Galde 46, Udazkena 2024 Otoño. Fidel Oliván Navarro.-
Desde hace años, la ciencia política trata de explicar las causas y consecuencias del éxito electoral de la extrema derecha europea. Este último se basa fundamentalmente en su conquista del electorado obrero (Harteveld, 2016). En “El toro por los cuernos: Vox, la extrema derecha europea y el voto obrero” (Oliván, 2021), identificamos el desajuste entre la oferta política (los partidos políticos) y la demanda (el electorado) como la falla del sistema que permite la “ventana de oportunidad” para este tipo de partidos. Esta explicación conecta las estrategias y cambios ideológicos que ha desarrollado la extrema derecha en los últimos 20 años con la ruptura de los lazos sociales de las comunidades obreras y su creciente desafección política con respecto a la democracia y los partidos tradicionalmente “de izquierdas”.
Por un lado, se ha experimentado un cambio dentro del sistema de partidos (la oferta). Pese a que prácticamente todos los partidos de extrema derecha nacieron con unas posturas económicamente neoliberales (la winning formula de Kitschelt (1997)), se han ido moderando paulatinamente hasta alcanzar postulados económicos cercanos a la socialdemocracia (la new winning formula de De Lange (2016)). Estos partidos hablan de proteccionismo, obrerismo o defensa del Estado de Bienestar, pero evidentemente desde una óptica exclusivista, nativista, “para los de aquí”. Esto puede constatarse en el siguiente Gráfico 1, donde se marcan los puntos inicial y actual de sus posturas económicas, de acuerdo con la base de datos Comparative Manifesto Project, que reúne los programas políticos de estos partidos.
Gráfico 1: Evolución de la trayectoria ideológica en la dimensión económica. Fuente: Comparative Manifesto Project.
Por otro lado, entre el electorado obrero (la demanda) se han experimentado también una serie de transformaciones profundas que le han hecho desconfiar tanto del sistema político en general como de la izquierda transformadora en concreto. Hablamos de la desindustrialización, el eurocomunismo, la rendición de la izquierda transformadora y el socioliberalismo. Daniel Oesch (2008) identifica la destrucción de la comunidad obrera, de sus lazos políticos y de solidaridad, así como de su conexión con diversas organizaciones obreras – incluyendo el partido (socialdemócrata o comunista) y el sindicato (de clase) – como la mejor explicación del apoyo obrero a la extrema derecha. La clase obrera ya no tiene lazos fuertes con los partidos que antes le representaban, rompiendo su referencia electoral tradicional con éstos. Por ello, la apatía con el sistema político y la debilidad organizativa e ideológica generada por la desindustrialización se suman a unos partidos de izquierdas cada vez más alejados de sus preferencias redistributivas y económicamente progresistas.
Aquí es donde aparece la importancia táctica del viraje ideológico de la extrema derecha y el encaje entre oferta y demanda. Si prácticamente no existen partidos de izquierda que defienden el Estado de bienestar, hablar de éste, aunque sea en términos nativistas produce rendimientos electorales positivos (Riera y Oliván, 2020). Además, algunos autores apuntan a una coincidencia de algunos valores culturales autoritarios de la clase obrera con los de la extrema derecha (lo que Lipset denomina working classaut horitarian (1959). Finalmente, esta desconfianza o apatía con el sistema político, así como el divorcio con la izquierda, hace que sea posible una identificación con partidos anti-establishment, con posturas extremas o retórica populista que activan estas temáticas económicas progresistas y culturales autoritarias.
No obstante, pese a que los resultados electorales de la extrema derecha son significativos, no lo es tanto su “gestión del poder político”. Cas Mudde (2007), el mayor especialista en extrema derecha, argumenta que son “perros ladradores, poco mordedores”. Su peligro no reside en las políticas públicas cuando ganan alcaldías o parlamentos regionales, sino en el efecto contagio de su discurso. Esto lo hemos visto claramente en el caso del Estado español, donde, desde la irrupción mediática de Vox, el Partido Popular ha comprado e incluso agudizado el discurso anti-inmigración de la formación a su derecha. Esto ha ocurrido en general con los partidos centristas y democristianos de Europa, pero recientemente estamos comprobando cómo el discurso ha traspasado la barrera hasta llegar a la “izquierda”.
No hablamos de la farsa sectaria del “Frente Obrero” u otras anécdotas minoritarias, sino de cómo en ciertos países como Alemania o Dinamarca la izquierda (masiva, parlamentaria) está mostrando posturas cada vez más “anti-inmigración”. En vez de replantear sus posturas económicas, varios partidos tradicionalmente socialdemócratas han optado por contrarrestar a la extrema derecha en su propio campo, el cultural, y con su mismo discurso. Hablamos de la escisión de Die Linke en Alemania liderada por Sahra Wagenknecht o de la socialdemocracia danesa de Mette Frederiksen. Es decir, de lo que parece ser un movimiento político con cierta cuota de poder. ¿Es esta tendencia extrapolable a otros países europeos? ¿Cómo ha reaccionado discursivamente la izquierda a la irrupción de la extrema derecha?
Acudamos a la herramienta anteriormente mencionada, el Comparative Manifesto Project, que reúne los programas políticos, panfletos y material electoral de los partidos y cuantifica las menciones de diferentes temáticas para así “medir” su ideología. Proponemos el análisis ideológico de los partidos de izquierda de 12 países de Europa Occidental (los 11 anteriores donde tiene presencia la extrema derecha y el reciente caso de Portugal con Chega). La hipótesis es que la aparición de los partidos de extrema derecha ha provocado en sus respectivos sistemas de partidos una adopción por parte de la izquierda de algunos postulados anti-inmigración. Se han seleccionado dos ítems que recogen estos postulados: el “porcentaje de menciones negativas a la inmigración” y el “porcentaje de menciones negativas a la multiculturalidad” y se ha estudiado su evolución en los partidos de izquierdas.
