El referendum escocés, una lección de democracia. Entrevista con Xavier Solano

Scottish-referendum

Inaki Irazabalbeitia entrevista a Xavier Solano. (Galde 07, verano/2014). Realicé esta entrevista con Xavier Solano, a media mañana del 18 de septiembre, en el pub hasta hace poco llamado ‘The Fiddlers Arm’ en la céntrica plaza de Grassmarket. El nombre del pub puede dar lugar a engaños al ser ambos subs­tantivos polisémicos, pero en este caso se refiere al brazo del violinista y no al arma del tramposo. Se respiraba en Edimbur­go una atmosfera festiva, aun siendo jornada laboral, con grupos muy numerosos de gentes venidas de muchos rin­cones de Europa a ser testigos del gran día escocés. Las gentes portando pegatas o chapas pidiendo el ‘sí’ superaban notablemente a los portadores de enseñas del ‘no’. El ambiente era de moderado optimismo entre los independentistas. Escribo estas líneas el día después, sentado en una te­rraza del aeropuerto Charles de Gaulle a la espera del avión que me llevará a Biarritz. El ‘no’ ha ganado. Escocia no será independiente por ahora. No ha sido una gran sorpresa a la vista de las encuestas, pero no deja de crearme una cierta melancolía. Quien piense que el ‘no’ consolida el estatus quo se equivoca. La sola realización del mismo crea un precedente en la Europa occidental y en la Unión Europea difícil de obviar. Ha sido un ejercicio de democracia de la más alta calidad. Ha demostrado que aquellos que dicen que estas prácticas demo­cráticas crean una fractura social están equivocados. La cam­paña escocesa ha sido modélica donde el respeto al adversario y la fuerza de la razón han sido los pilares. No había más que ver a personas portando pegatas en uno y otro sentido que compartían ‘pintas’ y espacio en el mismo pub. Finalmente, creo que está claro que tendrá consecuencias en la arquitectura ins­titucional del Reino Unido, donde la promesa de más poderes para Escocia ha traído la misma demanda desde Inglaterra y Gales. Quizás asistiremos en los próximos años a una federalización de Gran Bretaña.

¿Dónde ha estado la clave del ‘no’? Si miramos al análisis del voto por grupos de edad de la figura 1 y viendo el aplastante triunfo del ‘no’ entre la población de más edad, parece que está bastante claro que el miedo al cambio y la incertidumbre hacia lo desconoci­do ha inclinado la balanza hacia el ‘no’. Un dato a tener en cuenta de cara a futuras consultas tanto en Escocia como en otras naciones sin estado.

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Figura 1. Análisis del voto por grupos de edad.

Vayamos a la entrevista a Xavier Solano. 

Inaki Irazabalbeitia.- Estamos en Edimburgo un 18 de septiembre de 2014, día del referéndum escocés, ¿cómo se han vivido estos últimos días en Escocia?

XAVIER SOLANO.- Con alegría, ilusión y emoción. Es un día de celebración, ya que las gentes de Escocia tienen la soberanía absoluta para poder elegir libremente su futuro. Están ahora ejerciendo de manera democrática ese derecho.

¿Qué esperas del resultado del referéndum de hoy?

X. S.– Espero que la gente de Escocia decida abrazar un proyecto ambicioso y positivo para lograr una Escocia inde­pendiente cuyo objetivo será lograr un estado donde se mejoren las condiciones de vida de la gente, mejorar la competividad de la economía escocesa y con un modelo de justicia social que mejore el modelo liderado por el gobier­no conservador de Londres.

Según el discurso del sí que hemos oído en la campaña las bases del sí‘ no son identitarias sino económicas y sociales.

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X. S.– No son identitarias porque el Reino Unido se recono­ce como un estado compuesto de cuatro naciones y el re­conocimiento identitario ya está asentado. Estamos discu­tiendo cómo se quiere organizar el futuro del país. Y se está debatiendo cuál es el camino más adecuado para que Escocia sea más próspera, más justa y mejor, es decir, es­tamos hablando de políticas económicas, sociales, educati­vas y de todo tipo.

Desde tu punto de vista, ¿dónde están las claves para que en las encuestas esté ganando el no?

X. S.– Yo creo que un tema clave en Escocia es el senti­miento de autoconfianza de la gente. Tradicionalmente los escoceses han tenido un sentimiento de poca confianza en ellos mismos. Creo que está cambiando y responde al apo­yo al ‘sí‘. La gente está empezando a creer que los escoce­ses son tan buenos como cualquier otro para gestionar sus propios recursos y para hacer cosas por ellos mismos.

Se dice que una de las posibles claves está en el alto número de personas que se han registrado para votar y que llevaban muchos años sin votar.

X. S.– Es un factor importante. Se ha registrado el 97 % de la población con derecho a voto. Es una cifra record. Se entiende que la gente que lleva mucho tiempo sin votar va a votar mayoritariamente por el cambio y no para continuar como hasta ahora. El proceso está rompiendo el distanciamiento que existía entre la sociedad y la política y se está creando una sociedad mucho más participativa como la que estamos viendo ahora.

