Galde 47. Negua 2024 Invierno. Alberto Surio.-
Las revelaciones del empresario Víctor de Aldama, si son ciertas, abren un cráter de consecuencias imprevisibles. Pero solo si se confirman con pruebas
¿Llegará Pedro Sánchez a culminar la legislatura en 2027 o la estrategia de estrangular su mandato desplegada por la derecha más tradicional terminará por imponerse? Esa es la gran pregunta de la actualidad en el Estado español en unos tiempos en los que la política ha entrado en uno derroteros de versatilidad en los que es muy difícil ya encontrar certezas y respuestas definitivas.
De entrada, los numerosos casos judiciales que en este momento rodean a Sánchez, ciertamente, proyectan una sensación de acoso que es muy difícil de disimular y sitúan en manos de algunos jueces muy marcados políticamente y de sus tiempos determinadas cuestiones de gran impacto mediático. Hace tiempo que ciertos sectores conservadores, incapaces de romper la alianza del Gobierno PSOE-Sumar con sus aliados nacionalistas, han optado por una apuesta a la desesperada: buscar la inhabilitación política o judicial de Sánchez, un político resistente y correoso que ha roto esquemas previsibles en la izquierda española y que reivindica ser uno de los últimos referentes socialdemócratas en el poder en una Europa en la que el centroizquierda se bate en retirada frente a la marea del populismo extremista, mayoritariamente de ultraderecha, y le está forzando a girar hacia posiciones de centro liberal.
Cuando el empresario investigado por corrupción Víctor de Aldama comenzó a ‘tirar de la manta’, algunos pronosticaron ya la sentencia de muerte del Gobierno de Pedro Sánchez. A los frentes judiciales más cercanos, el de su mujer y el de su hermano, y al escándalo por la investigación de un delito de revelación de secretos por parte de la Fiscalía General del Estado, emergía ahora un nuevo cráter de consecuencias imprevisibles que asociaban a Aldama con el exministro José Luis Ábalos y con su asesor Koldo García. El volcán de las supuestas mordidas multimillonarias en la época de la pandemia amenazaba con explotar y la lava de descrédito por llevarse muchas cosas por delante.
Aldama, investigado inicialmente por una trama de fraude en la venta de hidrocarburos, lograba la libertad a cambio de una promesa de colaborar con la Justicia. Su táctica de defensa consistía en pasar al ataque al esparcir acusaciones a diestro y siniestro, algunas poco verosímiles, otros más ‘reales’. Todo ello bajo el los focos de una opinión pública hastiada de corrupción.
La estrategia de acoso judicial, en la que hay un estamento de la propia Judicatura muy involucrado, tiene una derivada en la situación del Fiscal General del Estado, investigado por una supuesta filtración de secretos fiscales del novio de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso.
La derrota del relato
El cuadro es muy complejo para el PSOE, que tiene serias dificultades para colocar bien el foco en la pantalla de crecimiento económico y avance social. Las cifras macroeconómicas son buenas, y basta compararlas con las del resto de la UE para comprobarlo, pero a la vez la economía doméstica sigue muy atrapada por las subida de los precios, por el alza del coste de vida, y por un escandalosa situación del mercado de la vivienda, que se ha convertido en el gran problema social de Europa. Y el incesante ruido de los escándalos proyecta una sensación que contribuye a la inestabilidad y al malestar ciudadano. Las encuestas quizá no muestran aún un vuelco pero sí observan un problema para Sánchez y es su dificultad notable para repetir la alianza con socios a su izquierda, que es lo que le proporciona una minoría parlamentaria. Y también reflejan que Vox no pincha, lo que le obliga al PP a depender de sus votos, lo que maniata a su vez su margen de maniobra. Ambos bloques tienen serios límites en su capacidad de movimientos.
Los socialistas han salido de su Congreso federal con un mensaje de resistencia y cierre de filas que ha trastocado su apuesta inicial por relanzar nuevos liderazgos territoriales más competitivos.
Pero a pesar de los serios conflictos que atenazan la legislatura, no es descartable que Sánchez logre estirar su mandato hasta 2027. Los aliados nacionalistas vascos y catalanes son sus principales aliados. El PNV no pondrá en cuestión su histórica relación con el PSOE, entre otras cosas porque no van a provocar la ruptura de sus gobiernos de coalición en Euskadi, tanto en diputaciones como ayuntamientos y Gobierno Vasco y navarro. A su vez, EH Bildu ha dejado claro por activa y por pasiva que hará todo lo posible por impedir un Gobierno de derecha y extrema derecha en España.
