Galde 46, Udazkena 2024 Otoño. Josefina Roco.-
Vivimos tiempos de incertidumbre. El sistema capitalista neoliberal, heteropatriarcal, racista, colonial y biocida se encuentra en proceso de reestructuración. Viejas lógicas de acumulación, expolio y desposesión se combinan y conviven con nuevos y refinados mecanismos de saqueo, control y explotación. Se trata de un poderoso artefacto que de manera compleja y sútil garantiza la reproducción de esta “rueda loca”.
Aunque la crisis multidimensional profundizada con la sindemia global puso en evidencia las contradicciones de este sistema, no se propiciaron transformaciones que sacudieran sus cimientos sino más bien todo lo contrario: se ha reforzado justo aquello que de raíz debía ser cambiado.
Privatización, mercantilización, cosificación y deshumanización se engloban como banderas de esta era de genocidio, necropolitica y violencia sistémica. Los nortes hegemónicos, una vez más, se ponen de lado mientras engordan sus arcas y refuerzan su supremacismo blanco.
Sin que seamos muy conscientes de ello, el discurso neofascista del odio se expande por doquier colonizando mentes, cuerpos y territorios. El mapa politico se mueve hacia la derecha. Volvemos así a naturalizar imaginarios y situaciones que hace décadas habían sido superadas. Grandes conquistas y derechos fundamentales nos están siendo arrebatados.
Extrema derecha, fascismo, neofascismo, autoritarismo configuran un entramado de muerte, que se expande con una velocidad alarmante y una capacidad de articulación mundial que no deberíamos infravalorar. Se trata de una tendencia global que está sabiendo materializarse en diferentes contextos. En Europa, en el Parlamento Europeo o en países como Alemania, Hungría, Polonia, Italia, Portugal; en Estados Unidos los términos del debate electoral en torno a los migrantes… El centro y las izquierdas también se derechizan, incorporando relatos y prácticas cada vez más conservadoras.
Desde la Europa Fortaleza la migración se nombra y aborda como un problema-amenaza. La movilidad de las personas, sobre todo las que vienen de los sures, empobrecidas y racializadas, representa una lacra a combatir por ser “culpable” de los males de occidente.
La administración central del Reino de España, con el Partido Socialista a la cabeza y una coalición de gobierno que se auto-celebra como progresista y de derechos humanos, ha impulsado y firmado en junio de 2024 el Pacto Europeo de Migración y Asilo. Uno de los acuerdos internacionales más duros que se han firmado hasta la fecha, que viene a dar luz verde a la militarización y a la securitización de las fronteras, instaurando auténticas cárceles en las que se podrá detener niños y niñas, y se permitirá la devolucion en caliente de personas o su readmisión
en terceros países, de cuestionable funcionamiento democrático como TurquÍa, Libia o Marruecos, que recibirán dinero a cambio de acoger a estas personas en sus territorios.
Un pacto que no sólo normalizará la violencia en las zonas fronterizas, sino que al interior de los territorios profundizará la persecusión de las personas migradas y racializadas instaurando los metodos de identificacion por screening, los controles por perfil etnico racial, los CIES y las detenciones por averiguación de antecedentes.
La Ley de Extranjeria española, otra pata de esta ingenieria persecutoria y violenta, condena a la economía sumergida y niega derechos fundamentales a las personas migrantes. Obligándoles a permanecer al menos tres años, que suelen ser más, sin derecho a cotización para asegurar que funcionen como mano de obra barata y servicial; trabajando y garantizando el sostenimiendo y la ultraproductividad de sectores escenciales en unas condiciones de neo-esclavismo. Tres años o más, dónde la patronal y las instituciones les exponen a situaciones de abandono, maltrato y chantaje; en los que con tal de poder acceder a un contrato escrito de trabajo (que debería ser su derecho), muchas de estas personas no tienen más opción que aceptar y aguantar lo que les ofrecen.
El desplazamiento del límite de lo posible hacia la derecha es muy peligroso. No sólo porque la extrema derecha, el neofascismo y el autoritarismo lo son; sino porque, se permiten cada vez más cosas impensables. Y no sólo hacen esto el centro y las izquierdas; sino también Manolito y doña Bego. La colonización de nuestros cuerpos, de nuestras mentes y la interiorización de ideas preconcebidas fortalecen y expanden el rechazo a todo lo “otro” y consolidan formas sútiles de fascismo, xenofobia, racismo, islamofobia, gitanofobia… Ese pequeño racista que llevamos dentro, que este sistema nos mete por ADN aflora hoy como nunca antes. Y, en muchos casos, está operando como anzuelo de votos y enganche no sólo para la derecha sino también para los nacionalismos más conservadores y algunas izquierdas que más que izquierdas son oportunistas.
