cifras oficiales sobre el fenómeno. Se examina de manera crítica y polémica el proceso por el cual la clase trabajadora británica entre los años setenta y la actualidad ha pasado de ser un referente de valores como el orgullo y la dignidad a ser retratada hoy por la mayor parte de los medios de comunicación y por los dirigentes de la clase política británicos como una amenaza a la sociedad. El itinerario de sus análisis recorre los últimos treinta años de la historia británica. Arranca con los prolegómenos de la «revolución thatcheriana» (1979) y llega hasta nuestros días.
La destrucción del tejido industrial por que apostaron los sucesivos gobiernos de Margaret Thatcher favoreció a la City londinense. La opción llevaba implícita la desarticulación de las comunidades trabajadoras en las ciudades industriales. Asimismo, causó un destrozo irreparable en las instituciones, de larga tradición, de la clase trabajadora. Entre ellas, en los sindicatos, contra los que se desató una campaña descarnada, con el objetivo de aniquilarlos. Pero también de las condiciones materiales, de trabajo, en las formas de vida y de sociabilidad de la clase trabajadora. «La clase es un concepto comunista», dijo Thatcher en algún momento en 1979. Esta lucha ideológica estaría acompañada de las políticas neoliberales presentadas como palanca de «modernización» a través de la extensión voraz del «libre mercado». Para ello era necesario acabar con las regulaciones y reglas establecidas desde 1945, a partir del pacto social de posguerra. Las razones y los momentos en los que se decidió llevar a cabo la denominada «política de reformas» desde entonces son documentados y diseccionados por Jones, así como las continuidades que tuvo a partir de 1997, con Blair como Primer Ministro británico. La «Tercera Vía», la ensoñación blairiana, habría tenido sus consecuencias no sólo sobre el final del «nuevo laborismo», sino también sobre la propia sociedad británica. Una de las mujeres entrevistadas, habitante de un pueblo minero al norte de Newcastle, no tiene dudas sobre quién es responsable de la destrucción de su comunidad: «Nos abandonaron totalmente. Maggie Thatcher metió el cuchillo y simplemente dejaron que nos desangráramos» (p. 227). Esta hemorragia, durante los años posteriores, a pesar del triunfo del «Nuevo laborismo», no se supo o no se quiso frenar. La emulación de políticas dio como resultado una mala copia con consecuencias sociales y políticas desastrosas.
En definitiva, Owen Jones ofrece serios argumentos sobre la forma en que la clase dirigente y los mass media en Gran Bretaña han legitimado a lo largo de los años una política de clase, en esta ocasión de la clase dominante. Para ello se ha utilizado la falacia de presentar la «parte» como el «todo», construyendo el estereotipo social denominado «Chav». Según sostiene el autor «la demonización de la clase trabajadora es el conquistador que se burla del conquistado». Ante ello, plantea como necesaria la alternativa de una nueva «política de clase» desde la izquierda social y política.
Laura Rozalén Piñero