Y los catalanes, porque en buena medida aún debe implementarse la Ley de Amnistía, a pesar de los obstáculos que se han presentado a su desarrollo.
No obstante, el pulso entre Junts y Esquerra sí introduce una variable que puede complicar la relación entre el soberanismo catalán y Sánchez. De hecho, ERC ha situado como centro de su debate estratégico la introducción de mayores cautelas y frenos por parte de su militancia a los acuerdos con el Partido Socialista, tanto en Cataluña como en Madrid. Como telón de fondo, la rivalidad por liderar el campo independentismo, atravesado por la frustración del post-procés.
El talón de Aquiles
El problema real de Sánchez no es el tercer grado de acoso al que le somete el PP en esta legislatura de fuego cruzado. Su verdadero talón de Aquiles es la fragilidad ideológica de la alianza que le sustenta. Sobre todo, a partir del momento Podemos ha decidido reconvertirse en un movimiento de claro cariz anti PSOE, que evoca a la ‘pinza’ de Anguita contra Felipe González. Los morados han llegado a la conclusión de que su única tabla de salvación posible es acentuar sus diferencias existenciales con la socialdemocracia y así ‘matar’ dos pájaros de un tiro: la competencia del PSOE y de Sumar. Y tanto PNV ni Junts están en la órbita de la izquierda y piensan bloquear cualquier actuación que consideren que rompe su coherencia programática, ya sea en política fiscal como de vivienda.
En todo caso, Sánchez, aunque está tocado, no está sentenciado a pesar del considerable ruido que generan los supuestos escándalos de la corrupción y del desgaste que generan en el Ejecutivo en un escenario de absoluta polarización. Al final, es verdad que el PP se ve también interpelado. La extrema derecha no pincha en las encuestas y en la medida en que siga siendo un factor condicionante del centroderecha, el PP de Alberto Núñez Feijóo no tiene opciones factibles de alcanzar La Moncloa si no es con la colaboración del PNV y Junts.
No está claro pues que la crisis ansiedad que padece el PP sea políticamente suficiente para tumbar a Sánchez, que siempre se crece en la adversidad, ni que la presión contínua pueda al final precipitar unas nuevas elecciones. Ni siquiera que una repetición de los comicios pudiera servir para corregir el rumbo.
Salvando las distancias, el rompecabezas político francés, que no tiene salida a corto plazo, nos enseña también algunas enseñanzas. La dinámica de vetos entre la izquierda y la extrema derecha, opina Macron, se ha convertido en un verdadero torpedo contra el ‘orden republicano’. ¿Cuál es el nexo común entre el rompecabezas galo y el escenario español? En Francia, el Nuevo Frente Popular de izquierdas, que ganó las elecciones con una mayoría relativa. se sustenta en una alianza entre socialistas, comunistas, ecologistas y el movimiento Francia Insumisa. Macron ha prentedido desde un principio desgajar a los socialistas de ese bloque para poner en marcha un moderado de centroizquierda con una orientación liberal socialdemócrata. Sin éxito hasta ahora. El Partido Socialista Francés, una formación histórica que en su día tuvo a presidentes como Mitterrand y Hollande, ahora se ha convertido en un actor secundario que depende una alianza a su izquierda para sobrevivir, si bien ha iniciado movimientos unilaterales para pactar con el centroderecha y evitar el bloqueo. En España, el PSOE ha explotado la polarización del electorado para concentrar el voto de izquierdas y atraer los sufragios progresistas de la periferia, pero no es descartable que en un momento dado vuelva a mirar hacia el centro sociológico y político. Los defensores de las tesis de ‘Estado’ del viejo establishment del PSOE abogan por esta reorientación ideológica, pero Sánchez jugará todas las cartas; defiende de entrada un modelo híbrido que se sustenta sobre todo en el apoyo de los socialistas de Cataluña, que suscita la reacción de determinados sectores de poder en Madrid, que se resisten a dejar de gobernar desde la M-30. Nada nuevo bajo el sol.