¿Influirá en el resultado la bajada de la edad de votación a los 16 años?

X. S.– Si la gente a los 16 años puede trabajar y pagar im­puestos, si se pueden alistar en el ejercito y si se pueden casar, pues lo lógico es que a esta gente se le permita decidir sobre las cuestiones que afectan a sus impuesto y su vida. No se si afectará y esperemos que afecte positiva­mente. Espero que la campaña del ‘sí‘ haya podido convencer a esa franja de edad que el futuro del país pasa por la inde­pendencia (nota: la figura 1 muestra que esos nuevos votan­tes jóvenes se han decantado muy mayoritariamente por el ‘sí’).

¿Qué lugar ocupa el miedo en los argumen­tos del bloque del no?

X. S.– Ha ocupado la parte central de la cam­paña del ‘no‘. Recuerdo que ellos se autollamaban ‘proyec­to miedo’. Han considerado que la mejor campaña que podían hacer era intentar meter miedo a la gente de Es­cocia: que sería más pobre, que se quedaría fuera de Europa, que estaría aislada, que sería necesario el pasa­porte para viajar al norte de Inglaterra,… Muchas de esas cosas no tienen sentido. Creo que la campaña del ‘no‘ ha perdido fuerza estas últimas semanas entre otros facto­res por el uso del miedo y por ser demasiado negativa.

Estas dos últimas semanas los grandes pesos de la polí­tica británica como Milliband y Cameron han subido a hacer campaña cuando antes estaban bastante ausentes de ella. ¿Qué significado puede tener ese hecho?

X. S.– Yo creo que Londres no ha entendido a Escocia. El hecho de subir a Escocia con prisas y con promesas de mayor autonomía no detalladas, la gente lo ha interpretado como pánico, al ver que la campaña del ‘sí‘ recibía más apoyos de los que Londres esperaba. Ha sido un intento de asegurar la campaña del ‘no‘ y ya veremos si tiene impacto positivo o negativo.

Las promesas de Cameron de estas últimas semanas en el sentido de dar más poderes a Escocia si gana el no, es decir una especie de devolution max, ha creado una reacción en Inglaterra y Gales en el sentido de reclamar el mismo trato que a Escocia. ¿Cuál es tu opinión?

X. S.– Los partidos británicos han hecho esa propuesta, pero sin detalles y no sabemos en realidad de lo que esta­mos hablando. Ha habido reacciones de diputados en Westmister que dicen que no es justo que ingleses, galeses y norirlandeses deban de pagar extra para mantener a Esco­cia dentro del Reino Unido. También es verdad que en el Reino Unido, Inglaterra no está constituida como tal nación, al contrario que las otras tres. No tiene ni parlamento ni gobierno. Es claro que el estatus quo ya no se acepta como tal. Escocia en caso de in­dependencia va a ga­nar todos los poderes y en caso de ganar el ‘no‘ también. Y cual­quiera de esas situa­ciones conllevará un cambio en la arquitec­tura institucional del Reino Unido.

Una gran diferencia de discurso entre los nacionalistas vascos o catalanes y los escoceses está en su actitud ante la forma de la jefatura del estado. Los primeros son claramente republicanos y antimonárquicos y en Escocia no se discute que la Reina Isabel será también reina de una Escocia independiente.

X. S.– Se ha votado sobre la independencia de Escocia y no sobre el modelo de la jefatura del estado que se quiere para Escocia. Se ha decidido si se quiere que todo lo que no se decida en Bruselas se decida en Edimburgo o en la ma­yoría de los casos desde Londres. El debate sobre la jefatu­ra del estado es un debate aparte. Si saliese el ‘sí‘ y hubiera un número importante de gente en Escocia que considerase que este país debería ser una república, estoy seguro que se articularía un proceso para debatir y decidir sobre ello. Hoy tratamos de la independencia de Escocia y desde mi punto de visto es necesario no mezclar los temas.

Uno de los argumentos del no ha sido que Escocia se quedará fuera de la Unión Europea, que España le pon­drá veto

X. S.– Eso no tiene mucho sentido. Además, el Ministro de Exteriores de España ya ha dicho que la posición de Madrid vendrá marcada por la posición de Londres. Y la posición de Londres está recogida en el acuerdo entre los gobiernos de Edimburgo y Londres, donde se dicen que ambos go­biernos colaborarán por el bienestar de las gentes de Esco­cia y del resto del Reino Unido. En ese sentido no creo que el gobierno de Londres se dedique a boicotear a Escocia ante la Unión. Eso iría contra los intereses de Escocia, pero también del Reino Unido. Entre otras razones, Escocia es el segundo cliente de Inglaterra.

En ese sentido piensas que la Unión actuará con pragmatismo y que dará los pasos necesarios para que los ciudadanos escoce­ses sigan siendo ciudadanos de la Unión.

