GALDE

Retos del sistema educativo vasco

Fecha de publicación:: 2022/03/24

Galde 36 – primavera/2022. Nélida Zaitegi de Miguel.-

”La finalidad de la educación es que las personas desarrollen las competencias necesarias para llegar a ser hombres y mujeres que buscan su plena realización y se comprometen en la construcción de una sociedad más justa, solidaria y sostenible”

Hablar de los retos del sistema educativo vasco en este momento, requiere observar cuidadosamente la sociedad vasca actual y, sobre todo, realizar un ejercicio de prospectiva, para atisbar, al menos, los cambios que pueden acontecer; siendo conscientes de que no es tarea fácil, dado el grado de incertidumbre en que vivimos.

La pandemia nos ha enfrentado a situaciones desconocidas que nos han obligado a tomar conciencia de que nuestra sociedad y los paradigmas en que se sustenta: acumulación, éxito y poder, no están alineados con la vida buena, es decir, con las personas y su bienestar.

Nuestra vulnerabilidad e interdependencia se ha evidenciado con tal nitidez que ya no es posible pensar en el futuro sin tenerlas en cuenta. Iniciamos una nueva era, vivimos un momento fundacional, es hora de sustituir falsas creencias, mitos y estereotipos por nuevos paradigmas.

Se dice que los retos más importantes a los que se enfrenta la sociedad actual son cuatro: cambio permanente e incertidumbre, globalización, digitalización y cambio climático. La educación ha de preparar a las personas para afrontarlos con éxito y avanzar en el proceso de humanización y desarrollo humano.

Por todo lo anterior, es urgente replantearse colectivamente el sentido de la educación y la organización del sistema educativo vasco. Es necesario movilizarse y participar en la configuración de la educación que necesitamos y queremos. No existen respuestas, tenemos que crear las nuestras y hacerlo mediante el diálogo ya que “los problemas son universales, las soluciones, locales”

Las finalidades y el sentido de la educación no es un tema de profesionales o de expertos, sino de toda la sociedad. En primer lugar, porque la responsabilidad de garantizar una buena educación a todos los miembros de esta sociedad corresponde a los poderes públicos y la responsabilidad no se puede delegar.

Por otra parte, poner el acento solamente en la educación formal, la educación escolar, sin tocar la informal y no formal, es hacernos trampas al solitario. La escuela no puede educar sola.

Educar en valores como la justicia, la solidaridad, el cuidado y la sostenibilidad, mientras que los valores contrarios que se viven fuera obstaculizan los logros y el éxito que sería deseable.

Por eso, antes de hablar de los retos del Sistema Educativo Vasco, tenemos que hablar de los retos de la sociedad vasca. Todos los espacios, sean físicos o digitales, son espacios educativos. Todas las personas somos educadoras en la medida que nuestros comportamientos son un ejemplo para las demás, para bien o para mal.

¿Qué sociedad vasca queremos? ¿En qué valores se ha de fundamentar?, ¿Qué educación, formal, no formal e informal, se necesita para ello?

Necesitamos imaginar una sociedad vasca justa, inclusiva y solidaria, cuidadora, próspera, sostenible y generadora de bienestar humano, para que, partiendo de dónde estamos y de manera progresiva, se pongan los medios para avanzar hacia ella.

Analizar en profundidad el sistema educativo vasco, tan complejo como lo es la sociedad vasca: bilingüe, centros públicos y privados concertados, muy heterogéneos en su compromiso social; que se enfrenta a un descenso muy importante de la natalidad e incremento de la multiculturalidad; con grandes cambios en el mundo del trabajo, profesiones que desaparecen y nuevas que surgen; en la economía para avanzar hacia la sostenibilidad; en los avances tecnológicos, etc. Y la incidencia de todo ello en el desarrollo humano, social y económico, los DDHH y la sostenibilidad.

Dicho todo lo anterior, al Sistema Educativo Vasco le corresponde garantizar el derecho a la educación del alumnado de las distintas etapas educativas y limitado al horario lectivo.

