Nuevo Presidente en Sudáfrica. ¿Tan nuevo?

 

(Galde 21 primavera/2018). Shawn Hattingh[1]
Para el capital blanco y transnacional de Sudáfrica, las últimas semanas han sido un período de regocijo debido a que Cyril Ramaphosa ha sido elegido presidente del Congreso Nacional Africano (CNA). Su posterior nombramiento como presidente del país después de la renuncia de Jacob Zuma el 14 de febrero ha llevado a la elite empresarial a sentir una sensación aún mayor de arrogancia.

Las amargas luchas de facciones dentro del CNA, por lo tanto, han visto a Zuma derrotado y a sus antiguos seguidores puestos a la defensiva.

Fue la promesa de erradicar la corrupción dentro del estado y del CNA lo que hizo ganar a Ramaphosa. La música que acompañó esto decía que Zuma sería removido de la presidencia y que incluso podría ser procesado, junto con los Guptas[2], por su papel en la «captura del estado». El CNA espera que tales medidas reviertan los malos augurios y refuercen su campaña electoral de 2019. Sus socios de la alianza, el Partido Comunista Sudafricano (PCSA) y el Congreso de Sindicatos Sudafricanos (COSATU), también están esperando de manera oportunista que la salida de Zuma de la jefatura del estado les de una nueva vida políticamente; y que bajo Ramaphosa sus líderes puedan conservar los puestos de trabajo, cómodos y ridículamente bien pagados, en los niveles más altos del estado, que inicialmente les fueron encomendados por Zuma por el respaldo en Polokwane en 2007.[3]

La realidad es que la batalla dentro del CNA y ahora la desaparición total de Zuma tienen muy poco que ver con abordar la corrupción, a pesar de las afirmaciones de Ramaphosa. Ha sido una lucha por el control del aparato del Estado y la velocidad con la que los antiguos partidarios y aliados de Zuma mas prominentes, incluidos los Ace Magashule[4] y Malusi Gigaba[5], han abandonado el barco tras la victoria de Ramaphosa lo ha demostrado. En un intento por asegurar empleos bien remunerados en el futuro y para usar sus puestos en el aparato del Estado para asegurar negocios, los viejos aliados han sido abandonados y uno nuevo, en forma de Ramaphosa, ha sido adoptado.

La trayectoria de Ramaphosa nos indica que su retórica sobre la lucha contra la corrupción de las estructuras del Estado ha sido y es simplemente una estratagema, que no tiene fundamento. Esto se debe a que el mismo Ramaphosa ha estado involucrado en la corrupción. Ramaphosa se hizo rico de la noche a la mañana en la década de 1990, cuando utilizó las pensiones de los trabajadores (provistas por las compañías de inversión de los sindicatos) para reunir capital para sus negocios. Los capitalistas blancos sudafricanos le proveyeron también de capital. Dad por seguro, que no estaban comprando la perspicacia comercial de Ramaphosa cuando le proporcionaron las acciones, los puestos en consejos de administración y el capital; estaban comprando la influencia que él tenía en el CNA y en el Estado para fomentar su propia acumulación de capital. Todo esto fue respaldado por el CNA, ya que se esperaba que Ramaphosa usara sus nuevas riquezas para aumentar las arcas del partido.

El principal interés comercial de Ramaphosa fue Shanduka[6], en cuya fundación participó en 2001. Mientras estuvo a cargo de la compañía estuvo involucrado en casos de evasión de impuestos, como se revela en los Papeles de Panamá. Para 2012, como es bien sabido, Ramaphosa también era accionista y miembro del consejo de Lonmin[7] y él fue quien usó sus conexiones políticas para lograr que el Estado aplastara la huelga de Marikana[8], en la que la policía ametralló a 34 trabajadores. Por lo tanto, Ramaphosa no es un hombre que evita la corrupción sino que usa sus conexiones con el Estado y el poder político para promover sus propios intereses viles de hacer dinero o los de sus socios comerciales.

Del mismo modo, sus patrocinadores en forma de capital blanco (unos cientos de familias blancas ricas) tampoco son ajenos a la corrupción. Históricamente, su capital proviene de la conquista colonial y del Estado, que proporciona mano de obra negra barata para las granjas, minas y fábricas mediante el acaparamiento de tierras, impuestos a la tierra, discriminación racial legalizada y, en última instancia, violencia. En la era del apartheid, el Estado también proporcionó la electricidad más barata del mundo para el capital blanco y pagó generosamente por el carbón de calidad inferior que compró al capital afrikaner para las centrales eléctricas de Eskom.[9] Tratos corruptos en los años del apartheid (y había muchos tratos corruptos), capital blanco acumulado; era así como se hacían negocios en aquellos años.

