Jasón & Argonautas. (Galde 06, primavera/2014). Ustedes perdonen esa tendencia que nos induce a la inquina en esta sección de Galde. Esa mirada revirada que pudiendo posarse en cualquier lugar, repara indefectiblemente cada trimestre en lo problemático, cuando no en lo negativo y mezquino del acontecer cultural. Cultivamos una desconfianza preventiva ante el optimismo bobalicón, y ello nos impulsa a mirar la realidad reflejada en los espejos cóncavos del esperpento, como el maestro Valle-Inclán recomendaba observar a los héroes clásicos para no dejarse arrastrar por ninguna empatía condescendiente con su barbarie. Lo que vendría a ser, valga el ejemplo, como un Edipo Rey representado por una compañía de actores pequeñitos, patizambos y cabezones.
Imbuidos de esa querencia, pensábamos escribir sobre algunas venturas y desventuras de la jet-set cultural, por llamarla de alguna manera. Cosas como que el pobre, según sus afines, Teddy Bautista, expresidente y exprimidor de la SGAE, acaba de ver reconocido por los tribunales su derecho a percibir una pensión vitalicia de 26.000€ mensuales, sin contar lo que ya le deben desde que lo pusieron de patitas en la calle. O lo menos satisfechas que han de estar Montserrat Caballé, imputada por defraudar medio kilo de euros a Hacienda, y la exlíder de Mecano, Ana Torroja, que ya ha aflojado kilo y medio por la misma causa. Esta diferencia muestra a las claras lo poco que se valora el verdadero arte, incluso en el fisco. Bastante comentada ha sido, también, la tournée por diversas cárceles que ha realizado el torero Ortega Cano a la búsqueda de una de su gusto para cumplir condena. Suponiendo que los toros y el fútbol sean cultura, tampoco en esta sección deberíamos obviar el destino de los fondos benéficos recaudados por Messi, padre e hijo. Benéficos sí que fueron, pero no parece que en el sentido en que se publicitaron los partidos en cuestión.
En estas estábamos cuando nos hemos percatado de que tras una primavera desapacible, han llegado los primeros días de un verano que promete ser radiante. Oh, verano abundante, carro de manzanas maduras, boca de fresa en la verdura, labios de ciruela salvaje, cantó Neruda. Y nos hemos enternecido y ablandado. ¿Por qué ahondar en el estiércol si hay también bondad, verdad, magia y belleza? Escribamos sobre la realidad deseada y virginal como si estuviésemos en los primeros días de Macondo, cuando el mundo era tan reciente que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo, que dejó escrito el recordado García Márquez.
Cuando hasta los más optimistas lo daban por difunto, el cine español, cual ave fénix, resucita y los públicos vuelven a llenar las salas, solo algunos días y a precios reducidos, tampoco hay que exagerar. Para que todo sea mejor, hasta los contenidos cinematográficos premiados en Cannes y otros certámenes muestran una tendencia al cine comprometido y de sólidos valores éticos.
Llega el verano, y los festivales sin distinción de géneros, se aprestan a romper sus récords de espectadores. Los discos siguen sin venderse, pero en cambio suben como la espuma las suscripciones al streaming, baratas y legales. ¿Será verdad que estamos saliendo de la crisis, de la económica y de la anímica? Pasan cosas fantásticas: en Barcelona, gentes de toda condición se echan a la calle y en contra de lo habitual, logran parar el derribo de Can Vies, un centro culturalokupado. Hasta en Euskadi, donde siempre es difícil aunar opiniones y tendencias, un par de cientos de artistas y otros agentes culturales de diverso pelaje, se están juntando bajo el lema Geuk, geureKulturaz para debatir un plan de medidas urgentes que ayuden a evitar la destrucción del tejido y la industria cultural vasca.
Donde la cosa está que se sale es en el teatro. Nuevas salas alternativas, algunas incluso en pisos y en lonjas, están haciendo el mejor teatro que se veía en años, directo, cercano, comprometido.
Este viejo arte muestra una capacidad asombrosa de respuesta al descalabro social y profesional. Ya que nadie contrata a los actores, estos muestran su rabia y su arte en cualquier minúsculo escenario. Total, para hacer teatro tan solo se necesita técnica y talento. Recuerda esto al Teatro Independiente de la Transición, aquella ruptura de moldes que arrinconó a lo viejo y asentó nuevos valores que, con el tiempo, se instalarían en los teatros nacionales. Hoy, los hijos de aquellos radicales les afean su acomodo a las butacas de terciopelo y a las puestas en escena tan brillantes y costosas como banales. Urge una nueva transición.
Estábamos escribiendo sobre teatro, pero creo que estamos hablando de política. Como es verano en Macondo, época preñada de grandes esperanzas y portentos, que sean bienaventurados y bienvenidos los limpios de corazón porque ellos poseerán la tierra (prometida). Amén.
Nota: absténgase viejos izquierdistas insepultos. Ya tuvieron su oportunidad.