X. S.– No me cabe duda. La UE es un proyecto lo suficientemente consolidado y lo suficientemente flexible como para permitir una am­pliación interna, que seguramente no será la única en la historia de la Unión Europea. La U. E. tiene, en­tre otras cosas, que mejorar la com­petividad y vemos que los Estados Unidos con 300 millones de perso­nas son 50 estados y, en cambio la Unión con 500 millones solo tiene 28 estados. Los Estados Unidos tendrán cosas buenas y cosas mala, pero su economía es la más com­petitiva del mundo. No tendría ningún sentido maniobrar para que un estado del que sus ciudadanos son miembros de la Unión desde hace cuarenta años, que cumple toda la legislación europea y que quiere ser socio, sea expulsado. Mas aún si se tiene en cuenta que en 2017 puede haber un referéndum en el Reino Unido que lo lleve fuera de la Unión. Yo creo que la gente de Escocia ha entendido que la mejor opción para no quedar fuera de Europa es votar indepen­dencia hoy.

Un sí‘ de la ciudadanía escocesa, ¿qué influencia podría tener en otros procesos soberanistas europeos como el catalán, el vasco o el flamenco?

X. S.– El impacto va a ser a nivel del proceso de ampliación interna de la Unión Europea. La Unión va a tener que esta­blecer un mecanismo en el caso de Escocia, que puede aplicar también en los otros casos.

Tú como catalán, ¿qué diferencias ves entre el proceso catalán y el escocés? Se dice que el proceso escocés es un proceso de arriba para abajo, mientras que el catalán es de abajo hacia arriba.

X. S.– Así es. El proceso en Cataluña está liderado por la sociedad y los políticos se han convertido en una herra­mienta de la voluntad de esa sociedad. El caso escocés es diferente. El proceso de independencia ha sido promovido por una formación política, el SNP, que ha recibido los apo­yos suficientes de los votantes y de otras formaciones po­líticas para tirar adelante.

Las formas de hacer campaña son muy diferentes aquí y en el Estado español. ¿Cuáles son esas diferencias?

X. S.– En el sistema británico los partidos, y en este caso las campañas, van puerta por puerta explicando a la gente el proyecto y, sobre todo, respondiéndo a las preguntas que la gente tiene. Es un trabajo de hormiga, muy des­centralizado. Hay pocos actos centrales y multitudina­rios. Se trabaja mucho tu comunidad, tu pueblo puerta a puerta.

¿Cuál es el papel de los medios de comunicación?

X. S.– Muy importante, ya que son los mensajeros masi­vos. Los mensajeros que informan a las masas de manera global. Hay temas que se pueden tratar puerta a puerta, pero hay otros, como los debates entre los líderes políti­cos, que determinan posiciones políticas que principal­mente llegan a la gente a través de los medios de comu­nicación. Por ejemplo, los debates televisivos han sido esenciales para el incremento del ‘sí‘. Han resuelto mu­chas dudas a mucha gente.

Supongamos que gana el sí‘, ¿cuáles serían los desa­fíos de la sociedad escocesa?

X. S.– Escocia es un país que está haciendo algunas co­sas muy bien. La tasa del paro de 6%. Hay industrias clave que tienen que promocionarse más, como las re­novables, la investigación, el turismo o la industria ali­mentaria. Hay que atraer inversión extranjera, pero sobre todo, crear un fondo de pensiones con el dinero del pe­tróleo y del gas, como han hecho los noruegos, para garantizar el futuro de las próximas generaciones. Hay que proteger un sistema de bienestar, la calidad de la sanidad, de la educación y el acceso universal a ellos. Por ejemplo, en las universidades inglesas se pagan hasta 9.000 libras al año, mientras que en Escocia son gratui­tas. La independencia garantizaría que estas políticas si­guieran como hasta ahora.

De lo que no cabe duda es de que el referéndum ha atraí­do el interés del mundo. No hay más que pasearse por las calles para ver multitud de personas con banderas de diferentes naciones sin estado de toda Europa y las de­cenas de cámaras de televisión y medios de comunica­ción. ¿Hay algún estudio sobre el impacto económico del referéndum?

X. S.– Va tener impacto económico como todo. He leído informes que dicen que el impacto de la publicidad interna­cional que Escocia está recibiendo, si se tuviera que pagar con dinero costaría unos mil millones de euros. Todo el mundo está hablando de Escocia en una clave positiva, en una clave democrática, en una clave pacífica, una cla­ve de saber hacer las cosas,…

Gracias, Xavier. 
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* Xavier Solano Bello es catalán de origen, politólogo y trabaja de asesor político para el SNP en el Par­lamento del Reino Unido. Ha escrito varios libros sobre el tema escocés, como El mirall escocés.

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Corrección y humor

aye

Cañeros de una cerveza pre­parada especialmente para pedir el ‘sí‘: «Aye», en scots, lengua germánica hablada en Escocia e Irlanda del Norte por 1.500.000 de personas; es considerada por algunos como una variante del inglés arcaico, diferente del galeico escocés hablado por unas 60.000 personas en las islas occidentales.

fashion statement of intent

Dos uniformados partidarios del ‘Sí‘y del ‘No‘.

ScCaachondeo

Y, con faldas escocesas y votos diferentes al descubierto.

Un mundo en cambio, Iñaki Gabilondo. STM | Galde

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