Incluso hoy en día, la corrupción es una práctica común en el sector privado (todavía en su mayoría en manos de capitalistas blancos sudafricanos). Esto se ha demostrado en 2017 y en 2018 a través de numerosas filtraciones. Por ejemplo, recientemente se ha sabido que empresas sudafricanas de primera línea, como Liberty e Illovo[10], han estado utilizando medidas para evadir impuestos de manera continua. Para no quedarse atrás, varias instituciones financieras sudafricanas fueron atrapadas últimamente manipulando el rand para beneficiarse de la volatilidad creada. Luego, por supuesto, está Steinhoff[11], que utilizó ingeniería financiera para aumentar de forma fraudulenta las ganancias y reducir las deudas en los libros en beneficio de sus accionistas y la alta dirección.

El capital blanco, por lo tanto, no tiene problemas con la corrupción. El problema lo tenían con Zuma. Estaban siendo marginados en los tratos corruptos del Estado, ya que iba mucho más a la familia Gupta y a la nueva élite de negra. Por lo tanto, han rechazado a la facción Zuma y han respaldo a Ramaphosa como su hombre: querían volver a poner las manos en el dinero a través de sus relaciones con el Estado y los actores políticos principales.

Esto significa que la corrupción no va a terminar con Ramaphosa. Para empeorar las cosas está el trato que se hizo en 1994, que dejó la mayor parte del sector privado en manos del capital blanco. A cambio, habría algunos negros en la élite, pero lo más importante era que los líderes del CNA podrían tomar el control del Estado. En otras palabras, el capitalismo se mantendría en su lugar, incluida la explotación de la clase trabajadora negra, pero las caras en el estado cambiarían.

Desde entonces, algunas élites negras nuevas han surgido, pero de una forma limitada. Como resultado, los capitalistas blancos todavía dominan el sector privado. Los capitalistas aspirantes que estaban vinculados al CNA, que querían ser propietarios de grandes compañías privadas, fueron y han sido frustrados en gran medida por estos capitalistas. En este contexto, el Estado se convirtió en la clave, y en muchos casos el único lugar a través del cual una élite del CNA podría constituirse en una próspera sección negra de la clase dominante, y la corrupción ha sido parte de este problema estructural.

La clase trabajadora necesita tener claro en que el régimen de Ramaphosa no terminará con la corrupción. Es un problema estructural y y no tiene nada que ver con las buenas o malas personalidades. Surgirán nuevas redes de mecenazgo y algunas antiguas, incluida la corrupción en todos los niveles del Estado, se mantendrán, aunque probablemente sea menos descarado que bajo Zuma. Zuma y los Guptas presumiblemente serán arrojados a los lobos como una ficha; pero la corrupción dentro del sector privado y el Estado no terminará. Esto se debe a que la corrupción es un problema relacionado con el camino que ha tomado el desarrollo capitalista en Sudáfrica.

Si hubiera una apuesta seria por deshacerse de la corrupción, en ese caso la estructura y el objetivo de la economía sudafricana tendrían que cambiarse profundamente, lo que probablemente no se pueda lograr completamente en el capitalismo o el sistema estatal (que afianza la s normas establecidas y la opresión de una minoría elitista sobre la mayoría y que permite la corrupción). Intentar terminar con la corrupción, por definición, tendrá que ser una lucha revolucionaria para cambiar fundamentalmente la sociedad.

Notas

  1. Este artículo ha sido publicado inicialmente en Pambazuka News (https://www.pambazuka.org/democracy-governance/out-old-not-so-new)
  2. Los Gupta son una poderosa y rica familia sudafricana de origen indio que ha mantenido muy fluidas relaciones con el poder político durante la presidencia de Zuma.
  3. 52º Conferencia Nacional del CNA que aupó al poder a Josep Zuma.
  4. Secretario General del CNA desde diciembre de 2017
  5. Ministro de Finanzas, de Exteriores y de Empresas públicas en varias etapas con Josep Zuma y actual ministro de Interior.
  6. Es un holding inversor sudafricano fundado por Ramaphosa con intereses en los recursos naturales, telecomunicaciones, alimentación, propiedad inmobiliaria, servicios financieros, energía e industria.
  7. Empresa minera británica de metales del grupo del platino con base en Johannesburgo.
  8. Ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Marikana_killings.
  9. Compañía estatal de electricidad de Sudáfrica, séptima en el mundo en capacidad de generación.
  10. Compañía sudafricana de servicios financieros e inmobiliarios y el mayor productor de azúcar de África, respectivamente.
  11. Cadena sudafricana de venta de muebles al por menor.

Categorized | Internacional, Política

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