En Euskal Herria no estamos libre de pecado. Aquí también hay racismo en todos lados; en las instituciones, en las calles y en los centros de empleo. La avanzada fascista en varios barrios y ciudades vascas, con acciones violentas que van desde pintadas en portales y mezquitas hasta golpizas a personas migrantes en situación de calle, confirma esto.
Al interior de los centros de empleo, discursos que responsabilizan a la población migrante como la culpable de la pérdida de condiciones laborales suele ser moneda corriente; incluso entre trabajadores y trabajadoras con cierto nivel de conscientización.
Frente a todo ello, desde nuestro lugar y posición, en LAB como organización sindical es mucho el trabajo que tenemos por delante. Si de verdad queremos ser una herramienta para todas las personas trabajadoras, tenemos que poder ver y abordar todo esto.
Asumido el racismo como una especie de pulpo multinivel cuyos tentáculos llegan a todas partes, desde nuestra organización sindical creemos que nuestro rol pasa por definir una estrategia propia para desarmarlo en lo que nos toca directamente: la defensa de derechos laborales y la recreación de una acción sindical antirracista. Una praxis que combina procesos de organización y articulación entre y desde los sectores con mayor presencia de trabajadoras migradas y racializadas, que van teniendo más protagonismo dentro del sindicato; con un trabajo profundo y consciente con todas las que hacemos LAB desmontando prejuicios y estereotipos y politizando nuestros privilegios poniendolos al servicio de una transformación profunda. Porque, para nosotras, recrear una acción sindical antirracista es reinventar(nos). Convertirnos en un sindicato antirracista implica sacudirnos y salir de zonas de comodidad. Y dar pasos concretos que se materialicen en cada rincón de nuestra organización.
Se trata de reconocer una deuda deuda histórica. Somos conscientes, como señala Pastora Filigrana, de que el capital se beneficia del racismo y lo utiliza como dispositivo de abaratamiento y precarización de la mano de obra y de enfretamiento del “pobre” con el “más pobre”. Por ello, nos parece importante en LAB poder generar estrategias de autodefensa colectiva que apunten a la mejora de las condiciones de empleo y de vida del conjunto de la clase trabajadora y precarizada.
Como parte de este proceso, hemos creado una herramienta concreta: la Secretaría de Sindicalismo Antirracista. Este nuevo paso surge como parte de un proceso interno y multidimensional. Tras realizar talleres participativos con trabajadoras migradas y/o racializadas, formaciones con liberadas del sindicato de diferentes sectores, territorios y responsabilidades y reuniones de contraste con organizaciones de personas migrantes en Euskal Herria, en los que participaron más de 140 personas trabajadoras migrantes y racializadas, unas 40 liberadas del sindicato y cerca de 20 colectivos sociales de Euskal Herria. La Secretaria Antirracista, con representación en el órgano de gobierno del sindicato, llega para ser una herramienta sindical para abordar y combatir las discriminaciones específicas que viven las personas trabajadoras migradas y/o racializadas en Euskal Herria. Y con el firme compromiso de trabajarnos muchas cosas a todos los niveles, todas las que hacemos a LAB.
Además de reconocer, creemos que hay que reparar y trabajar por una equiparación real que ponga en valor la enorme aportación de estas personas no sólo en nuestro sindicato sino en Euskal Herria. La presencia de las personas migradas y racializadas, como sujetas de lucha y con capacidad de trama organizativa sindical de nuevo tipo, tiene para LAB un gran valor político. Nuestra vocación es la emancipación social y una Euskal Herria soberana, que garantice la construción de una nacion diversa y una politica migratoria justa. Una Euskal Herria de acogida, dónde los derechos y oportunidades para todas las personas sea una meta común, un principio y una realidad que nos hace a todas mejores y más libres.
Nuestra desición es firme. LAB quiere ser una casa para TODAS. Y en esa dirección estamos trabajando nuestro nuevo sindicalismo. Un nuevo sindicalismo que será antirracista o no será.
Josefina Roco.
Sindicato LAB. Secretaria Antirracista.