En primer lugar, cabe destacar que no hay una tendencia clara ni prácticamente menciones de este tipo entre los partidos a la izquierda de la socialdemocracia. Quedan por lo tanto fuera de este efecto contagio del discurso xenófobo. Por otro lado, de los 12 países analizados, 6 parecen tener cierta relación entre la irrupción de la extrema derecha y la adopción del discurso xenófobo. Estos son: Suecia, Noruega, Dinamarca, Finlandia, Holanda y Austria. Puede consultarse esta tendencia en los siguientes gráficos. Se muestran los dos tipos de menciones o ítems anti-inmigración en los programas electorales de los partidos socialdemócratas, así como la suma de ambas menciones. Se indica el momento de la irrupción del partido de extrema derecha a nivel estatal en los gráficos con una línea vertical.
Gráficos 2 a 8: Evolución del discurso anti-inmigración en partidos socialdemócratas de Noruega, Dinamarca, Finlandia, Suecia, Austria y Holanda. Fuente: ComparativeManifesto Project.
Se constata que la irrupción de los partidos de extrema derecha ha implicado una respuesta ideológica de la socialdemocracia casi inmediata en las siguientes elecciones, basada en una adopción paulatina de ciertos postulados anti-inmigración. Es el caso muy claro de Suecia, Finlandia o el de Dinamarca, donde el propio nacimiento del Partido del Pueblo Danés giró en torno a una fuerte polémica anti-inmigración que afectó a todo el sistema de partidos. Se exceptúa Austria que tuvo que esperar dos lustros hasta esa reacción. En el caso de Holanda, este proceso fue inaugurado por otro partido populista de derechas previo, la Lista Pim Fortuyn, en 2002, que fue superado por el Partido por la Libertad de Geert Wilders en las siguientes elecciones. Los casos de Noruega o incluso de España son muy tímidos, con un % de menciones anti-inmigración de menos del 1%, pero con una relación positiva a partir de la irrupción del Partido del Progreso en el primer caso y de Vox en el segundo. Sin embargo, es importante señalar que el hecho de que un 1% de todas las menciones de un programa político de un partido a priori de izquierdas vayan orientadas al impacto negativo de la inmigración y del multiculturalismo es ya algo significativo.
Los países donde no hay una clara relación positiva son, por un lado, Bélgica, Francia e Italia, donde la extrema derecha tiene mucho recorrido y no se produce un efecto contagio. Y por otro lado, Grecia y Alemania, donde las extremas derechas son muy recientes: en el primero, no hay contagio, y en el segundo el SPD alemán ya tenía algunas posturas xenófobas mucho antes de la creación de AfD en 2013.
No obstante, cabe preguntarse si no sólo existe un efecto reactivo de la socialdemocracia cuando nacen sus contrincantes en la extrema derecha, sino que además cuanta más fuerza electoral tienen los discursos anti-inmigración, mayor es la adopción de estos postulados por parte de la socialdemocracia. Se han ordenado todos los resultados electorales de las extremas derechas y se han comparado con la mayor o menor aparición de menciones xenófobas en partidos socialdemócratas. El resultado es que existe un coeficiente de correlación Pearson de 0,2, lejos del 0,3 necesario para ser tomado en cuenta pero que refleja una cierta relación entre ambos elementos.
Estos resultados no permiten concluir nada, pero sí que dejan pistas al respecto del efecto contagio de la extrema derecha europea. Se ha ido produciendo una paulatina y silenciosa adopción de ciertos postulados xenófobos por parte de la socialdemocracia, que han desembocado en las recientes apuestas abiertamente xenófobas de Dinamarca y Alemania. Si la izquierda transformadora no actúa en consecuencia y rompe con estas dinámicas tanto a nivel estatal como comunitario, corre el riesgo de verse arrastrada a esta espiral nativista.
Fidel Oliván Navarro . Politólogo y sociólogo. Autor de “El toro por los cuernos: Vox, la extrema derecha europea y el voto obrero” (Editorial Tecnos, 2021).
REFERENCIAS
Comparative Manifesto Project (2024). Disponible en: https://manifesto-project.wzb.eu/
De Lange, S. L. (2016). A new winning formula? The program matic appeal of the radical right. In Thepopulist radical right (pp. 101-120). Routledge.
Harteveld, E. (2016). Winning the ‘losers’ butlosing the ‘winners’? The electoral consequences of the radical rightmoving to the economi cleft. Electoral Studies, 44, 225-234.
Kitschelt, H., y McGann, A. J. (1997). The radical right in Western Europe: A comparative analysis. University of Michigan Press.
Lipset, S. M. (1959). Democracy and working-classaut horitarianism. American Sociological Review, 482-501.
Mudde, C. (2007). Populist radical right parties in Europe. Cambridge: Cambridge University Press.
Oesch, D. (2008). Explaining workers’ support forright-wing populist parties in Western Europe: Evidence from Austria, Belgium, France, Norway, and Switzerland. International Political Science Review, 29(3), 349-373.
Oliván, F. (2021). El toro por los cuernos: VOX, la extrema derecha europea y el voto obrero. Madrid: Tecnos.
Riera, P. y Oliván, F. (2020). Los determinantes ideológicos del voto a la extrema derecha populista en Europa, en Benito, A. y Ruiz, L. (eds.). La dimensión ideológica en la competición partidista. Madrid: Colección Foros y Debates, 12, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales (CEPC).