Asumir la responsabilidad y el liderazgo de poner en marcha un proyecto de transformación social, tomando las medidas necesarias para ello:

Políticas para garantizar la equidad: becas, comedores, recursos, formación docente, curriculum justo, etc. y evaluación continua de todas ellas.
Centro inclusivos: filosofía inclusiva que se traduce en medidas organizativas y de gobernanza para garantizar el acceso, la participación, sentido de pertenencia, espacios, tiempos y gestión de los recursos para responder a las necesidades de su alumnado.
Actividad de aula a través de la personalización de la enseñanza para garantizar la excelencia en forma de éxito personal, social y académico

Tres niveles de intervención necesarios e interdependientes. En tanto en cuanto no se den los tres de manera simultánea, no se avanzará hacia la equidad y la inclusión.

Responsabilidad de la administración pública que se ha de gestionar eficientemente a través de su propia oferta, la escuela pública.

2. Implementar una nueva gobernanza en los centros educativos con la participación de la comunidad educativa, de manera especial con el profesorado, alumnado y familias para definir los proyectos educativos del centro, asumir la responsabilidad de llevarlos a cabo y hacerlo con la máxima transparencia.

Atender a las demandas justificadas de las familias^[1] y agentes sociales con el fin tomar las medidas necesarias para garantizar el logro de las competencias clave, personales, sociales y académicas, al terminar la enseñanza obligatoria, que les permita seguir aprendiendo a lo largo de la vida, sea dentro del sistema o en el ámbito laboral.
Autonomía real: pedagógica, administrativa, económica y la obligada rendición de cuentas ante la sociedad
Direcciones competentes: liderazgo pedagógico, distribuido y transformacional. Reconocidas profesional, social y económicamente
Selección y contratación del profesorado con criterios de demostrada competencia profesional^[2] y el reconocimiento social correspondiente. Definir con claridad su marco laboral, con tiempos para la docencia, la formación y para el trabajo en equipo, que en este momento es imprescindible para potenciar el cambio y la implicación del profesorado en la creación de respuestas colectivas a los nuevos retos.
Curriculum competencial que responda a los nuevos retos a los que se ha de enfrentar el alumnado actual: competencias transversales, identidad cultural y lingüística. Atualización y adaptación del currículo, “qué se ha de aprender”, con el criterio de menos cantidad y más profundidad; qué competencias debe alcanzar el alumnado al terminar la escolarización obligatoria; cómo hacer que todo el alumnado las logre, metodología y personalización; y uso de la evaluación formativa como herramienta para dirigir todo el proceso.
Espacios y tiempos. En cuanto a espacios, tanto para facilitar nuevas metodologías como para el trabajo en equipo del alumnado. En cuanto a los tiempos, además de las jornadas escolares que respondan a las necesidades de las familias y garanticen la equidad para todo el alumnado, rehacer la distribución de los horarios en sesiones de una hora establecidas para gestionarlos de manera flexible, acorde a las nuevas metodologías.
Redefinir el sentido del Servicio de Inspección y dirigirla, como su nombre indica, al servicio de los centros y menos al control burocrático. Una mirada externa, realizada por una inspección bien formada y comprometida con la mejora, puede ser una herramienta valiosa para potenciar el cambio que se necesita en los centros.
Actualizar la legislación necesaria para facilitar el desarrollo de los centros, (autonomía, direcciones), del profesorado (formación, selección y condiciones laborales, nuevos perfiles profesionales, …) y apuesta por una escuela fundamentada en la equidad y la excelencia.

Una reflexión final

La política educativa real es la que se hace en el día a día en los centros y en las aulas. Las leyes, por sí mismas, no cambian las realidades educativas sino se modifican y comparten los paradigmas y las finalidades. Ningún cambio será posible si no surge de la voluntad de quienes han de implementarlo, en este caso del profesorado individual y colectivamente; porque además de cambios normativos, son necesarios cambios culturales para tomar decisiones y responder de ellas ante la comunidad educativa y la administración. Compartir paradigma sobre el sentido de la educación y valores sobre los que se fundamenta, la ética del cuidado y el compromiso docente para construir una nueva cultura escolar.

El papel de los Ayuntamientos^[3] en educación se puede y debe incrementar de modo considerable conectando a los centros del mismo municipio, gestionar la oferta escolar, compartir conocimiento, problemas y soluciones y generar cohesión social y equidad.

Reforzar el “ecosistema educativo local” es una forma distinta de entender cómo los diversos actores intervienen en la educación. Esto plantea la necesidad de trabajar en red a la hora de construir una educación de futuro y la necesidad de que la ciudadanía participe en la toma de decisiones sobre su propia educación.

Nélida Zaitegi de Miguel es maestra y pedagoga y fue presidenta del Consejo Escolar de Euskadi.