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¿Drama humanitario o guerra contra migrantes y refugiados?

Autor 28 junio 2015 by inaki

30.000 muertes en veinte años, más de 1.800 en lo que llevamos de 2015

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(Galde 10, Udaberria 2015 Primavera). Peio Aierbe. SOS Racismo.
Hace tiempo que la red euroafricana Migreurop, de la que SOS Racismo forma parte, proclama que la UE ha emprendido una guerra (que no se admite como tal) contra las personas, migrantes y refugiadas, que tratan de acceder a la UE sin estar autorizadas. Aunque pueda parecer una exageración, da fe de ello el inmenso arsenal de medios legislativos, policiales y militares puesto a disposición de esta política, los miles de millones de euros que recogen los diversos presupuestos a ella dedicados, y las víctimas que se viene cobrando (30.000 muertes en veinte años, más de 1.800 en lo que llevamos de 2015). Muertes que, en un 90% de los casos, quedan sin identificar. El sentido pues de dicha afirmación es que esta tragedia no solo no responde a causas externas a las políticas de la UE sino que son precisamente estas políticas las que han convertido las vías de emigración y de refugio en una trampa mortal que ha hecho del Mediterráneo la mayor fosa común del planeta.
Refugio. A las puertas de la UE, los conflictos que asolan Siria, Eritrea, Somalia… provocan millones de personas desplazadas. Sólo en Siria su número asciende a nueve millones, de las cuales tres millones son refugiadas. Estas personas se hacinan en campamentos de Líbano (1.150.000), Jordania (620.000), Turquía (1.700.000)… Por el contrario, el conjunto de países de la UE han acogido, en los cuatro años que dura el conflicto, a un total de 205.000.
Y tras los discursos de los líderes políticos diciendo lamentar lo que ocurre y reuniéndose en Luxemburgo y Bruselas para dar una respuesta común de la UE ¿cuál es el resultado? Plantear un reparto entre los países miembros, de aquellas personas que han solicitado asilo en la UE, y tan solo ofrecer el reasentamiento de 20.000 personas que estén reconocidas como refugiadas por la ONU pero que no hayan llegado al continente. Eso sí, esta será (a diferencia del reparto de quienes ya están aquí, y si llega a hacerse realidad algún día) una medida “voluntaria”. 20.000 personas, ante la magnitud de la tragedia, no puede ser calificado sino de burla.
En el caso del estado español, la Oficina de Asilo que se abrió en Melilla, tras las críticas por las expulsiones sumarias que practicaba el gobierno, recibieron, en los cuatro primeros meses de este año, 2.801 solicitudes de asilo por parte de personas de nacionalidad siria. A las personas de origen subsahariano la policía marroquí no permite acceder a dicha Oficina de Asilo. Pues bien, el gobierno ha debido mover sus buenas relaciones con Marruecos y en este momento tampoco a las de nacionalidad siria se permite llegar hasta el puesto fronterizo.
España es uno de los países de la UE que menos personas refugiadas acoge: aprueba anualmente unas 500 de las 5.000 solicitudes que recibe (Alemania emitió, en 2014, 47.600 decisiones positivas, Suecia 33.025).
La apuesta de la UE pasa por implicar a los países fronterizos en el control y acogida de quienes buscan asilo para impedir, así, que lleguen a sus fronteras. Uno de esos países es Libia. Resulta oportuno traer a colación aquí el informe que el Servicio Jesuita de Refugiados acaba de hacer público sobre la situación de las personas refugiadas en ese país (https://www.jrs.net/assets/Regions/IOR/media/files/jrs-beyond-imagination1.pdf): Valletta, 17 abril 2015 – Los relatos de los solicitantes de asilo entrevistados por el JRS fueron angustiosamente coincidentes en los detalles de su terrible experiencia en Libia. Su relato era el de unos extranjeros que se sentían vigilados e inseguros en todas partes, incluso en casa. Siempre con el temor de que los civiles libios informasen sobre ellos y que las fuerzas armadas o las milicias les detuvieran y encarcelaran por no tener los papeles en regla para estar en el país. Su amarga experiencia les enseñó a no confiar en nadie, ya sea en su casero, en el tendero, en un taxista… Se veían a sí mismos – y tenían motivos para ello – totalmente privados de sus derechos en Libia, y por ello a merced de la explotación y el abuso, sin nadie a quien pedir ayuda o compensación.
Es en estos países y en estas situaciones en las que la UE quiere confinar a quienes tratan de buscar refugio en la UE. Está claro que esas personas arriesgarán si es preciso sus vidas, como está ocurriendo, para huir de semejante situación.
Migrantes. Para las personas que llegan a la UE y no son consideradas potenciales demandantes de asilo, la respuesta ha sido mantener y redoblar su condena al reforzar los mecanismos de expulsión con una mayor implicación de la Agencia europea de control de fronteras Frontex. Si los dirigentes políticos europeos fueran sensibles, como afirman en sus declaraciones, a los dramas que padecen esas personas y al calvario sufrido en su trayectoria migratoria habrían de disponer de mecanismos para regularizar su situación. En lugar de eso, se ha aprovechado, cínicamente, esta tragedia para reforzar los mecanismos de control, triplicando los fondos de la Operación Tritón, a cargo de Frontex, que no tiene entre sus funciones, tal y como vienen repitiendo sus responsables, la de salvar vidas.
De esta forma, se consagra el rechazo que ya se manifestó el pasado año a tomar el relevo de la operación de salvamento Mare Nostrum, desplegada por el gobierno italiano y que rescató a más de 100.000 personas en 2014. El argumento es ya conocido, se trata de evitar un “efecto llamada”. O sea, que se ahoguen y así quedará claro el mensaje para el resto de quienes pretenden hacer lo propio. ¿Cabe un razonamiento más criminal?
Traficantes. La UE trata de rehuir su responsabilidad buscando un chivo expiatorio que no es otro que los traficantes que se aprovechan de la situación de las personas migrantes y refugiadas para proporcionarles, por precios abusivos, unos medios de hacerse a la mar en unas condiciones que son, en muchos casos, un pasaporte directo a la muerte. Pero es precisamente la UE quien ha creado ese mercado al cerrar las vías de acceso legal. Ahora pretende utilizar nada menos que medios militares, buscando la complicidad de la ONU, para hundir las embarcaciones que puedan ser utilizadas por los traficantes para su negocio. El resultado es previsible: se desplazarán las rutas, se encarecerán los precios, aparecerán en el negocio individuos con todavía menos escrúpulos y, en definitiva, se hará el viaje aún más peligroso. Es la trayectoria que viene dándose desde hace años.

vallaverguenza
Una respuesta necesaria. La dimensión del drama al que estamos asistiendo no se corresponde con el nivel alcanzado por la movilización de quienes rechazamos que tal política se esté desarrollando en nuestro nombre. Hemos de admitir que, de alguna manera, nos está superando. Es preciso que aumenten las iniciativas al respecto. Que haya una mayor presión sobre la clase política que toma las decisiones. Que seamos capaces de desmontar, ante la opinión pública, los presupuestos falaces en que se basa la misma. Que hagamos frente, con herramientas eficaces, a esa ideología xenófoba, antisolidaria, que va permeando poco a poco la opinión pública europea, que hace de las personas migrantes y refugiadas un peligro frente al que hay que protegerse y que destila ese lugar común de “primero los de casa”.
Una vía puede ser articular, en todos los Estados, y por tanto también a nivel español, las reivindicaciones que a modo de propuesta han levantado buena parte de entidades a nivel europeo. A saber:

  • Poner en pie sin demora una auténtica operación de salvamento en el mar, con los medios necesarios en función de las necesidades y con la implicación del conjunto de Estados miembros, además de prevenir los naufragios y socorrer eficazmente a toda persona en peligro.
  • Instaurar un mecanismo de acogida de las personas migrantes y refugiadas en base a la solidaridad entre los Estados miembros, activando en particular el dispositivo previsto por la directiva europea de 20 de julio de 2001 relativa a la protección temporal en caso de afluencia de personas desplazadas.
  • Abrir vías de acceso al territorio europeo para las personas migrantes y refugiadas, respetando el derecho internacional y europeo.
  • Desterrar, en materia de migración, toda cooperación con terceros Estados, de origen y de tránsito, que no respeten las libertades y derechos fundamentales.

Ponerse a ello supone toda una agenda de actividades. Empezando por desmontar la música que se toca desde Bruselas y Luxemburgo, que pretende confundir a la opinión pública con formulaciones genéricas sobre algunas de estas cuestiones pero que, en todas ellas, el contenido de las medidas adoptadas es el opuesto. Siguiendo por la presión sobre nuestros representantes políticos. Máxime ahora que buena parte de ellos acaban de estrenar escaño. Y articulando y coordinando las iniciativas del conjunto del movimiento asociativo que nos venimos implicando en esta labor.

Donostia 17/05/2015

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